1919 – Los graves sucesos de ayer

Saqueo de la Plaza de Abastos – Cierre de tiendas – Asalto y saqueo de almacenes – La ciudad en estado de guerra

Comentario:

Uno y otro día la prensa, en el mitin, comisiones han ido exponiendo ante las autoridades el conflicto que se aproximaba sino atendían al problema de las subsistencias. Ayer mismo en estas mismas columnas decíamos: urge el remedio, y urgía; ayer mismo el pueblo de Palma lo demostró ostensiblemente.

Las autoridades deben al fin haberse convencido de la razón que nos asistía pidiendo insistentemente que abordaran con actividad, con voluntad firme el abaratamiento de los mantenimientos. Es triste, muy triste, que los que pudieron evitar los sucesos de ayer, hayan estado asistiendo beatíficamente al encarecimiento de los alimentos y al encrespamiento del pueblo indignado al ver como nadie se preocupaba de aliviar su triste condición.

Hasta en las cosas más elementales: el cumplimiento de la tasa, ninguna autoridad demostraba interés.

Y estalló ayer la indignación popular, y si ineptos fueron para evitar que llegara este caso, ineptos han sido para mantener la manifestación de la legítima cólera del pueblo en los justos linderos, abandonando la ciudad toda, sin amparo de autoridad, hasta primera hora de la tarde en que se hizo cargo del mando la autoridad militar, quedando almacenes, tiendas, mercancías, al capricho de los que capitaneaban los grupos, siendo el saqueo y la destrucción la nota dominante.

¿No les remuerde la conciencia a quienes tenían en su mano el remedio y no lo aplicaron a tiempo?

Lo sucedido ayer ha de servir de saludable aviso. No se puede tomar con dilaciones asunto tan serio, del que depende el mantenimiento del vecindario.

Enemigos del desorden condenamos los atropellos, que unos grupos de exaltados llevaron a cabo en la más completa y lamentable impunidad, pero reconocemos los justísimos motivos que levantaron al pueblo contra el insoportable estado de cosas, cuyo remedio no pudieron hallar por la percusión y han tenido que buscarlo con la violencia.

En resumen: las autoridades son culpables de no haber puesto remedio al mal cuando era hora, desoyendo las continuas y fundadas quejas de la opinión, y las autoridades son las culpables de haber dejado ayer en completa indefensión a la ciudad, que por muchas horas estuvo sujeta al capricho de exaltados, que no hicieron ningún caso de las palabras prudentes y de cordura del concejal socialista, ocasionando grandes destrozos, con los saqueos nunca vistos en los que se destruyó como cien no aprovechando ni como diez al vecindario, que ávido se repartía los frutos del saqueo.

¡Triste espectáculo el de ayer, por las causas que lo originaban, por los tristes hechos que lo esmaltaron y por la imprevisión inexplicable de la autoridad!

¿Les habrán abierto al fin los ojos, al Ayuntamiento y a la Junta de Subsistencias, los sucesos de ayer? Si no escarmientan o se enmiendan es que padecen una miopía intolerable.

Crisi de subsistències. Febrer de 1919: la multitud assalta i saqueja els magatzems de Palma.

Aniversario

Ayer cumplió el aniversario de aquellos sucesos en que el pueblo de Palma necesitado de carbón y sin saber donde adquirirlo acudió al muelle, sitio que le indicara el Gobernador Civil a proveerse de combustible.

Como se recordará aquellos sucesos degeneraron en saqueo de todo lo que en el muelle había y tuvieron como triste consecuencia la muerte de un desgraciado obrero.

Al cumplirse tal aniversario así como antaño fue el muelle lo que saquearon, ayer lo fue la Plaza Mayor, originando los sucesos el exorbitante precio, siempre en auge, de las subsistencias y la pasividad de las autoridades. De ambas cosas nos lamentábamos en nuestro editorial de ayer.

