Así titulaba F.W, Walbank su conocido ensayo
histórico – The Awful Revolution – en el que analiza el
proceso de decadencia del Imperio Romano que culminó con la
fragmentación de sus dominios y el asentamiento de los pueblos
germánicos en su antiguo territorio. En realidad fue Gibbon
quien denominó “la pavorosa revolución” a este proceso
que marca el paso hacia los siglos oscuros que dieron lugar al
comienzo de la Edad Media.
Precisamente, una vez conformado el “Llibre
dels Repartiments” de los cargos del vértice político y que
los grandes señores ya han procedido al reparto de las parcelas
entre la baja nobleza, barones y gestores, uno de los mayores
peligros de los gobiernos de centro-izquierda recientemente
constituidos – Govern Balear, Consell Insular de Mallorca y
Ajuntament de Palma - es el de la posible aparición de la
atomización de la gestión y la consiguiente fragmentación de la
coherencia política.
Ante ésta situación sólo un partido político
parece poseer los recursos globales suficientes como para
racionalizar el desglose de poder que ha venido acompañado por
una amplia casuística donde, lamentablemente, no ha estado
ausente el disparate y el reparto puro y duro de prebendas con
independencia de capacidades. Sí, a simple vista, sólo un
partido político de los integrantes del conglomerado progresista
posee los elementos de homogenización y armonización
suficientes: el PSOE. De ahí que sobre las gentes de Xisco
Antich, Aina Calvo y Francina Armengol recaiga la ardua tarea de
unificar objetivos, congeniar voluntades y evitar el desplome
hacia un paisaje repleto de reinos de taifas.
Palma. 11 de juny 2007
Pep Vílchez ( es licenciado
en historia ) |