El extraordinario proceso de
recuperación de la memoria histórica desarrollado en los últimos
años en España está sacando a la luz las trayectorias biográficas de
centenares de héroes anónimos de la Guerra Civil y el primer
franquismo. Entre éstas, sin duda una de las más apasionantes y
hasta hace poco más injustamente olvidadas es la de una ilustre
extremeña: Matilde Landa Vaz.
David Ginard i Ferón / dic
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Matilde Landa nació en Badajoz el 24 de junio de
1904, en el domicilio familiar de la plaza de San Andrés (hoy
Cervantes). Procedía de una familia acomodada y culta, muy vinculada
a la Institución Libre de Enseñanza. Su padre, Rubén Landa Coronado,
había sido un destacado dirigente republicano de la región, y entre
sus hermanos, descuella la figura de Rubén Landa Vaz, catedrático de
filosofía, amigo de Antonio Machado, que se exilió a México en 1939.
Matilde pasó su infancia y adolescencia en Badajoz, donde estudió el
Bachillerato, pero en 1923 el se trasladó a Madrid con el objeto de
cursar la carrera de Ciencias Naturales. Durante la Segunda
República inició su militancia política. Ingresó en el PCE poco
antes de la Guerra Civil, gracias a sus contactos con el activista
italiano Vittorio Vidali "Comandante Carlos" y su compañera, la
célebre actriz y fotógrafa Tina Modotti.
En el Socorro Rojo
Tras el golpe de Estado de julio de 1936, se incorporó a las tareas
sanitarias en un hospital de guerra de Madrid. Pronto pasó al
Socorro Rojo Internacional, colaborando en la evacuación de Málaga
(febrero de 1937) y, ya en 1938, a la sección de información popular
del Subsecretariado de Propaganda del Gobierno Republicano. Recorrió
por entonces numerosas ciudades de la Península, en las cuales
organizó conferencias para levantar la moral a los combatientes
republicanos. En esa época debió conocer a Miguel Hernández quien le
dedicó el poema "A Matilde".
Poco antes del hundimiento de la República, fue encargada por el
Buró Político del PCE de organizar el Partido en el interior ante la
inminente entrada de las tropas franquistas en Madrid. La celeridad
con la que fue puesto en marcha este Comité, y la falta de medios
que padeció demuestra la extrema improvisación con la que el PCE
acometió los inicios de la clandestinidad. De hecho, fue rápidamente
desarticulado por la policía. El 26 de septiembre de 1939 ingresó en
la Prisión de Ventas, donde desarrolló una impresionante tarea de
ayuda a las presas condenadas a muerte a través de la famosa
"oficina de penadas". Condenada a la pena máxima, gracias a los
oficios del filósofo García Morente consiguió que le fuera conmutada
por la de treinta años de reclusión.
En junio de 1940, fue trasladada a la prisión de Palma de Mallorca,
posiblemente una de las más terribles cárceles de mujeres de la
posguerra española, caracterizada por la masificación y la pésima
alimentación. Al igual que en Ventas, Landa se convirtió de
inmediato en un referente moral básico para las presas, encabezando
las modestas acciones de resistencia que se desarrollaban en el
penal.
Pero, por otra parte, su significación política determinó que las
autoridades religiosas de la prisión se interesasen de manera muy
especial por su conversión al catolicismo, la cual hubiera
constituido una victoria propagandística notable para el régimen.
Así, desde 1941 se inició una brutal presión para que se bautizara,
en la que intervinieron algunas de las principales autoridades
eclesiásticas de la isla.
Lógicamente, en estas circunstancias, su equilibrio emocional se
resintió. Así, en la tarde del 26 de septiembre de 1942 cayó desde
una galería de la prisión, y al cabo de tres cuartos de hora murió.
Aunque en alguna ocasión se ha afirmado que fue asesinada, no hay la
menor duda de que se trató de un suicidio, aunque por supuesto
inducido por la terrible situación que padecía. Algunos días más
tardes la familia conoció con indignación que había sido bautizada
in articulo mortis. Fue enterrada en el cementerio de Palma, en una
sepultura propiedad de una familia aristocrática mallorquina. La
recuperación de la biografía de Matilde Landa se inició en la década
de los setenta, y actualmente está considerada como uno de los
principales símbolos del movimiento de mujeres contra la dictadura
franquista.
Publicat a la revista Mundo Obrero
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