Saqueos en la Plaza de Abastos

Los sucesos tuvieron ayer su origen en la Plaza de Abastos, donde llegó a primera hora, 7 de la mañana, un carro cargado de coles, cuyo conductor vendió la mercancía a una vendedora, y al solicitar de ésta un comprador el precio de una col pidió por ella de cinco a ocho reales.

Este precio exasperó a los compradores que sabían que había pagado las coles a cinco pesetas la docena y la indignación la demostró el público lanzándose sobre las coles en cuestión y repartiéndoselas inmediatamente.

Esto fue cual el botafuego y la señal de un saqueo general.

El público pasó rápidamente de las coles a las demás verduras y de ñestas a todos los demás artículos que había en la plaza.

Los vendedores, al principio intentaban defenderse del asalto, pero luego ante el empuje de la muchedumbre optaron por abandonar sus puestos y dejar el campo libre, facilitando la labor de saqueo que se llevó a cabo con rapidez, presentando la Plaza a media mañana un triste aspecto, pues además de las sobras de género esparcidas por el suelo, varias casetas de la plaza fueron destruidas.

En los primeros momentos varios números de la guardia municipal, al mando de los señores Cubí y Alzamora, intentaron evitar el asalto, pero su impotencia era tan manifiesta que se vieron precisados a desistir de su intento.

A la Plaza Mayor acudió también el exteniente de alcalde de la Plaza señor Rosselló y Servera, pero su presencia fue recibida con gritos de protesta.

Se oyeron gritos de ¡Abajo el Ayuntamiento!

Acudieron también allí los concejales señores Quetglas, Bisbal, Trián y el Alcalde señor Barceló y Caimari, que dirigieron la palabra al público, pero sus excitaciones a la calma fueron inútiles.

Cuando hubo realizado el saqueo de los puestos de verduras, invadió la muchedumbre la carnicería y allí cargó cada uno con lo que pudo, desbalijándola.

Durante toda la mañana nuestras calles fueron testigo del desfile de mujeres y niños que cargados con géneros se dirigían a su casa. Quien llevaba un cajón de hijos quien un montón de hortalizas, quien una gallina, quien medio cordero.

Viendo este desfile se podrá deducir la magnitud del saqueo.

El Gobernador en la Plaza de Abastos

A las nueve y media de la mañana estuvieron en el Gobierno civil el Concejal señor Bisbal acompañado de otros señores quienes aconsejaron al Gobernador que fuera la Plaza de Abastos, asegurándole que su presencia calmaría los ánimos.

Accedió el señor Ruiz Valarino acudiendo a la plaza Mayor aconsejando al público que se calmase ordenando que se retirara la fuerza de la Benemérita siendo obedecido en un principio, pero al ver luego que la fuerza s había retirado se soliviantaron de nuevos los ánimos continuando los abusos y atropellos.

A un vendedor de patatas que intentó evitar que le vaciaran el traste le dieron un golpe en el costado izquierdo desplomándolo contra el suelo.

Un dependiente que trató de defenderle recibió un mordisco de una mujer que le hirió uno de los dedos teniendo que acudir a la Casa de Socorro.

El Gobernador, ante dicha actitud se dirigió de nuevo al Gobierno civil celebrando conferencias con el Capitán General y con el Jefe de la Guardia civil ordenando uno y otro la salida de fuerzas.

Una sección de la Guardia Civil acudió a la Estación del ferrocarril y otra de caballería custodió las mercancías del muelle.

Asaltando comercios

Al entretanto los manifestantes fueron recorriendo las calles asaltando diversos establecimientos de comestibles y en particular las tahonas.

Una de la calle de San Miguel conocida por el Forn de ses Llebres no se contentaron con el pan sino con cuantos artículos del ramo de pastelería había en la casa.

De otra de la calle de la Unión, esquina a las Capuchinas se llevaron varias cestas de pan que les entregó el dueño para librarse del saqueo.

En la calle de los Cestos, fue saqueado un horno, y también el de la Plaza de Abastos, derribando de ésta las puertas.

En la Plaza de Cort.- Cierre de las tiendas,. Desde el balcón de la Casa Consistorial.- Suspende la circulación de tranvías.

