1922 –  MOMENTOS DE RESPONSABILIDAD

ANTE UN CONGRESO EXTRAORDINARIO

 

Prescindiendo de aquellos criterios gratuitos que abundan tanto en las esferas sociales y que suelen opinar con la vista fija en la despensa de su casa sin importarles nada el estado de la organización, bueno será deslindar malas interpretaciones restableciendo en lo posible la verdad, para que la masa proletaria no se preste a ser juguete de cuestiones que viven al margen, completamente al margen, de los fines que ésta persigue.

 

Con motivo del próximo Congreso que ha de celebrar la Federación Local, solicitado por el Sindicato de laborar Madera, el órgano de los socialistas de Palma ha hecho objeto de muchos comentarios, a cual más equivocados, las tres proposiciones que la referida entidad presenta, sin tener en cuenta que para tratar cuestión tan delicada se necesita, como primera condición, despojarse de odios y rencores pasados demostrando entera imparcialidad en la apreciación de unos asuntos de tanta trascendencia como los que se han de discutir en dicho Congreso.

 

Buscar una afirmación categórica de la negativa que representa la organización obrera de Palma ante las necesidades proletarias sería buscar agua en el mar y no encontrarla, pues sabido es que si a medida que nuestros adversarios perfeccionan sus métodos de lucha difícilmente podremos vencerlos si nos estacionamos dentro un mismo cauce sin evolucionar en sentido progresivo, por se la táctica por nosotros patrocinada inferior metódicamente a aquella de nuestros enemigos.

 

Pretensión absurda y disparatada es poner un dique al pensamiento para coartar el desarrollo mental de los obreros que piensan y creen que perfeccionando la organización podrá dar esta mayores resultados, moral y materialmente, ante los opresores de la casta explotada; pero lo malo es que cuando esto se discute se olvida el fin primordial que nos lleva a discutirlo, poniendo el interés personal por encima de las aspiraciones que como desheredados perseguimos, dando la sensación de que el que más insulte y ofenda será el que debe llevarse la palma de la victoria.

 

Y los que ayer no se cuidaron para nada del Reglamento con que se rige la Federación Local hoy acuden presurosos a evocarlo olvidándose para sus fines y efectos que son los mismos que hace poco tiempo y aún ahora lo están escarneciendo cada día con su falta de escrupulosidad y sentido común, queriendo demostrar ser sabiondos y letrados en la materia del Congreso, cuando no son más que fieles servidores de un partido o lo que quieran llamarle, que por su programa les impone una norma imperdurable, sin modificaciones progresivas y por el que quieren regirse eternamente.

 

Las agrupaciones políticas, y sea dicho con todos los respetos para quienes estén afiliados a ellas, por titularse de clase no dejan de ser una incongruencia enorme que convivan con las demás organizaciones netamente obreras y de educación, por la sencilla razón de que la influencia de aquellas se introduce en el campo obrero turbando la imaginación y sembrando la discordia entre los mismos trabajadores.

 

Las organizaciones obreras no deben ser esclavas de partido alguno ni pueden tener contacto alguno con éstos, puesto que nos unimos ante el capital como explotados para conquistar los derechos de todo los que vivimos del salario, sin excepciones partidistas de ninguna especie.

 

Ahora bien: si reconocemos que esta es la verdad, ¿debe la clase trabajadora vivir ligada a una escritura de donación que da cabidas igual a unas y otras entidades y agrupaciones? Sería conveniente que los que son los llamados a resolver prestaran especial atención a este punto, porque matando la causa se evitaría el efecto que seguramente será siempre el eterno mal.

 

Es muy doloroso tener que entrar en un dilema de esta índole, que pone en evidencia un hecho que, como la donación de la Casa del Pueblo en construcción, fue vitoreado por el Partido Socialista.

 

Las entidades obreras de Palma no deben arrastrar el peso de una incomprensión o, si se quiere, de una equivocación sufrida por algunos firmantes de la escritura de donación.

 

Los directores de la organización tienen el deber ineludible de no entregar la masa a un libertinaje perjudicial salvando en lo posible la ridiculez de los trabajadores porque nadie puede recriminar que antes que todas las escrituras y que todas las conveniencias particulares está la dignidad de la misma, que es más, mucho más sagrado, que el egoísmo personal, la cual vienen obligados a defender para no caer en el atropello de unas atribuciones incalificables que en conciencia de causa no podían ser arrebatadas de aquellos que deben sufrir sus consecuencias.

 

Al decir atribuciones incalificables es necesario aclarar a que se refieren tales palaras.

 

El párrafo cuarto y quinto del acta de donación por D. Juan March dice que “el Patronato verá en caso de divergencia entre las entidades que integran la Federación si o no debe ingresar una entidad que lo solicite”. Es notoria, pues, esta contradicción con la autonomía que pregona “El Obrero Balear”, porque este Patronato, ayer obrero, hoy en parte patrono y mañana convertido en burgués, posee una autoridad que anula toda beligerancia de los federados, máxime siendo un patrimonio hereditario que absorbe o puede absorber con su propia fuerza toda lucha entablada desde la Federación contra el capital.

 

Por el Comité del Sindicato de la Madera

Palma, 13 Marzo de 1922 

 

    CULTURA OBRERA nº 135

    18 de marzo de 1922