Dos palabras para D. Manuel Fiol
Pero desde el momento en que la acusación
privada es un acto
voluntario que todo abogado puede rechazar,
el letrado que la acepta y la lleva a término
demuestra una de estas dos cosas: o que le es
agradable el cargo de acusador o que hace de él
un modus
vivendi. Si el Sr. Fiol en el juicio de
referencia hallábase en el primer caso ¿ a qué
mostrarse tan apenado por tener que acusarnos,
si nadie más que los dictados de su libérrima
voluntad y de su conciencia le habían impuesto
aquella, según él, tan ingrata misión? Y si
hallábase en el segundo, esto es, si acusaba
únicamente por vivir y medrar a costa del dinero
del Sr. Estrany, ¿con qué autoridad, con que
derecho pudo el Sr. Fiol llamar vividores a tres
zapateros que siempre han vivido (emplazo al
acusador de Estrany a que demuestre lo
contrario) de su trabajo honrado?
Al injuriarnos a los procesados el Sr. Fiol
llamándonos vividores cometió un delito igual a
los muchos que acumuló contra nosotros. Y eso de
emplear la injuria para perseguir y castigar a
la injuria misma no tan sólo es un arma que
vuelve contra el mismo que la esgrime, sino que
en el Sr. Fiol puso de relieve que, lejos de
estar apenado por verse en el trance de
acusarnos, como dijo él, aceptó la defensa de
Estrany precisamente para tener ocasión de
insultarnos y ofendernos.
Núm. 790, 24 de marzo de 1917 |