El Sr. Manitas y el solar para la Casa del Pueblo

Le ha sabido mal, muy mal al Sr. Manitas que la Federación de Sociedades Obreras haya pedido al Ayuntamiento un solar para la Casa del Pueblo.

No es lícito –dice- ni lógico que el Ayuntamiento regale estos solares, puesto que el Sr. March, si quiere, puede pagarlos.

¡Vaya argumentazo! El odio que Manitas siente contra el Sr. March le sirve ahora para negar licitud a los que piden las Sociedades Obreras.

En cambio Manitas cree que asiste mejor derecho al Patronato Obrero para pedir un solar, ya que dicha entidad católico-amarillo-obrero-patronal representa ……  la nada entre dos platos.

Y el descoco de Manitas llega hasta el extremo de aconsejar al Ayuntamiento que no ceda el solar a la Federación Obrera, porque ello sería un abuso intolerable toda vez que se favorecería a una bandería política determinada.

Aconsejamos al Sr. Massanet, o Manitas, que es igual, que se entere bien de cuales son las Sociedades que firman la solicitud del solar, que estudie sus reglamentos y se convencerá de cuan ligero ha sido en sus calificativos.

Si así no lo hace y persiste en lo afirmado, más que un cívico demostrará ser un hombre injusto con unas Sociedades Obreras a quienes debe respeto y consideración, ya que el Sr. Massanet, en ocasión memorable y adversa para él pudo comprobar hasta donde llega la rectitud y alteza de miras de los trabajadores asociados.

Y conste que no pretendemos que el señor Massanet ni nadie apoye lo que han pedido los trabajadores al Ayuntamiento, pero creemos tener derecho a exigir que este asunto se trate con la debida justicia y con argumentación sólida y bien razonada, no con subterfugios y falsedades para crear atmósfera adversa la concesión del solar.

Comedia bufa

Y ya que hablamos del solar para la Casa del Pueblo, conviene que los trabajadores, y el público se aperciban de la comedia que se está preparando alrededor de este asunto.

Incapaces y faltos de valor cívico los concejales para ponerse leal y francamente en frente de las aspiraciones de la clase obrera organizada, han recurrido a la ridícula farsa de hacer presentar muchas solicitudes pidiendo solares para tener el pretexto de no conceder ninguno. Este es el único fin que se persigue con esta inocente comedia, que se irá desarrollando en el escenario del Ayuntamiento y que actuarán de entre bastidores casi todos los concejales, pues casi todos son contrarios a que se conceda el solar, unos por odio a la clase trabajadora y la mayoría por rabia que tienen contra el Sr. March, del que no pueden consentir sea generoso con los obreros después de lo pasado con la Isleña Marítima, asunto que interesa tres pitos a la clase obrera y en el que se hizo antipático con los capitalistas por no haber podido estos hacer el negocio que hizo aquel.

Otra comedia burguesa

Es este asunto de la Isleña otra comedia burguesa en la que se ha usado y abusado mucho de la palabra patriotismo. Por el patriotismo que despertó La Transmediterránea comprando acciones de La Isleña al doble de su valor nominal, vendías los accionistas las que poseían a aquella compañía; por el mismo patriotismo que luego despertó el Sr. March comprándola a más alto precio que La Transmediterránea, las vendieron luego a este señor, y el Sr. March tomando ejemplo del patriotismo de los demás accionistas y para dar pruebas de ser más patriota que ellos (entiéndase más negociante, más vivo) las vendió después a La Transmediterránea. Esta es la pura verdad.

Como se ve, en este tan debatido asunto de La Isleña Marítima el único patriotismo que ha palpitado ha sido el patriotismo del negocio, en el cual el Sr. March ha sido el triunfante, el vencedor, por la lógica y capitalista ley de que el capital grande absorbe el pequeño, aquí y en todas las partes del mundo.

Claro que ahora los vencidos escupen por el colmillo la rabia y la envidia que sienten por el Sr. March, y en su impotencia para aplastarle comercialmente se han imaginado la mar de cosas para hacer odiosa su persona y contra la cual pensaban ¡oh tontos de capirote! que la clase obrera serviriales de instrumento de ruin venganza.

¡Que no nos chupamos el dedo los trabajadores, señores burgueses!

Todos los días quisiéramos que hubiera un pleito de capitalistas y que el vencedor fuera el mismo Sr. March haciendo partícipes de su triunfo a la clase obrera regalándole una Casa del Pueblo o cosas de la misma utilidad.

Y créannos los que no ven con buenos ojos que las Sociedades Obreras hayan admitido dicho donativo, que admitirán sin repugnancia y muy satisfechos cuantos se las hicieran en igual sentido y con las mismas condiciones, esto es: sin compromiso de ninguna clase.

Como no admitirían estos donativos los obreros consciente y organizados seria si habían de servirles de cadena para tenerlos esclavos y adictos siempre al donante, como, por ejemplo, sucede con las casas que hizo construir el Sr. Salas para sus obreros, los cuales dejan de tener casa y pierden todos sus derechos así que se nieguen a servir y trabajar por el Sr. Salas. Esta clase de donativos no son más que temporales y tienen por finalidad ahogar todo espíritu de reivindicación obrera y ciudadana. Son donativos ficticios y calculados en un tanto por cierto de interés.

Si así aceptaran las Sociedades Obreras la Casa del Pueblo u otras dádivas que se las ofreciera, sería denigrante y vil porque harían dejación de su dignidad individual y colectiva hipotecarían al donante sus ideas y su libertad, sea atarían a la cadena de la dádiva perpetuamente en vez de hombres y colectividades libres serían rebaño de esclavos.

Quien en estas condiciones recibe no puede sentir ansias de libertad y emancipación; quien en estas condiciones da no será jamás un altruista, ni un filántropo, ni un generoso.

EL OBRERO BALEAR nº 839

Palma, 8 de Marzo de 1918

 

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