JOAN HUGUET ROTGER
Después del
alarde intelectual de nuestro presidente quien dejó exhaustas sus
neuronas tras afirmar con rotundidad que "tenemos un Rey bastante
republicano" hay que sumar ahora la propuesta del nostálgico Llamazares
quien propone ampliar balcones para hacer sitio, entre todo el bosque de
mástiles, a la bandera republicana. Mal le debe andar el mecanismo de su
reloj constitucional para que las agujas se le atrasen ahora varias
décadas.
Pero este paciente país lo aguanta todo. Ya hizo esfuerzos para
contenerse, sin explotar en una sonora carcajada, ante la agudeza
discursiva del presidente quien, para justificar este nuevo bautismo
republicano del Rey don Juan Carlos, balbuceó una hilarante
argumentación: "España le debe (a la República) unos valores
democráticos que nos hacen evocar que aquel proyecto que entonces no
pudo ser, hoy es". Y de ahí a proclamar al Rey presidente de la
República sólo va un paso.
Esto exaltación zapateril ocurría en plena celebración socialista del 74
aniversario de la República. En aquel momento, incluso el ex comunista
Llamazares (lo de "ex" hace referencia al derribo por ruina de los
esquemas comunistas) rectificó al presidente y le dijo que aquí no hay
posibilidad de hacer amalgamas extrañas. Por eso le echó en cara el
querer hacer equidistancia entre República y Monarquía. "O hay República
o hay Monarquía", sentenció. "Basta de paradojas y medias tintas". O con
la República o contra ella. Sin más rodeos.
Y el mismo Llamazares que tan rotundo se manifestaba en contra "los
piropos republicanos" al Monarca y contra la propia paradoja
presidencial de "rey bastante republicano", nos sale ahora con una
propuesta mucho más paradójica y equidistante: Que la bandera
republicana ondee junto a la bandera española en todas las instituciones
democráticas y constitucionales, durante no sé cuantos meses, para
celebrar los 75 años de la II República.
Hete ahí al camarada Llamazares enredado en su propio ovillo argumental.
Liado en una antítesis de banderas contradictorias. O si no, que nos
explique cómo justifica que la bandera republicana ondee paralela y
hermanada a la bandera nacional, siguiendo el mismo ritmo de los
vientos, sin que eso sea una paradoja, una equidistancia o unas medias
tintas. Habrá que recetarle su propia medicina y recordarle sus propias
palabras: "O Monarquía o República", que es lo mismo que mentarle
aquello de "médico, cúrate a ti mismo", aunque el título sea por
cualquier universidad de la dictadura castrista. A este navegar entre
dos aguas el refranero le ha asignado una calificación muy expresiva: es
una salida de pata de banco en toda regla. Aunque no sé a qué se refiere
la expresión popular, demuestra la escasa consistencia de una
afirmación.
Hay que reconocer que, situados plácidamente en la tranquilidad
constitucional, el querer utilizar la bandera como un túnel de los
tiempos que nos retrotrae a épocas lejanas -inquietas y convulsas, cuyas
consecuencias son dignas del más doliente de los olvidos- es hacer un
raro ejercicio que se sitúa entre la fantasía y la nostalgia.
Pero incluso admitiendo el derecho de cada cual a estar instalado en el
mundo irreal de la añoranza y de las ilusiones, la propuesta sería
aceptable si no incurriera en graves errores históricos. No haré aquí
una disertación sobre símbolos y banderas porque tampoco soy un versado
en estas materias. Pero así, de memoria, creo recordar que la bandera
nacional española -roja, amarilla, roja- fue la bandera de la Primera
República, ya que la propuesta de establecer la bandera tricolor de la
Marianne no tuvo adeptos suficientes entre los republicanos. O que la
banda morada se tomó de un pendón rojo descolorido de los ejércitos
castellanos.
El entusiasmo republicano de Gaspar Llamazares no es nuevo. Y el de
Zapatero tampoco. Y los dos están en su derecho, faltaría más. Lo que ya
no es de recibo es que, a cuentas de la República, hagan el ridículo más
espantoso.
Eso sí, conmueve el razonamiento y la justificación del hermanamiento de
las banderas. Se trata, según el coordinador de IU, de "recuperar la
calle para la izquierda, con el corazón y la memoria republicana". Pero,
como no le bastaba la sarta de tonterías sin echarle otro de sus piropos
al PP, pone la guinda al pastel. Con la propuesta de este "revival"
republicano pretende luchar contra " la estrategia de involución
democrática" que protagoniza el Partido Popular contra el Gobierno, las
instituciones democráticas y el orden constitucional. Ahí es ná..., que
diría el castizo.
Joan Huguet es portavoz del grupo Parlamentario Popular
Tribuna
Diario de Mallorca, 7/03/06 |