Le Jour de Gloire   Pep Vílchez

"Martes 14 de abril de 1931. Las tres de la tarde. Plaza de Cort. Ambiente crinado de inquietudes. Voces y gestos. Las tres y media de la tarde. Acentúase la emoción cívica. El pueblo aguarda. Un grupo de jóvenes avanza. Llevan en sus brazos, desplegada, la bandera tricolor. El tercer color es el morado. Cobra en estos instantes un prestigio de símbolo: es el color del martirio. Cuantos cayeron ¡cuantos! La multitud unge de veneración, unos nombres. La nueva enseña álzase – lenta – en la fachada  principal del Consistorio. El viento la estremece en un escalofrío glorioso. La multitud saluda y aclama. Son las cuatro menos veinte de la tarde. 14 de abril de 1931. Tarde histórica. Un veterano evoca, llorando ¡ 11 de febrero de 1873! "

Así describía los acontecimientos de tan señalada jornada en la plaza de Cort de Palma Miquel Àngel Colomar, periodista, poeta, critico de arte y dibujante en una columna titulada “Le jour de Gloire”, desde las paginas de El Dia,(21/04/1931). Colomar, funcionario de del Ayuntamiento palmesano, purgado y encarcelado, aunque salvó la vida y, como tantos otros, por ejemplo,Pere Capellà,  por citar otro caso emblemático en el mundo del arte y la cultura, vivió entre los vencedores sometido a la más vil marginación. Otros, muchos otros, cayeron víctimas de una  inexorable barbarie de sangre y muerte sobre la cual reposan  muchos de los privilegios aún vigentes. Y son esos, los beneficiados de la ignominia, los que exigen mirar hacia otra parte y esconder la verdad que, una vez perdida, sólo ofrece espacio a la mentira de los vencedores y, por tanto, al cinismo más descarado.

La monarquía, en 1931, cayó víctima de sus propias contradicciones, Alfonso XIII al condescender ante la inconstitucional dictadura del general Primo de Rivera, sucumbió por su ilegal actuación. El que fuera ministro de gobernación en el primer gobierno republicano, Miguel Maura, hombre procedente de las filas monárquicas como el primer presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, en su clásica obra Así cayó Alfonso XIII define así las elecciones municipales que precipitaron el advenimiento republicano:  "El verdadero tema del plebiscito – pues de un plebiscito se trataba – era éste: ¿Ha sido o no, Don Alfonso XIII, responsable y cómplice del golpe de Estado y de la violación de la Constitución? ¿Es o no, Don Alfonso XIII, un rey perjuro?"

La monarquía se desplomó en circunstancias similares a las que obligaron a otros monarcas europeos a abandonar el poder. Este fue el caso del italiano Víctor Manuel de Saboya que arropó la dictadura fascista de Benito Mussolini o, más recientemente, el de Constantino de Grecia defenestrado por su complicidad con los militares golpistas. La monarquía española,  desde el descrédito profundo, cavó su propia fosa tras los fusilamientos en Huesca, el mes de diciembre de 1930, de los héroes republicanos de Jaca, Fermín Galán y García Hernández.

"Hasta hoy ha respondido usted de la Guardia civil, ¿podrá hacer lo mismo cuando mañana se conozca la voluntad del país?" como respuesta el militar bajó la cabeza. El conde Romanones relata de esta manera la entrevista con el Director General de la Guardia Civil, general Sanjurjo, en su libro Historia de cuatro días. Sería éste mismo general el que pasado un año protagonizaría el primer intento de golpe de Estado contra la frágil República el 10 de agosto de 1932. Principal artífice del golpe de julio de 1936, en una carta al general Mola, el 9 de julio de aquel año, establecía los objetivos del golpe militar: "Ir a la estructuración del país desechando el actual sistema liberal y parlamentario, que es el que, en definitiva, ha llevado a España, como a otros países, a los trastornos que hoy lamentamos y que tratamos de remediar". El problema, pues, guste o no guste, no fue la República, sino el sistema de libertades públicas. Y, hoy por hoy, los demócratas debemos rendir el debido homenaje a los que compartieron la ilusión de un país de progreso en libertad ya que sin su sacrificio y esfuerzo los valores que sustentan el edificio de nuestra convivencia cívica serían sencillamente inexistentes.

El 14 de abril de 1931, en la plaza de Cort de Palma Llorenç Bisbal, socialista y primer alcalde republicano se dirigía a la multitud aseverándoles "La recomendación principal que a todos he de hacer es que haya orden, orden y orden; pues ha de tenerse en cuenta que la justicia y la libertad descansan en el orden". Aquel día, en Palma, rodó la cabeza de una estatua de Ramón LLull y un grupo de estudiantes y obreros al grito de ¡Viva la República! se dirigieron hacia la sede de la  Real  Sociedad  Alfonso XIII, que sustituyó el nombre por el de  Club Deportivo Mallorca.

Hoy, 75 años después, aún se pueden oír las voces de júbilo de aquellos que, desde el hilo conductor del liberalismo gaditano de 1812 hasta nuestros días, pugnan por un país libre, moderno y tolerante. Los que aún sentimos un brote de emoción al escuchar los acordes de La Marsellesa les dedicamos a todos ellos un sentido recuerdo y un merecido homenaje.

Pep Vílchez

12/04/06