1922 – PLUMAZOS - Lorenzo Bisbal

 

He aquí el hombre astuto; este individuo como todos los viejos militantes de la vieja organización obrera, ha podido durante el transcurso de los muchos años mediar el bajo valor moral de las masas; ha sabido poco a poco y cautelosamente desentrañar su ignara conciencia y después de muchos días, meses y años de experiencia, sacó esta conclusión:

 

“El hombre es espiritualmente débil, en un momento de cólera rompe en mil pedazos un ídolo pero … después, flaco otra vez, tiene que adorar algo, aunque sea mezquino y sucio.”

 

Entonces el afirmó que servía para aquel algo … pensó en erigirse en santón y en santón se erigió y un buen día, día grandioso gritó: ¡débiles de espíritu, flacos de entendimiento, inconscientes e imbéciles, venid todos, venid, y os redimiré! Acudieron, se postraron a sus pies y exclamaron: aquí estamos, amo y señor, haz lo que quieras. No se había equivocado. Los mismos que años antes habían adorado a los ídolos de madera o hierro que no ven, no oyen ni hablan muy bien, se podían postrar ante el hombre perspicaz que oye lo bastante que ve demasiado y habla cautelosamente.

 

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Y ahora a menudo se oyen exclamar a sus fieles discípulos con voz unas veces imperativa y otras humillante: No es lícito, el artículo 10 lo prohíbe; me lo mandan, la U.G.T. lo exige; Carlos Marx lo decretó; es decir, por todos los extremos se nota el acento marcado del dogma, el peso bruto de los autómatas, lo que anula el verdadero valor individual, lo que retiene el progreso y sostiene toda la mentira e hipocresia.

 

Por eso cuando ha habido algún individuo de su partido que espiritualmente haya evolucionado, los otros se han apresurado a levantar las manos al cielo gritando: ¿cómo, quién ha sido el inmundo que ha osado hollar el artículo I? ¿Quién es el hereje que pretende turbar la paz de nuestra santa morada? ¡Es el dogma, el dogma siempre imperativo y tenaz.

 

Bisbal lo sabe demasiado y debería decir a sus discípulos: amigos míos, sed hombres libres, no adoréis a un dios que no existe, pero tampoco o postréis ante un Pablo Iglesias, un M. Cordero o cualquier sirviente; sed vuestro Dios, vuestro Juez y vuestro Rey. Para ser libres lo primer es pensar libremente, pero Bisbal no puede. Para esto sería necesario librarse de lo que ha muchos años se ha asimilado en él, es decir, renovarse todas las células cerebrales y ahora es completamente imposible. Bisbal es un hombre viejo.

 

PROGRESO

 

    CULTURA OBRERA nº 146

   3 de Junio de 1922