Gabriel Juan, un zapatero socialista de la República

Medalla a un preso de `es campament´

El Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, impuso ayer en Palma de Mallorca la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo a Gabriel Juan Mas. Este trabajador, de 95 años, sufrió persecusión desde joven por reivindicar mejores condiciones laborales. Su paso por las prisiones de Franco le llevó a cumplir seis meses de reclusión en el campo de concentración de la Savina.

PALMA | CARMELO CONVALIA Gabriel Juan Mas nació en Alaró en 1910 y ayer recibió, emocionado, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo que le impuso, en Palma, el Ministro de Trabajo, Jesús Caldera, reconociendo así el trabajo de un luchador por las libertades y la democracia desde los 14 años, cuando empezó a trabajar en una fábrica de calzado de su pueblo natal. Además del compromiso social, el reconocimiento institucional hacia Gabriel Juan obedece a su perseverante y reconocida habilidad profesional, que le convirtió, con el paso de los años, en uno de los mejores cortadores de piel para el calzado. Esta actividad artesanal le llevó a ser modelista de patrones en las más prestigiosas fábricas de calzado de Mallorca. Su auge profesional llegó en la década de los cincuenta al crear los famosos `Mocasines Majórica´, de los que llegó a diseñar cinco modelos distintos. El reconocimiento a este artesano del cuero tiene su prolongación en su labor como activista social; es militante de la UGT desde los 14 años y colaboró en la refundación del PSOE en Balears en 1975, cuando fue llamado por Félix Pons y Emilio Alonso para este cometido. En las primeras elecciones democráticas de 1977, Gabriel Juan fue incluido en las listas electorales del PSOE. Una vez jubilado ocupó, en la década de los ochenta, diferentes cargos en la Federación de Jubilados y Pensionistas del citado sindicato, del cual es el actual presidente de honor.

Gabriel Juan tiene, a sus 95 años, una mente lúcida que cultivó desde pequeño de forma autodidacta. Habla francés e inglés y además atesora una excelente habilidad hacia el dibujo. Pero lo que más sorprende de este nonagenario es su memoria privilegiada, que le convierte en un testigo directo de una época histórica marcada por la lucha de clases, la Guerra Civil y la posterior represión del dictador Francisco Franco. Entre esos recuerdos, relata con suma precisión su dolorosa experiencia en Formentera, cuando el 2 de enero de 1941 llegó a la Savina después de una travesía infernal en el J.J.Sister.

Prisionero en es Campament

«Llegamos unos doscientos presos en ese barco, íbamos en cubierta, había grandes olas y no teníamos nada para abrigarnos». Cuando arribaron a Eivissa hacía tan mal tiempo que estuvieron encerrados durante cuatro días en la antigua cárcel de Vila (conocida popularmente como `hotel Naranjo´ por el árbol frutal que decoraba su entrada). Después, en barcazas, según relata Gabriel Juan, llegaron a la Savina para ser encerrados en uno de los campos de concentración más duros, por sus condiciones y falta de comida, de los que Franco abrió por toda la geografía nacional.

Cuando Gabriel Juan empieza a hablar de Formentera, a la que no ha vuelto desde entonces, acelera su ritmo de conversación y se le humedecen los ojos. Afirma que «era un horror y cuando llegamos ya había unos doscientos o trescientos presos en tres barracones. Nosotros tuvimos que construir los nuestros y la pared de piedra que rodeaba el campo». Pero el recuerdo que peor lleva de su estancia de seis meses en la isla es que vio morir «a unas 30 personas de hambre, porque los mallorquines recibíamos comida cada semana de nuestras familias, pero había muchos extremeños que no recibían nada». A pesar de la solidaridad entre los presos, que les llevaba a compartir algo de comida, las condiciones infrahumanas del campo -dirigido por Angel Llorente, que vivía en la Savina y no acudía prácticamente al campo- fueron la causa directa de la muerte de 58 presos republicanos, de los cuales 36 eran extremeños.
Gabriel Juan cuenta que en esa situación la única actividad que podían hacer era pasear por ese «campo del horror». Aunque su continua inquietud por aprender le llevó a intercambiar clases con otro preso: «No me acuerdo cómo se llamaba pero como yo sabía francés y él inglés, acabé aprendiendo inglés y él francés».
Juan Mas considera que `Es Campament´ de la Savina, también conocido como `sa Colonia´, debe ser recordado y aplaude que este espacio haya sido declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) por parte del Consell Insular. «No se trata de pedir cuentas a nadie, de hablar con rencor, se trata de mantener la memoria de algo que no tiene que volver a pasar», asegura.

En el homenaje que le rindió ayer el Gobierno central estuvo arropado por la UGT, cuyo secretario general, Cándido Méndez asistió al acto, así como el secretario general de este sindicato en Balears, Lorenzo Bravo. También estuvo presente toda la cúpula del PSIB-PSOE, con Francesc Antich a la cabeza.

Gabriel Juan estaba ayer contento junto a su mujer, de 93 años, «a la que debo todo», repite. Su labor ha recibido un reconocimiento a 81 años de trabajo incansable a pesar de todas las dificultades y años de cárcel que tuvo que sufrir por defender su ideología y expresarse libremente. Hoy sigue siendo testigo de uno de los episodios más negros de la represión franquista en Balears, como es la creación de es Campament de Formentera, un campo de concentración cuyas condiciones se empiezan a conocer ahora a través de testimonios directos y de varias investigaciones en marcha que pretender dar luz sobre lo que ocurrió