NECROLÓGICA

Francisco Roca Hernández

Mi pluma se encoge al tenderla sobre el papel, cual si participase de la angustia que oprime mi corazón en estos instantes, al evocar el recuerdo, la memoria, del hombre justo y bueno por excelencia, que se fue.

El compañero Roca dejo de existir, murió. Murió lo que constituía su materia; más su espíritu, el hombre organizador de muchedumbres, vivirá eternamente en la memoria del proletariado mallorquín, que no podrá olvidar jamás la excelsa figura del  que fue portaestandarte de reivindicaciones obreros.

Roca, el compañero Roca, no era ningún sabio. Era un práctico. Cuando hablaba, su voz clara y persuasiva dominaba la atención de cuantos le escuchaban. No cansaba.

Roca, el fundador de la internacional en Mallorca, no era de temperamento exaltado; sino que muy al contrario; era de un carácter templado hasta la exageración, Afable y cariñoso con todos incluso con sus adversarios, hizo se captase las simpatías de todas las clases sociales.

Conocer a Roca, tratarle y no estimarle. Quererle, son puntos más que antitéticos.

Roca, a más de Santo laico y apóstol de la libertad, era altruista; de corazón noble y generosos.

El más justo y merecido homenaje a su memoria, consiste en limitarse en todo. En continuar su obra.

Adelante pues.

José Monserrat

Lluchmayor, marzo de 1917

EL OBRERO BALEAR

Núm. 791, 31 de marzo de 1917