MUNICIPALISMO Y CIUDADANÍA

Paco García

 

 

Es un hecho históricamente cierto  aparecido y desarrollado muy especialmente en Catalunya, como elemento de lucha por las libertades, la aparición de las Asociaciones de Vecinos( AAVV.).y una acción decidida y organizada digna hoy, de mayor consideración Las mismas agrupaban gentes diversas siempre de talante democrático y, conjuntamente con el movimiento sindical, fueron un factor decisivo en el advenimiento de la democracia y en el concepto movilizador como clave reivindicativa. Tuvieron, también, la singularidad de recuperar culturas en las barriadas que habían estado, por motivos diversos, olvidadas o ignoradas. Incluso en ocasiones, ejercieron actividades propias de los consistorios como podría ser obras menores de reparación en zonas de las barriadas cómo denuncia de su degradación.

Pero donde si centraron sus tareas más elocuentes de acción fueron en la toma de conciencia de los habitantes de los barrios hacia un sistema municipal despótico, clasista y con el dedo señalando las prebendas; es decir, la corrupción más absoluta, el amiguismo y, por su procedencia, el despotismo propio de la dictadura, un "funcionariado político-municipal" que completaba la trilogía franquista, expresado en alcaldes y concejales vasallos del régimen.  La coordinación de las barriadas, fueron sin duda, otro acierto más para tener una visión global de la ciudad así como de unificación de luchas concretas, extendiendo más la acción organizada de la ciudadanía.

La dialéctica AA.VV. ayuntamientos a la entrada de las libertades tuvo cierta armonía que, sin duda, contribuyó a elevar la conciencia de alcaldes y concejales y rebajar algunas actitudes manifiestamente presidencialistas.  Inclusive en aquellos municipios gobernados por la izquierda. Fueron los primeros años donde, a pesar de presupuestos infinitamente inferiores a los actuales - no estábamos en la UE - se logró reformar, notablemente, barrios y obtener servicios hasta entonces inimaginables.

Pero la actividad de la militancia partidista en las AAVV se vio pronto afectada por no resolverse la  contradicción lógica, gobierno municipal y reivindicación ciudadana. Además el factor proteccionista de los ayuntamientos hacia las AAVV, dándoles ciertas prebendas y espacios organizativos, cuajaron en los ánimos de los activistas. No se trataban de prebendas corruptas, ciertamente, pero si de determinados " roles " que frenaron una actividad realmente necesaria. Desde la distancia parece evidente que debería de haberse abierto un debate sincero y amplio donde se armonizaran la representación del voto con la de las juntas vecinales.

Esa ausencia de marco, ha ido, cada vez más, instalándose en las barriadas, hoy, salvo excepciones ( Sacar de la Real, Zona Bellver, Gomila, S´Indoteria, Pol. de Llevant, Parc de les Estacions, etc. ) apenas existe actividad y, en consecuencia, el municipalismo se centra en las instalaciones municipales, ferias y festejos  y poco más. Dar un giro, sosegado pero decidido, a que de nuevo, las Asociaciones de Vecinos, sean el motor de la ciudadanía reivindicativa y de control democrático  de los ayuntamientos, no es sólo necesario si no urgente si queremos avanzar hacia una sociedad solidaria y participativa. Ello, ciertamente, entendido en la perspectiva de una sociedad articulada y, por ello, participativa.

Pero sería absurdo e inconsciente no significar un hecho cierto; y es como la derecha y centro derecha, han ido creando una red en pueblos y barrios bajo un supuesto paraguas de ocio y de las personas mayores con objetivos manifiestos de obtener votos. "El canapé y el vinito dulce " y el baile , les sirve para procurar controlar a un sector de la población nada desdeñable. Esa red se viene ampliando de cada vez más y, además de ser un freno para las reivindicaciones y organización vecinal, responde a una falsa concepción - interesada - de la democracia municipal.

Han copiado, es cierto, ciertos hábitos de la izquierda en el sentido de estar " pegados al terreno " y, aún más allá, frenar con instalaciones y priorizando las inversiones en aquellas zonas que les suelen ser más favorables y hacer un entrismo hipócrita pero para muchos convincente. La izquierda en su conjunto debe de considerar la virtualidad de este cambio de orientación participativa, si no quiere sucumbir a sus propias carencias. He tratado de realizar, escuetamente, una reflexión, apenas esperanzada, para que sea atendida por las fuerzas de la izquierda en Baleares y se obre en consecuencia.

Paco García

Noviembre 2007