Mallorquines en el ejército republicano

Memoria Civil, núm. 37, Baleares, 14 septiembre 1986

 

Con demasiada insistencia se ha repetido el cliché de una actitud monolítica de los mallorquines durante la guerra civil 1936-1939. El mutismo cómodo, la adaptación a las nuevas circunstancias y evitar la participación directa en la guerra pueden haber sido actitudes mayoritarias de los mallorquines. No obstante, hubo otros que, por su edad juvenil, por su entusiasmo y otras circunstancias, se vieron envueltos en el conflicto armado. Y no todos lo hicieron con el ejército que dominó la situación insular inmediatamente después de la sublevación.

 

Cartel en homenaje del antifranquista Anroni Coll, de Felanitx por cuyo heroismo fue dedicado su nombre a la Carrera de San Jerónimo de Madrid.

 

MEMORIA CIVIL, con el presente y próximo número, (dedicado a los mallorquines enrolados en el ejército nacional), va a tratar sobre esos jóvenes que tuvieron que hacer la guerra, cuando la guerra ya se había terminado en Mallorca. Desde los tiempos de paz no resulta fácil entender la idiosincracia del soldado combatiente para quien cuenta, sobre todo, el compañerismo, la solidaridad en el riesgo y el sufrimiento compartido. Mucho más, la mayoría de las veces, que la victoria o la derrota de "su" ejército.

 

Empezamos hoy con los mallorquines que formaron parte del ejército republicano, que "a priori" no debería haberlos habido después del triunfo de la sublevación en la isla. Es difícil establecer un cómputo exacto de la aportación humana de Mallorca al ejército republicano. Hubo quien  huyó de la isla y de la represión. Recaló en la Menorca republicana y se alistó en el ejército. los jóvenes que iban a participar en la Olimpiada Popular de Barcelona regresaron a Mallorca formando una Centuria en la expedición del capitán Bayo. La guarnición de soldados de Cabrera, -unos 20 hombres- fueron a engrosar en Menorca, las filas del ejército republicano, y también participaron en el desembarco. Y la mayoría de ellos, después del reembarque, siguieron formando parte del Ejército Republicano.

 

A este contingente hay que añadir otros fugados de la isla que se alistaron voluntariamente y los casos esporádicos de personas que la sublevacuión militar de junio de 1936 cogió en zona republicana. Mención aparte corresponde a los que se pasaron en el mismo frente de combate estimable cifra alrededor de 50 hombres. Enrolados en el ejército nacional, para huir de la feroz represión desatada en la isla, aprovecharon la ocasión para formar parte del grueso del ejército que defendía sus ideales y sus vidas.

 

Pero estos son los hombres del ejército derrotado son los hombres que poblaron la miseria, el hambre y las enfermedades de los campos de concentración de postguerra, como prisioneros o como refugiados en Argelés (Francia). Tuvieron que rehacer sus vidas en el silencio interior o en la lejanía del exilio, sin un recuerdo de los honores del soldado. Y para los que perecieron en la batalla no hubo piedra donde grabar su historia.