Los grupos se dirigieron a la Plaza de Cort y a su paso obligaban a los comercios a que cerraran sus puertas, pues los escaparates, desde que se tuvo noticia de los sucesos los cerraron en previsión.

Al entra unos grupos en la Plaza de Cort, a eso de las diez y media, profirieron gritos contra los tranvías, pretendiendo que cesaran de circular, como así lo hicieron, poniendo el letrero de cocheras y arrancando los dos coches hacia la calle de Colón.

Mientras esto sucedía, se asomaron al balcón de la Casa Consistorial el Alcalde accidental señor Barceló y Caimari, el concejal socialista señor Bisbal y el concejal reformista señor Quetglas.

Parte del público les recibió con aplausos.

El señor Barceló i Caimari, dijo que la Corporación municipal estaba al lado del pueblo, que trabajaría para que descendieran los precios, anunciando que había convocado a hortelanos, carniceros y pescadores para que no dejaran mañana (hoy) de llevar géneros al mercado, vendiéndolos a un precio prudente, recomendando al público que acudiera a la compra sin atropellos, pues podría venir el retraimiento de los vendedores, planteando otro grave conflicto.

Luego habló el señor Bisbal, en mallorquín. Dijo al pueblo que las autoridades, tanto civil como municipal estaban a su lado; que habrán podido ver la conducta del Gobernador favorable al pueblo, por lo tanto que tuvieran confianza en las autoridades que así se portaban.

Dijo que lo hecho ha sido un buen aviso para que las autoridades cumplan con su deber y que las acaparadores sepan que no pueden obrar a su antojo sin que les alcance la justicia popular.

Aconsejó a los grupos que se disolvieran y que cesaran las manifestaciones, para reanudarlas desde el momento que vean que las autoridades no solucionan el conflicto de las subsistencias.

Las sensatas palabras del señor Bisbal fueron acogidas con acatamiento por la mayoría, pero otros grupos seguían mostrando su descontento.

Dichos grupos se dirigieron por la calle de Palacio exigiendo el cierre de las tiendas y despachos. Como en la “Isleña” no accedieron a sus pretensiones arrojaron piedras, contra las puertas rompiendo algunos vidrios.

En el Muelle

Sobre las once llegaron al muelle grupos de manifestantes.

En el muelle había tres vagones de patatas para siembra que debían ser conducidos a La Puebla.

La multitud se apoderó de varios sacos, llevándose unos ochenta kilos de patatas.

En el momento en que se empezó el asalto a dichos vagones que se hallaban frente a la caseta del registro, se presentó el teniente de carabineros García González, con varios guardias, logrando apaciguar a la muchedumbre y que desistieran de continuar el asalto de los tres vagones.

También se personaron en el muelle una sección de la Guardia civil de a pie y montada, en previsión de garantir el orden.

En el Muelle también se hallaban a la una de la tarde el teniente coronel Jefe y un comandante de la Benemérita.

A la una y cuarto quedó apostada en el muelle una sección del Escuadrón de cazadores, al mando del oficial señor Barceló.

Fuerzas de caballería

También a dicha hora salieron del cuartel de caballería dos secciones, la primera al mando del oficial señor Benjamin García y la segunda con un brigada, dirigiéndose a la estación del Ferrocarril y a la Puerta de San Antonio para garantir el orden y evitar la continuación de los saqueos.

Escasez de pescado

A las nueve de la mañana en la Pescadería ya se había agotado la cantidad reducidísima de pescado que se había subido del Muelle, pues el motivo de no hallarse más a la venta fue debido a que las parejas se hallaban refugiadas en el puerto por causa del mal tiempo que había reinado la noche anterior.

Cierre de comercios

A medida que transcurrió el día, y en vista de los saqueos el comercio cerró sus puertas, siendo por la tarde el cierre general, presentando la población el aspecto de los días festivos, pues los manifestantes también obligaban a los carros de transporte a que cesasen sus faenas.

