El infierno existe y es eterno, así lo ha manifestado Benedicto
XVI. Después de cargarse de un plumazo el misterioso “limbo de
los justos”, el Sumo Pontífice ha dejado las cosas en su sitio,
que nadie se engañe, la infernal amenaza existe y además es
eterna.
En sus orígenes los humanos somos víctimas de una disputa
celestial que, sin lugar en el espacio y el tiempo, provocó que
uno de los lugartenientes divinos, un arcángel, pecase de
orgullo y soberbia – males verdaderamente nefastos que también
afectan a los pobres humanos – y provocara un rebelión que –
como casi todas las rebeliones – estaba destinada al fracaso.
Así surgió Satanás. El arcángel Lucifer o Luzbel, una vez
derrotado y humillado, fue desplazado junto con sus partidarios,
en este caso tropa angelical, hacia el Infierno en cuyo lugar
rige sus destinos .
La divina Creación tuvo como colofón la aparición del primer
hombre y, tras un momento de meditación, a través de una
costilla de Adán , surgió otro ente, en este caso subsidiario
del hombre: la mujer, Eva, a la que en el guión se le asignó un
papel secundario, el cual, pese a los grandes esfuerzos de la
modernidad, lamentablemente todavía subsiste.
Lucifer, a través de la serpiente – que por cierto no tiene
masculino –, tentó a la mujer provocando el que la única
condición impuesta por el Creador – no probar la fruta del Árbol
de la Ciencia – para vivir tranquilamente en el Paraíso Terrenal
se rompiera y de esas cuitas venimos arrastrando “in secula
seculorum” un sinfín de sufrimientos y catástrofes. “Parirás
con dolor”, “ ganarás el pan con el sudor de la frente” y un
largo etcétera de consecuencias que los humanos sufrimos y que,
hasta el día del Juicio Final, padecerán las futuras
generaciones.
Por de pronto a uno se le ocurre pensar que el Infierno, con su
irremediable eternidad, es un duro castigo que ridiculiza los
sufrimientos más perversos que la Humanidad ha soportado y
soportará y que, obviamente, se hallan en un plano de
contundente contradicción con los Derechos Humanos. Uno, rizando
el rizo, puede llegar a consolarse pensando, por ejemplo, que,
en la Tierra, la guerra de Irak no será eterna. En fin, esto es
lo que hay.
Palma. 23 de abril de 2007
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Pep Vílchez ( es licenciado en historia )
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