Aquel 18 de julio Pep Vílchez

Uno de los mitos centrales construidos por los vencedores de la Guerra Civil fue vincular  la fecha inicial del golpe militar a un pretendido “alzamiento nacional”. Nada más lejos. Fueron las capas populares con el apoyo de militares y fuerzas de seguridad leales al gobierno republicano legalmente establecido las que hicieron fracasar el golpe. Así sucedió, entre otras capitales, en Madrid y Barcelona y ciudades como Zaragoza o Sevilla sólo fueron dominadas por los rebeldes por medio del engaño.

En realidad el “grueso” del “alzamiento” afectó a las tropas africanas fundamentalmente compuestas por el cuerpo de regulares – integrado por indígenas marroquíes – y las fuerzas legionarias. La mayor parte de este contingente fue aerotransportado a la península por la aviación alemana e italiana en lo que se ha señalado como uno de los primeros “puentes aéreos” de la historia militar. Esta fuerza, verdadera “máquina de matar”, dejó  a su paso una estela de muerte y terror por el sur peninsular, de forma especial en su avance por tierras extremeñas. Francisco Espinosa  - La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Barcelona, 2003 - ha dejado testimonio historiado del trayecto de la denominada “Columna Madrid”  comandada por el teniente coronel Yagüe.  Se trataba, pues, de tropas avezadas en el uso de las armas. De hecho eran las mismas fuerzas que intervinieron sin piedad para sofocar con extrema crueldad la  revolución asturiana de 1934.

Lo cierto es que el  golpe militar fue planificado desde la estructura militar y ejecutado a través de la cadena de mando. En Baleares, tras la partida del general Goded hacia Barcelona, donde fracasó en su intento de tomar el mando de la sublevación, la comandancia militar debía pasar a manos del  general Bosch quien no se pudo desplazar desde Menorca al fracasar allí también la intentona militar por la radical oposición de un sector del ejército comandado por la suboficialidad. En este orden el mando militar pasó a manos del coronel de Infantería  Aurelio Díaz de Freijó. Pero en Mallorca los verdaderos protagonistas del golpe fueron la Falange, el carlismo tradicionalista y un sector de militares cuyo máximo exponente fue el coronel de Ingenieros Luis García Ruíz quien desempeñó sucesivamente los cargos de Gobernador Civil, Jefe de Operaciones del frente de Manacor y Comandante Militar hasta la llegada en septiembre de 1936 del nuevo Comandante Militar Trinidad Benjumea del Rey.

Fue este último quien, por orden del general Franco, mandó detener, encarcelar y enjuiciar a parte de  la cúpula militar destinada en Mallorca, bajo la acusación de cobardía y desobediencia. Díaz de Freijó fue expulsado del ejército y  sentenciado a doce años de prisión y con él fue condenado a diez años de reclusión y expulsión del ejército el coronel Ramos Unamuno quien en su momento se había hecho cargo de la presidencia de la Diputación Provincial para seguidamente desempeñar el cargo de comandante  militar de la plaza de Palma e inspector de milicias nacionales. También fueron expulsados del ejército el teniente-coronel Garrido de Oro, el comandante José Clar Pujol y el capitán Francisco Sancho Candela, todos ellos del Cuerpo de Estado Mayor, retirándose del ejército el teniente-coronel de Infantería Pedro Llompart Ramis quien había tenido bajo su mando una de las columnas que se opusieron al desembarco del capitán Bayo en Porto Cristo.

El núcleo duro de la sublevación mallorquina lo formaron exmilitares falangistas – Alfonso de Zayas, Canuto Boloqui, Jaume Jaume – “capità Jaume” de triste recuerdo en Manacor – y Miguel Villalonga, todos ellos con experiencia africana  y acogidos desde el principio de la II República al retiro militar contemplado por la llamada Ley Azaña.  A ellos hay que sumar un conjunto de 29 oficiales de Caballería recluidos en la fortaleza de San Carlos por su desafección al régimen republicano denominados “Jinetes de Alcalá” por su pertenencia al regimiento de Alcalá de Henares y el sector militar encabezado por el coronel de Ingenieros Luis García Ruíz,  el comandante Mateo Torres Bestard, jefe de la Junta Divisionaria preparatoria del golpe militar, falangista y  en su momento ayudante del general Franco y el también militar falangista teniente de Ingenieros Ladislao López Bassa quienes de no ser por la llegada de ayuda área italiana difícilmente hubieran podido frenar la acometida del capitán Bayo en Porto Cristo. La fuerza expedicionaria dirigida por  Alberto Bayo se vio definitivamente perdida al no poder contar con la supremacía aérea de sus limitados hidroaviones frente a la súbita aparición de los aviones italianos – cazas y bombarderos - conducidos por expertos pilotos ítalos como fue el caso de Leone Gallo  “José Cirelli”.  Ante esta situación y considerando la extrema  necesidad de trasladar la fuerza naval que le daba cobertura hacia el escenario del estrecho de Gibraltar, verdadero punto caliente del golpe militar, recibió orden de abandonar la intentona ordenando la retirada.

Lo cierto es, pues, que el golpe militar, en general, fue frenado en primera instancia, por los recursos propios del estado republicano con la decisiva actuación del elemento popular que sólo en noviembre de 1936 vio abrirse la esperanza en los cielos de Madrid al aparecer los primeros "Chatos" soviéticos defendiendo la ciudad y rompiendo la supremacía aérea que los Fiat italianos proporcionaban a los militares rebeldes en la madrileña capital republicana.

Aún así, las fuerzas franquistas, durante toda la contienda,  contaron con al continuo y fluido apoyo de un cuerpo militar de elite como era la germana Legión Cóndor y una ingente masa de soldados italianos que conformaron el Cuerpo de Tropas Voluntarias, material bélico, ayuda política y  estratégica aportada por la Alemania nacionalsocialista de Adolf Hitler y la Italia fascista de Benito Mussolini  que proporcionaron a las fuerzas insurgentes y a las tropas regulares africanas un determinante apoyo que posibilitó  la victoria de los rebeldes que abrió las puertas a cuarenta años de dictadura personal del general Franco.

Palma. 16 de julio 2007

Pep Vílchez, es licenciado en historia