1921 – EN EL AYUNTAMIENTO OBRAS PORTO PI  - JUAN MARCH-  INTERVENCIÓN DE LLORENÇ BISBAL

Cinco horas de sesión para el asunto de Porto-Pi.- Intervención de Bisbal en el debate.- Los sapos reaccionarios.- Los odios contra March se tornan aplausos y alabanzas.- Los intrigantes se ven descubiertos y se entregan vencidos y humillados por la razón.

Cinco horas duró la sesión municipal del lunes para debatir y resolver la cuestión planteada por los señores Fons, Ramis de Aireflor y Corbella en la penúltima reunión del Concejo sobre el conocido asunto afecto a don Juan March referente al puerto de Porto-Pi que dicho señor construye.

Como era asunto qu habia despertado gran interés y apasionamiento el público que acudió a presenciar los debates fue tan numeroso que en la Plaza de Cort quedaron sin poder entrar algunos centenares de personas.

Después de leído el informe o alegato que según acuerdo debía elevarse al ministro de fomento (informe tendencioso y maquiavélico como la proposición que lo había motivado) éste fue impugnado con sólida argumentación por los señores Pascual, Pou, Forteza, Roca y Bisbal, quienes además de dar un varapalo terrible a los que por odio personal y sistemático contra el señor March aprovechaban todas las ocasiones para hacer campañas, con razón y sin ella, en contra suya, tuvieron también la habilidad de poner bien al descubierto las causas mezquinas de estas campañas y evidenciaron de un modo claro que en este caso concreto se le quería hacer víctima de una injusticia cuando todo Mallorca debía aplaudirlo por invertir una gran parte de su fortuna en crear una industria importante la más importante de Europa en su clase y que implicará un movimiento de tonelaje muy superior al de todas las industrias y materias agrícolas de la isla que se efectúa por el puerto de Palma.

Dado el tamaño de este periódico y en atención a que La Ultima Hora (La Almudaina y Correo de Mallorca ) apenas han dicho nada y lo poco que han dicho constituye un asesinato a la verdad y al buen sentido) ha publicado con bastante fidelidad y extensión los discursos que se pronunciaron en la mentada sesión municipal, nosotros solo vamos a publicar el de nuestro compañero Bisbal. Hélo aquí:

Es preciso reconocer, dijo, que en el asunto que se está debatiendo hoy y en todos los que tienen relación con la persona de D. Juan March, el individuo que exprese públicamente su opinión, por muy honrada que esta sea, favorable a él, corre el peligro de caer envuelto en la campaña de calumnias que desde hace tiempo vienen elaborando cobardemente y en la sobra ciertos elementos que, seguramente por error providencial, viven en el presente siglo cuando por su ideología, por su sentimentalidad y por sus obras debió corresponderles haber vivido en la época antediluviana.

 Pero también es preciso disponerse a arrostrar valientemente este peligro de la maledicencia porque de lo contrario uno se expone a caer dentro de otro peligro mayor y más grave: el de convertirse, por cobardía cívica, en colaborador pasivo y por consiguiente en esclavo de la reacción que es la promotora y sostenedora de dicha campaña corrosiva contra March, porque este señor, económica y políticamente está echando abajo todo un sistema caduco y arcaico y porque, además, está construyendo una Casa del Pueblo a la clase obrera que es lo que tiene irritada a las derechas y a la burguesía troglodita.

Y yo, señores concejales, no paso por ahí; prefiero mil veces ser víctima de la murmuración y de la calumnia que hacer el juego a los sapos de la reacción. (Los sapos edilicios, se sienten heridos y protestan iracundos y revueltos desde sus escaños, y Bisbal mantiene la frase con gran energía.

Agrega nuestro compañero que los odios contra March han llegado a tal extremo que no sólo han penetrado en  el Ayuntamiento, sino que incluso han traspasado los umbrales de los templos dándoles rienda suelta desde lo que llaman sagrada tribuna (Aquí los sapos angelicales se descomponen e increpan a Bisbal negando veracidad a lo dicho). Nuestro compañero dijo: “apelo a los testigos que el viernes último fueron a oír el sermón del P. Recolons en la catedral” (El público acoge lo dicho por nuestro compañero con palabras de ¡Bravo¡ ¡Bravo¡ ¡Muy Bien¡