En el Gobierno Civil

A eso de la una de la tarde mientras estábamos hablando con el Gobernador acudió una comisión de Comerciantes y almacenistas formulando enérgica protesta por el estado de abandono en que se hallaba la ciudad por la falta de fuerzas que garantizaran el orden y la seguridad personal comunicando al Gobernador que telegrafiarían a la Península ordenando la suspensión del envío de mercancías en vista de no tener aquí quien garantizase su propiedad.

Ante dicha amenaza el Gobernador pidió de nuevo auxilio a la autoridad militar y suplicó a los comerciantes que depusieran su actitud ofreciéndoles garantías.

Acudió también al despacho del Gobernador el Ayuntamiento presidido por el Alcalde accidental señor Barceló y los concejales señor Barceló y Mir, Coll, Obrador, Trián (don Juan), Bisbal, Barrera, Barón de Pinopar, Villalonga, Olivar, Planas, pidiendo al Gobernador que telegrafiara al Gobierno consignando la protesta del Ayuntamiento contra las órdenes del ministro disponiendo el embarque de mercancías.

Le pidieron igualmente que se incautase de un cargamento de habichuelas existentes en el muelle preparadas para el embarque.

El señor Ruiz Valarino les ofreció atender dichos ruegos, advirtiéndole que las referidas legumbres estraban en Palma solo de tránsito importadas de Valencia con destino a Francia.

Reiteraron los concejales la petición.

El Gobernador resigna el mando en la Autoridad militar

Ante el estado de la población y las noticias que a cada momento se recibían en el Gobierno civil, el Gobernador convocó por teléfono a su despacho al Capitán General y al Presidente de la Audiencia.

A la una y media quedó constituida la Junta de Autoridades, en la que el señor Ruiz Valarino resignó el mando en la Autoridad militar.

Gestiones de la Alcaldía

Nos manifestó el Alcalde accidental señor Barceló y Caimari que ante las luchas ocurridas y con el fin de evitar el gran conflicto que se originaría por la falta de subsistencias en la plaza de Abastos había llamado a su despacho a los gremios de carniceros, vendedores de patatas, de pescado y otros artículos recabando de ellos la oferta de que tendrían hoy abastecido el mercando mientras la autoridad les garantizase el orden y la seguridad personal.

El señor Barceló y Caimari se entrevistó con la autoridad Superior ofreciéndoles ésta toda clase de garantías para el mantenimiento del orden, contestación que transmitió el señor Barceló y Caimari a los vendedores.

En Capitanía general

A eso de las tres de la tarde numerosos grupos que venían por el Borne, atravesaron la Glorieta y subiendo por las escaleras de la Seo se dirigieron a la Capitanía General, donde una comisión subió a conferenciar con el señor San Martín.

Al bajar la comisión dijo que había expuesto al señor Capitán General su deseo de que se retiraran las tropas, a lo que contestó nuestra primera Autoridad Militar que estaba dispuesto a hacerlo mientras los manifestantes guardasen compostura y cesasen los saqueos, añadiéndoles que iba a publicar un bando aconsejando al comercio que abriera sus puertas como pedían también los visitantes para poder adquirir géneros.

Contra un comerciante

A eso de las dos y media de la tarde se dirigía un conocido e importante comerciante por la Plaza Mayor a sus oficinas siendo de súbito rodeado por un grupo de revoltosos que trataron de agredirle.

Saqueo del almacén del señor Pomar Kleber

A la una de la tarde la muchedumbre se dirigió al Ensanche contra el almacén del señor Pomar Kleber, que se halla ausente en la península, echándole las puertas abajo, empezando el saqueo saliendo cargados de cajones de higos, sacos de alubias, potes de pulpa y sacas de almendrón.

Muchos de dichos cajones una vez sustraídos, eran vendidos por 2 pesetas y 2,50 cada uno, por los mismos que los habían sustraído.

Durante unos tres cuartos de hora, fue saqueado el almacén. Se calcula que lo saqueado importa unos treinta mil duros.

A las dos menos cuarto llegó un número de la sección montada de la Benemérita, al mando del oficial señor García Silva, logrando contener a los revoltosos.

