1923 – La huelga de Obreras de la Fábrica de Camisetas de D. Enrique Escapa

 

La vileza es el arma que constantemente emplean las clases parasitarias para mantener su estado de privilegios y de dominios.

J.M.

 

Catorce son ya, las semanas de lucha incesante que llevan estas abnegadas compañeras que cual soldados aguerridos han sabido mantener su posición frente al enemigo burgués y proletario que, constantemente han laborado para matar en germen el espíritu que anida en el ánimo de estas compañeras, y disgregarlas para así poder de nuevo convertirlas en monigote y juguete del burgués y sus lacayos.

 

Hasta la fecha habíamos creído que la única causa de no resolverse la huelga, era el espíritu de intransigencia del Sr. Escapa. Pero cada día que pasa vamos convenciéndonos que sufríamos un error manteniendo tales creencias.

 

Sabemos positivamente que el patrono Escapa es de cepa maligna en la cuestión social, que es intransigente hasta la médula. Esto es propio de patronos y como tales procuran defenderse y defender su estado y posición. Lo que no es propio es que, individuos que viven del salario, que son explotados como todos los obreros, se presten tan descaradamente al patrono, por unas pocas y estúpidas monedas a desempeñar el repugnante papel de Judas, engañando y vendiendo a sus hermanos y hermanas de explotación; sin comprender que aquella representa la traición y el escarnio a la casta de sus propios hermanos, de su misma persona.

 

Así como días pasados tuvimos la necesidad de dar a conocer la labor nefasta de un Torres, hoy, cumpliendo un deber de conciencia, vémonos precisados, también, a dar a conocer a otros Judas.

 

Estos deben ser señalados con los nombres de Francisco Castaño, Andrés Sampol y su primo.

 

Este trío de traidores son los que días pasados embalaron unas veinte cajas de material medio confeccionado, las que con auxilio de unos Guardias de Seguridad fueron sacados de la fábrica y conducidas al muelle para que fuesen embarcadas para otro punto, donde poderlo acabar de confeccionar con “esquiroles” u otros trabajadores, ignorando la procedencia de tales materiales. Y fueron trasladadas a pesar de las muchas reflexiones que les hicieron varias compañeras que pretendían impedir dichos trabajos, de las cuales trataron de burlarse y reírse los tres pobres, aunque escondiendo la cara ya que en ella llevaban esculpido el estigma infamante de la traición, vergüenza de los trabajadores.

 

Estos entes recibirán su pago para prestar tales servicios, el día que el pueblo comprenda y sepa cumplir con su deber. Y los trabajadores que prestan su óbolo para que estas compañeras salgan triunfantes que sigan su camino cumpliendo con su deber. El deber de todo trabajador honrado es prestar la solidaridad debida a cada caso y en todo momento.

 

   CULTURA OBRERA nº 211

   1 de Septiembre de 1923