1922 –  SOBRE LA NUEVA CASA DEL PUEBLO DE PALMA

O se disuelve el Patronato o las Sociedades obreras hacen renuncia del donativo de D. Juan March.- Este asunto se discutirá en el Congreso obrero.- Otras cuestiones que han de tratarse en el próximo Congreso obrero de Palma de Mallorca.

 

En la escritura de donación de la Casa del Pueblo por D. Juan March a las sociedades obreras de Palma, hay algunas estipulaciones que la dignidad de aquellas no puede de ningún modo aceptar.

 

La novena estipulación de la mencionada escritura dice así:

 

El Patronato llevará la representación de la Casa del Pueblo en todos los actos de la vida de relación social; sean judiciales, extrajudiciales, administrativas o de cualquier otro orden; pudiendo delegar esta representación en su Presidente; y resolviendo las cuestiones que se presenten por mayoría de votos de los que lo formen” De esto se deduce bien claramente que el único representante de la Casa del Pueblo es el Patronato. El Comité de la Casa del Pueblo no representa, pues, a ésta. Su valor es negativo. Es un cero a la izquierda. Este cero únicamente podrá tener algún valor cuando se le antoje al Patronato, que es un valor positivo, colocándoselo a su derecha. De lo contrario dicho Comité carecerá eternamente de valor como representante de la Casa del Pueblo.

 

Las estipulaciones décima y undécima de dicha escritura dicen que las facultades del Patronato en relación con los Presidentes de las Sociedades donatarias, y las demás atribuciones que no se detallan serán objeto de un Reglamento especial, redactado por dichas entidades, lo cual será modificable con posterioridad; “pero –dice- no se podrán mermar las facultades que el Patronato confieren el primer Reglamento y la presente escritura”. Con esta coletilla se quiso quedaran aún más aseguradas y remachadas las atribuciones del Patronato, en mengua de las que debieran tener las Sociedades obreras.

 

Según la duodécima estipulación, los individuos del Patronato no solamente son los amos y dueños vitalicios de la Casa del Pueblo, sino que pueden legar ese título a perpetuidad de generación en generación. El primer párrafo de dicha estipulación dice así: “Cada uno de los individuos que forman el Comité o Patronato puede nombrar quien le sustituya para casos de ausencia, enfermedades, imposibilidad física o legal y muerte. Si alguno muriese sin hacer tal designación, los sobrevivientes harán el nombramiento del que haya de sustituir al fallecido”. De modo que según esta última estipulación sería muy probable que no tardáramos en ver a dicho Patronato constituido por un jesuita, un jefe militar, un gobernador civil, un obispo y un fraile descalzo o por otros individuos que fueran los mayores enemigos de la clase trabajadora.

 

En el próximo Congreso obrero se discutirán las precedentes estipulaciones y en el mismo debe acordarse el proponer a D. Juan March la completa anulación de la escritura de donación de la Casa del Pueblo y que se extienda una nueva modificando las estipulaciones que acabamos de indicar, disolviendo el mencionado Patronato y dando al Comité de la Casa del Pueblo y a las Sociedades obreras que estén domiciliadas en la misma las atribuciones que deben tener sobre dicha donación o de lo contrario las Sociedades obreras deben abandonar la Casa del Pueblo.

 

Una de dos: o se disuelve el Patronato o las Sociedades obreras hacen renuncia del donativo de D. Juan March.

 

Además de las mencionadas cuestiones, en el Congreso también se discutirá lo beneficioso que resultaría para las Sociedades puramente de resistencia al capital y de educación, el que las entidades políticas tuvieran su domicilio social fuera de la Casa del Pueblo.

 

Muy importante es también como las otras la ponencia que ha de discutirse en el mismo Congreso y que trata de la conveniencia de adherir la Federación Local a la Confederación Nacional del Trabajo de Palma, que lleva su representación en ésta.

 

Tenemos la completa seguridad que en el próximo Congreso obrero de Palma se tomarán acuerdos de suma trascendencia y altamente beneficiosos para la clase trabajadora.

 

Esperamos  que todas las sociedades obreras de esta localidad enviarán su representación a dicho Congreso y que los delegados que asistan al mismo discutirán los temas que serán presentados con toda calma y con serenidad, con imparcialidad y sin apasionamientos de ninguna clase, con rectitud de criterio y con la vista fija en el bienestar de la humanidad en general y no de algún grupo o facción.

 

Si se hace así daremos un paso de gigante hacia la reivindicación de nuestros derechos.

 

    CULTURA OBRERA nº 135

    18 de marzo de 1922