También llegaron al mismo instante dos secciones del escuadrón de caballería.

Un soldado cae y resulta herido

Al llegar la segunda sección, uno de los caballos tropezó frente al almacén del señor Pomar, viniendo el jinete al suelo, quien todo ensangrentado fue recogido por el público y conducido a una casa próxima y llevado al Hospital Militar en una camilla de la Cruz Roja.

Intentando asaltar almacenes.- Recogiendo judías.

Mas tarde, después de asaltado el almacén del señor Pomar, lo que fue Puerta de San Antonio ofrecía un aspecto imponente. Un gentío enorme invadía la Avenida de Alejandro Rosselló.

Fuerzas de caballería cuidaban del orden y la gente iba afluyendo en todas direcciones.

La calle de Mistral lindante con la fachada trasera del indicado almacén, quedó alfombrada de blancas judías, pisoteadas entre el polvo.

Unos centenares de mujeres y niños les iban recogiendo una a una colocándolas en pañuelos y cestas.

Los grupos no se disolvieron en toda la tarde, siguiendo estacionadas fuerzas de caballería e infantería.

El público se fue esparciendo por distintas calles y plazas llegando a la calle de San Miguel e intentando asaltar el almacén de los señores Alzamora, el cual permanecía cerrado.

Arremetieron contra las puertas y estuvieron a punto de romperlas pero cuando iba a suceder, así llegó un piquete de caballería evitándolo y quedando de patrulla en la calle de San Miguel, desde la plaza de Abastos hasta la del Olivar.

Por todas partes seguía viéndose grupos de mujeres con cestos y talegos.

En las inmediaciones de la plaza de la Cuartera, donde existen varios almacenes de harina, también se formaron compactos grupos que pretendieron abrir las puertas de uno de dichos almacenes no consiguiéndolo.

El propietario del citado almacén fue perseguido por la muchedumbre, viéndose precisado a refugiarse en un zaguán a toda prisa, logrando no ser alcanzado.

También fue saqueado un almacén de tocinería, llevándose jamones, tocino, salchichas. Se calcula que lo saqueado ascende a unas 15.000 pesetas.
 

La Ciudad en estado de guerra

A las cinco de la tarde se ayer el Capitán Ayudante de Plaza señor Catany acompañado de un piquete de infantería al mando de un Teniente, precedido de una banda de tambores y cornetas, procedió en la plaza de Cort a la lectura del bando del Capitán General declarando la ciudad en estado de guerra.

Numeroso público presenció la lectura, fijándose luego el bando en la fachada de la Casa Consistorial, donde también se había fijado el bando del Gobernador Civil, resignando el mando.

En la estación del Ferrocarril

Algunos grupos se dirigieron a los almacenes de los ferrocarriles.

Al principio los empleados de la Compañía pudieron evitar el saqueo pero, aumentados los grupos, lograron apoderarse de algunos sacos de harina, hasta que llego la fuerza pública.

En todas partes se notó la falta de protección de la autoridad; a la que si le era difícil, y por lo tanto las censuras no pueden ser severas, el evitar el saqueo de la plaza de Abastos, dados que son géneros puestos al público, en cambio debió evitar que fueran invadidos los domicilios, derribadas sus puertas y saqueados.

Otro almacén saqueado 

Ayer tarde, poco más o menos a las tres y media, se presentó la muchedumbre en el almacén que posee don José Fuster, dueño de la tienda de “La Estrella” de la calle de la Bolsería, en la calle de Sans, sustrayéndole varios sacos de arroz y una crecida cantidad de azúcar blanquilla.

Por la tarde a las cinco las turbas fueron por el barrio de la Calatrava, asaltando las pequeñas tiendas de comestibles.

Funciones suspendidas

Ayer en vista de los sucesos, las empresas del Principal, Lírico, Cine Moderno y Protectora suspendieron las funciones.

Las empresas del Lírico y del Cine Moderno nos comunican que hoy se celebrarán las funciones con el programa anunciado para ayer.

