Es un hecho
históricamente cierto aparecido y
desarrollado muy especialmente en
Catalunya, como elemento de lucha por las
libertades, la aparición de las
Asociaciones de Vecinos( AAVV.).y una
acción decidida y organizada digna hoy, de
mayor consideración Las mismas agrupaban
gentes diversas siempre de talante
democrático y, conjuntamente con el
movimiento sindical, fueron un factor
decisivo en el advenimiento de la
democracia y en el concepto movilizador
como clave reivindicativa. Tuvieron,
también, la singularidad de recuperar
culturas en las barriadas que habían
estado, por motivos diversos, olvidadas o
ignoradas. Incluso en ocasiones,
ejercieron actividades propias de los
consistorios como podría ser obras menores
de reparación en zonas de las barriadas
cómo denuncia de su degradación.
Pero donde si
centraron sus tareas más elocuentes de
acción fueron en la toma de conciencia de
los habitantes de los barrios hacia un
sistema municipal despótico, clasista y
con el dedo señalando las prebendas; es
decir, la corrupción más absoluta, el
amiguismo y, por su procedencia, el
despotismo propio de la dictadura, un "funcionariado
político-municipal" que completaba la
trilogía franquista, expresado en alcaldes
y concejales vasallos del régimen. La
coordinación de las barriadas, fueron sin
duda, otro acierto más para tener una
visión global de la ciudad así como de
unificación de luchas concretas,
extendiendo más la acción organizada de la
ciudadanía.
La dialéctica AA.VV.
ayuntamientos a la entrada de las
libertades tuvo cierta armonía que, sin
duda, contribuyó a elevar la conciencia de
alcaldes y concejales y rebajar algunas
actitudes manifiestamente
presidencialistas. Inclusive en aquellos
municipios gobernados por la izquierda.
Fueron los primeros años donde, a pesar de
presupuestos infinitamente inferiores a
los actuales - no estábamos en la UE - se
logró reformar, notablemente, barrios y
obtener servicios hasta entonces
inimaginables.
Pero la actividad de
la militancia partidista en las AAVV se
vio pronto afectada por no resolverse la
contradicción lógica, gobierno municipal y
reivindicación ciudadana. Además el factor
proteccionista de los ayuntamientos hacia
las AAVV, dándoles ciertas prebendas y
espacios organizativos, cuajaron en los
ánimos de los activistas. No se trataban
de prebendas corruptas, ciertamente, pero
si de determinados " roles " que frenaron
una actividad realmente necesaria. Desde
la distancia parece evidente que debería
de haberse abierto un debate sincero y
amplio donde se armonizaran la
representación del voto con la de las
juntas vecinales.
Esa ausencia de
marco, ha ido, cada vez más, instalándose
en las barriadas, hoy, salvo excepciones (
Sacar de la Real, Zona Bellver, Gomila,
S´Indoteria, Pol. de Llevant, Parc de les
Estacions, etc. ) apenas existe actividad
y, en consecuencia, el municipalismo se
centra en las instalaciones municipales,
ferias y festejos y poco más. Dar un
giro, sosegado pero decidido, a que de
nuevo, las Asociaciones de Vecinos, sean
el motor de la ciudadanía reivindicativa y
de control democrático de los
ayuntamientos, no es sólo necesario si no
urgente si queremos avanzar hacia una
sociedad solidaria y participativa. Ello,
ciertamente, entendido en la perspectiva
de una sociedad articulada y, por ello,
participativa.
Pero sería absurdo e
inconsciente no significar un hecho
cierto; y es como la derecha y centro
derecha, han ido creando una red en
pueblos y barrios bajo un supuesto
paraguas de ocio y de las personas mayores
con objetivos manifiestos de obtener
votos. "El canapé y el vinito dulce " y el
baile , les sirve para procurar controlar
a un sector de la población nada
desdeñable. Esa red se viene ampliando de
cada vez más y, además de ser un freno
para las reivindicaciones y organización
vecinal, responde a una falsa concepción -
interesada - de la democracia municipal.
Han copiado, es
cierto, ciertos hábitos de la izquierda en
el sentido de estar " pegados al terreno "
y, aún más allá, frenar con instalaciones
y priorizando las inversiones en aquellas
zonas que les suelen ser más favorables y
hacer un entrismo hipócrita pero para
muchos convincente. La izquierda en su
conjunto debe de considerar la virtualidad
de este cambio de orientación
participativa, si no quiere sucumbir a sus
propias carencias. He tratado de realizar,
escuetamente, una reflexión, apenas
esperanzada, para que sea atendida por las
fuerzas de la izquierda en Baleares y se
obre en consecuencia.