Y que aquí –continúa diciendo Bisbal- se ha traído esta cuestión por intrigas personales contra March y no por espíritu de equidad y patriotismo lo demuestra el que en otros casos, como en la explotación del servicio de tranvías, el Ayuntamiento, teniendo derecho a imponer arbitrios a la Compañía por ocupación de la vía pública, en los primeros años se la eximió de dichos impuestos y en la actualidad los paga muy módicos en atención a que se trataba de un servicio beneficioso para el país y por consiguiente no se debía dificultar su desarrollo y prosperidad. ¿Es que el puerto que construye el señor March en Porto-Pi en su propiedad y de su propio peculio perjudican en nada los intereses del Ayuntamiento y el tráfico que por allí se haga no beneficiará, en cambio, los generales del país? ¿Es que no representa nada para el país el que un hombre se gaste sus millones haciendo un puerto y montado un industria cuyo movimiento de tonelaje será superior al del puerto de Palma? ¿Es que estas obras no representan trabajo y riqueza general para Mallorca? ¿A qué pues el Ayuntamiento, sin ser legal ni patriótico ni tener competencia para ello y contra los precedentes que estableció en el servicio de tranvías pretende ahora que a los efectos de la tributación por carga y descarga en dicho puerto sea este equiparado al de Palma? ¿No recordais además que fuisteis vosotros, que fue el Ayuntamiento quien proclamó hijos ilustres de la ciudad a los señores Ribas y Maneu por el único mérito de haber creado unas industrias que no tienen una décima parte de importancia de las que está creando el Sr. March? ¿A qué pues esta diferencia de conducta para con este en relación con los demás? Yo lo atribuyo al odio personal que las derechas le profesan por lo que ocurrió con lo de la Isleña Marítima y por haber éste donado la Casa del Pueblo a los trabajadores.

Dirigiéndose al compañero Bisbal el señor Corbella, que había manifestado que su actitud obedecía únicamente a que no se concedieran al señor March privilegios en perjuicio de los intereses generales del país, le dijo que no tenía autoridad para hablar así quien, como el Sr. Corbella, perteneciendo a la Junta de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad había votado un donativo de 25.000 pesetas para la Federación Obrera Católica, donativo que representa un irritante privilegio puesto que con el dinero de todos los imponentes a dicha Caja de Ahorros, que los hay de todas las tendencias sociales y políticas, se favorecía a unos intereses determinados en perjuicio de otros y sin que a ello lo autorice el reglamento de dicho Instituto que determina que los beneficios que se obtengan sean repartidos en obras de caridad y beneficiencia.

Bisbal terminó diciendo que votaría la proposición del señor Pascual, que el también había firmado, porque entendía que era lo justo y lo legal.

Los señores Fons, Corbella y Obrador no tuvieron alama para rebatir ningún argumento ni siquiera para defender el dictámen, pues el primero sólo se defendió de los ataques del Sr. Pou y todos, al verse descubiertos y aplastados, no tuvieron más remedio que reconocer la importancia de la obra del Sr. March prodigándole tantos elogios y alabanzas que no parecía sino que se habían vuelto “verguistas”. Los odios se tornaron aplausos y los intrigantes se entregaron vencidos y maltrechos por la justicia y la razón, votándose por unanimidad una proposición en el sentido mismo que siempre había sostenido los que defendían los derechos del señor March, o sea que se concediera a este lo que solicitaba al Estado con respecto al puerto de Porto-Pi siempre y cuando no estuviera en pugna con las leyes vigentes ni con los intereses y conveniencias del país.

Y con esto terminó la sesión, siendo las once de la noche.

Mano Dura

SE DICE …..

-         Que los adileños, montenegrinos y clericales de Palma están que escupen ira por lo de “sapos reaccionarios” y por haber descubierto Bisbal las misas fraudulentas que dan vida y sostén al Adalid y a su Federación amarilla, misas que pagan los que llevan dinero y prendas al Monte de Piedad sobre cuya miseria hacen de rumbantes y sientan plaza de moralistas y piadosos los católicos, apostólicos y romanos.

-         Que en vista de que el “Verga”, a despecho de la burguesía y de los “sapos reaccionarios” construía una Casa del Pueblo a los bolcheviques, una alta autoridad eclesiástica, a despecho del “Verga”, quiso también dotar de un edificio social y de un periódico a los amarillos y rompe-huelgas, pero que en vez de imitar pagándolo de su bolsillo particular convocó una reunión de magnates y casi en forma de atraco les sacó mil pesetas a cada uno para costear aquellos gastos, más como el dinero recaudado fue insuficiente inspiró, y obtuvo de los fieles que forman la cristiana Junta de la Caja de Ahorros que se subvencionara a la Federación amarilla con 25.000 pesetas de fondo de beneficio del año 1919 con 12.500 en el 1920 y no sabemos con que otras cantidades en los años que vendrán, todo ello naturalmente, con el santo fin de salvar almas perdidas y ofrecer a la clase patronal un baluarte con un rebaño de corderitos que defiendan sus intereses de las embestidas bolcheviques.

-         - Que el jefe de los urbanos señor Comas pregona que su gran poderío alcanza la esfera de EL OBRERO BALEAR afirmando que no insistiremos en lo referente a que por cien pesetas no es capaz de prevaricar. Por hoy le situaremos en Can Pastilla ante tres señoritos “bien” que frecuentan aristocrática sociedad y otro día ya le diremos lo que se dice respecto a la forma, modo y manera como fue llevado uno de dichos señoritos desde la aristocrática sociedad al cuartelillo municipal, lo que allí pasó y como su compinche Martorell con relación al antedicho señorito realizó delicadísima misión. Y siguiendo por este camino casi podemos afirmar que lo que se dijo, lo que se dice y lo que se dirá, al fin y a la postre resultará exacto.

-         Mosén Rapazuelo

EL OBRERO BALEAR nº 992

4 de marzo de 1921