DE MAL EN PEOR

Esta es la expresión exacta que se debe aplicar actualmente a la marcha del movimiento obrero en Palma.

Si, hay que decirlo fuerte; a causa de la incalificable deserción de los trabajadores, abandonando las filas de las sociedades de resistencia de sus respectivos gremios, la Organización proletaria ha decrecido de tal modo en esta capital que, a no ser por los continuados esfuerzos de un puñado de convencidos, habría ya desaparecido totalmente, y … ¡Ay! de los débiles, si a estos se llega!

¿A que obedece este suicida alejamiento de la clase obrera de la unión sindical? Tentados estamos por decir que únicamente a la cobardía de espíritu que, desgraciadamente, aún es la característica de infinidad de trabajadores.

Porque, no pueden los asalariados alegar ignorancia de que sólo por la unión, los explotados alcanzaremos la liberación de la servidumbre económica que como losa de plomo pesa sobre nuestra clase y que hace de nosotros, los parias actuales. Mil veces se les ha dicho, y otras tantas han podido comprobarlo por sí mismos, que no llegaremos a la emancipación deseada, sino por nuestros propios esfuerzos, muchísimas veces han visto que si algo se ha conseguido arrancar a la clase patronal que mejore nuestra mísera condición, ha sido debido a la fuerza que han representado las colectividades obreras y ¡no obstante tan vivos ejemplos, los trabajadores van dejando en cuadro sus sociedades! ¡Ah! Infelices!

Y en esto, todos los gremios adolecen del mismo mal. Ahí tenéis a los carpinteros que, después de haber logrado alcanzar la jornada de nueve horas, gracias al esfuerzo de todas las sociedades de la Federación Local, han dejado desierta a la suya; ahí están los zapateros, gremio el más numeroso de Palma, cuya colectividad debiera contar por centenares a sus socios, reducida a unos cuantos abnegados; la, un tiempo, numerosa sociedad de metalúrgicos, diezmada por las deserciones; los tipógrafos, que de haber sabido mantener su unidad, hoy gozarían de beneficios que por el camino que recorren no alcanzaran nunca; los albañiles, que han vuelto a perder casi todo lo ganado, por no haber sabido conservar su unión; los tejedores y manteros, un día prestos a conseguir mejorar su condición mísera, gracias al agrupamiento de la mayor parte de ellos, y hoy sumisos como rebaño ovejuno, los curtidores que tantos quebraderos de cabeza consiguieron dar a sus patronos cuando estaban unidos, al presente sufriendo las consecuencias de su desvío por la asociación; los cordeleros, los vidrieros, los talabarteros, los aserradores, los hojalateros, los pintores, y otros tantos gremios que un día formaban apiñado grupo alrededor  de la Federación de Sociedades Obreras, dándole poderosa fuerza; hoy por criminal apatía de los explotados obreros, vénse reducidos a un número de socios insignificante, y no faltando entre ellos, sociead que se ha disuelto del todo.

Esta es la verdad y la verdad se ha de decir aunque levante ampolla; la inmensa mayoría de la clase obrera palmesana, de no rectificar prontamente a su línea de conducta y de no volver a emprender sin vacilaciones el camino de la organización sindical que en mal hora abandonó a más de empeorar su desesperante situación económica, se hará indigna de percibir los beneficios que a los esfuerzos de nuestros compañeros de trabajo, organizados, se daban.

No queráis, trabajadores mallorquines, que tal afrenta caiga sobre vosotros, sacudid la modorra que os abate y varonilmente ocupad el puesto que el deber os señala, para que nunca se pueda decir de vosotros que rehuis la lucha y no obstante queréis participar del botín. Acordaos de que los que tal hacen,  se hacen acreedores de que, a sus lamentos, se les conteste con el apóstrofe que la madre del último rey moro de Granada lanzó a su hijo cuando hubo salido de la ciudad: “llorad como mujerzuelas, ya que no habáis sabido defenderos como hombres”.

Y esto fuera ir de mal en peor.

A más de muy bochornoso

EL OBRERO BALEAR

Núm. 303, 15 de septiembre de 1906

 

fideus/