En el Ayuntamiento
El Sr. Llompart, sobre todo, viene realizando
una campaña muy enérgica en tal sentido que nos
complacemos en reconocer meritoria y de gran
alcance para el público. De seguir por el camino
emprendido el concejal jaimista y de apoyarle
como es debido los demás ediles se llegará a un
resultado práctico.
La campaña contra el contrabando de artículos
alimenticios y contra los propósitos de la
Compañía Isleña Marítima de aumentar las tarifas
de transporte en un 50 por ciento, ha logrado
interesar al público y a que el Ayuntamiento
salga a la calle en manifestación a exteriorizar
su protesta contra dicho aumento, por ser
a todas luces injustificado e implicar un
nuevo encarecimiento en las subsistencias.
Así es como se lucha bien y como se va al
triunfo. En España está demostrado que los
gobiernos no atienden a la justicia ni a las
necesidades públicas hasta que la opinión se
impone a esos gobiernos y le arranca por la
fuerza lo que de buen grado no han querido dar.
Estamos cansados de pedir en vano y ha llegado
el momento de exigir. El orden y equilibrio de
las cosas en nuestro país no se establecen más
que por el desorden que los mismos gobiernos
provocan desde arriba en los de abajo.
Ante calamidades públicas como las presentes,
ocasionadas en gran parte por compañías
poderosas y acaparadores sin conciencia, que
tienen la protección oficial y que gracias a
ella pueden traficar y enriquecerse a costa del
hambre y el malestar general, todo acto o acción
colectiva que se realice, por violenta que sea,
con tendencia a extirpar el mal que padece la
generalidad de los españoles, no sólo están
justificados, sino que son altamente saludables
y patrióticos.
¿Qué derecho tiene un marqués de Comillas o un
Juan March, por ejemplo, de amontonar
millones explotando las circunstancias de la
guerra, mientras los demás españoles gimen bajo
el peso de estas mismas circunstancias y, en
virtud de aquella explotación? ¿Es que los
intereses particulares valen más y merecen mayor
respeto que los intereses de todos?
Si las pretensiones de la Isleña Marítima
progresan, y ello no nos extrañaría, se podrá
decir con mucha razón que el gobierno es un
esclavo servidor de
Verga y compañía y un enemigo y traidor
de los intereses generales de Mallorca.
Para que esto no suceda debemos velar y estar
arma al brazo todos los mallorquines y
principalmente los trabajadores.
Por esto aplaudimos el acuerdo del Ayuntamiento
de convocar una reunión magna de fuerzas vivas y
una manifestación de protesta contra aquellas
pretensiones, a la cual debe acudir y acudirá
seguramente todo el pueblo palmesano.
Núm. 828, 21 de diciembre de 1917 |