Una carga

Por la tarde siguió la agitación en la plaza de San Antonio, calle de la Herrería, Sindicato e inmediaciones del Ferrocarril.

Los manifestantes seguían estacionados principalmente frente al almacén de los señores Alzamora hermanos, intentando asaltarlo repetidamente sin conseguirlo.

En un momento de alboroto salieron algunas piedras contra la guardia civil montada, viéndose esta precisada a dar varias cargas que pusieron en dispersión a los grupos.

Fuerzas de Infantería con la sección de ametralladoras se instalaron en la plaza del Ferrocarril emplazando las máquinas.

Había también algunos números de la Cruz Roja.

Más saqueos

Los grupos se disolvieron paulatinamente pero se formaron de nuevo en la plaza de Mercadal y calles adyacentes, asaltando el almacén de don Cayetano Segura de la plaza del Mercadal y frente al del señor Picó de la calle de Bauló.

Las fuerzas de Infantería, Caballería y Guardia Civil continuaron vigilando contantemente.

Tranquilidad

Al anochecer en casi todas las calles reinaba tranquilidad, permaneciendo cerrados tiendas y mostradores, dando con ello una nota triste la ciudad.

Hablando con el Capitán General

Al anochecer hablamos con el Capitán General señor San Martín en su despacho oficial del Palacio de la Almudaina, con objeto de dar a conocer su disposición de ánimo respecto a la marcha a seguir.

El señor Martín nos dijo que después de haber facilitado por la mañana algunas fuerzas de caballería e infantería al Gobernador Civil para prevenir y evitar desmanes de los grupos, el señor Ruiz Valarino, a última hora de la mañana, reunió la Junta de autoridades para tratar de las medidas a tomar en vista de que los grupos habían iniciado el saqueo de almacenes.

En la Junta, el Presidente de la Audiencia, apoyándose en el cariz que iba tomando la situación, expresó su opinión de que debía el Gobernador resignar el mando en el Capitán General y estando éste conforme el señor Ruiz Valarino resignó su autoridad en el señor San Martín.

Este, inmediatamente de posesionarse del mando, procedió a la adopción de algunas medidas encaminadas a garantizar la propiedad enviando fuerzas del ejército a los puntos amenazados, las que evitaron el saqueo.

La tropa fue luego distribuida por los puntos estratégicos de la ciudad, destacando, los diferentes plantones, patrullas que recorrían las calles cercanas.

La presencia de la tropa señalo el fin de los ataques a la propiedad.

En las inmediaciones de la Estación del Ferrocarril unos grupos apedrearon la fuerza, pero la cosa no tuvo importancia, pues no produjeron ni una confusión.

El Capitán General, acompañado de su escolta, recorrió a caballo las principales vías de la ciudad, pudiendo comprobar como la tranquilidad iba renaciendo.

El paso del señor San Martín fue acogido con demostraciones de entusiasmo y cariño.

También recorrieron las calles, con el mismo objeto, a caballo, el general de la brigada de infantería señor de Nouvillas con su ayudante.

Hizo igualmente un recorrido el Capitán de Estado Mayor señor García de la Torre.

El Capitán General nos añadió que no se había limitado a garantir la propiedad sin violencias de las que es enemigo, mientras no sean indispensables, sino que había iniciado gestiones para el abastecimiento de la población.

Al tal objeto celebró una conferencia con la representación municipal, quien se encargó de gestionar que hoy la plaza esté abastecida, cuidando el Capitán General, por medio de la fuerza, de garantizar el comercio.

También excitó el señor San Martín a los tahoneros a que fabriquen pan ofreciendo que los establecimientos serán vigilados.

No añadió la primera autoridad que toda su actuación se dirigirá a defender la propiedad y a cuidar del abastecimiento, no empleando medios violentos, a menos que las circunstancias no obliguen a ello.

Intento de asalto

A las ocho de la noche continuaban varios grupos, en su mayor parte mozalbetes, quienes intentaban el asalto de otras tiendas, principalmente tahonas.

Rompieron las puertas de una establecida en la calle de la Herrería. Fuerzas de Infantería evitaron que la cosa pasara a mayores.

También algunos grupos intentaron romper las puertas del almacén del señor Falconer, no consiguiendo su objeto, pues los soldados llegaron a tiempo.

Detalles

La panadería de don Cayetano Forteza de la plaza de don Eusebio Estada iba a ser asaltada y mientras que varios operarios procuraban evitar el asalto, el propietario iba echando a la calle los panes y panecillos que había en el mostrador.

De esta manera evitó el asalto.

En la plaza de Abastos seis individuos se disputaban un cuarto de cerdo; como no podían llevárselo cada uno por su lado, decidieron repartírselo amigablemente, y armados de cuchillo hicieron el reparto.

Un individuo arrambló con un cono de manteca de los que se ponen como muestra en las tocinerías. Marchaba ufano con la presa cuando observado por algunos le prensaron contra la manteca, dejándolo a punto de echar en la sartén.

Cámara de Comercio.- A los comerciantes e industriales

Esta Cámara de Comercio, debiendo reunirse hoy a las seis y media de la tarte, especialmente para tratar de los sucesos ocurridos ayer, invita a los comerciantes e industriales a que asistan a dicha reunión a exponer lo que consideren más conveniente a sus intereses.

Hablando con el Alcalde

Anoche a última hora hablamos con el Alcalde accidental señor Barceló y Caimari que se hallaba reunido con los concejales señores Villalonga, Oliver, Bisbal y Trián en la Casa Consistorial.

Nos dijo el señor Barceló que hoy estará abastecida la ciudad gracias a las medidas tomadas 

Se incautó ayer de seis mil docenas de huevos que se despacharán hoy en los bajos de la Casa Consistorial.

También se incautó de cuatro cajas de pescado que estaban escondidas en las inmediaciones de la Escuela Graduada y en un hostal de Llucmayor, multando a los dueños con el máximum que le autoriza la ley. Dicho pescado se venderá hoy en la pescadería.

El Alcalde estuvo en el Matadero donde se sacrificaron dos bueyes y buen número de carneros, de modo que hoy estará también abastecido de carne el mercado.

Pan tampoco faltará pues anoche prometieron los tahoneros que confeccionarían pan, panecillos y ensaimadas, mientras les garanticen que no serán atropellados, dándoles las debidas garantías.

El Alcalde para que no faltasen verduras y hortalizas, dispuso que ayer tarde la guardia municipal montada recorriese la huerta de Palma suplicando a los huertanos que bajasen mercancías al Mercado y que serían custodiados.

En Santa Catalina

En el arrabal de Santa Catalina también se registraron saqueos. Padecieron las tiendas de comestibles, arramblando los grupos con lo que encontraban a mano.

Otros excesos

Puestos los grupos en el camino de la violencia y de los saqueos, saquearon también una carbonería, y hubo quien, no teniendo ya donde echar mano, se agarró a un par de zapatos y huyó con él.

Detenidos

Anoche a eso de las ocho, hubo en la Plaza de Cort un tumulto.

Llegó allí detenido un individuo al que custodiaban dos soldados.

Con motivo de dicha detención se formaron algunos grupos.

El capitán que mandaba las fuerzas de Infantería destacadas en la Casa Consistorial les invitó a que se disolvieran, pero no fue obedecido. Entonces dio orden a los solados que despejaran la plaza. Así lo hicieron, pero los grupos partieron voces de ¡fuera! Promoviéndose un serio tumulto.

A consecuencia de esto fuero detenidos por las tropas cuatro jóvenes, los cuales con el detenido anteriormente, custodiados por fuerzas de Infantería fueron conducidos al Cuartel del Carmen.

La plaza de Cort quedó despejada.

Durante la noche

Durante la pasada noche, las tropas han patrullado por las calles de esta ciudad, formando retenes en los puntos estratégicos.

A nosotros no ha llegado noticia alguna de que se haya alterado el orden.

LA ALMUDAINA

19 de febrero de 1919

 

fideus