1922 –  SOBRE EL PRÓXIMO CONGRESO OBRERO DE PALMA

 

No nos sorprende nada la activa labor emprendida por los socialistas de Palma contra las tres anunciadas ponencias que se presentarán en el próximo Congreso obrero. En primer lugar dicha labor no nos sorprende, porque ellos representan la extrema derecha del socialismo y, por lo tanto, son conservadores, adversarios a toda innovación reivindicadora, cual la que se llevará a cabo en dicho Congreso, acérrimos partidarios de su rancia política y del eterno mantenimiento del statu quo de su programa socialista, y, en segundo lugar, porque, en caso de que dichas ponencias fuesen aprobadas, cesarían para siempre sus atribuciones y sus influencias políticas sobre la Casa del Pueblo y sobre las Sociedades obreras respectivamente. Mas, tenemos la seguridad de que todo cuanto hagan para dicho fin será infructuoso. La mayoría de los trabajadores palmesanos ya desprecian las instrucciones de los jefes de capilla o de facción que forman parte de la grey de los profesionales políticos, y van ingresando en las filas del sindicalismo revolucionario. Por eso es que no dudamos de que en dicho Congreso se aprobará el que la Federación Local s adhiera a la Confederación Nacional del Trabajo ingresando en la Federación Regional de Baleares. Respecto a este particular dicen los socialistas a los demás obreros que los sindicalistas pretendemos de una manera solapada dar una orientación anarquista a la organización obrera. Pues no es de un modo solapado, sino abierto y claramente que lo hacemos. Hacemos nuestra, y quisiéramos que todos los obreros se enterasen de esto, la siguiente manifestación del Comité de la C.N. del T. “Nosotros, esencialmente anarquistas, no admitiremos otras orientaciones e ingerencias en nuestra misión que aquellas que vengan de los mismos anarquistas. Nosotros rechazaremos toda modalidad de lucha que no sea la de acción directa y que no persiga como fin la implantación del comunismo libertario.”

 

Sepan, pues, socialistas y no socialistas, que, efectivamente, deseamos “que todas las Sociedades y obreros de la Casa del Pueblo sean anarquistas, partidarios de la acción directa y del comunismo libertario”. Queremos que todos sean antipolíticos y rebeldes, sin Dios ni Rey ni amo. ¿Quieren los socialistas que nos expresemos con más claridad? Suponemos no dirán en los sucesivo que queremos engañar solapadamente a los trabajadores, como se deduce de las declaraciones que hacen en su órgano en la prensa.

 

El Patronato de la Casa del Pueblo está constituido por cinco socialistas. Pues bien, nosotros, los sindicalistas anarquistas, pedimos la disolución de dicho Patronato, porque tiene unas atribuciones que tan solo pertenecen al Comité de la Casa del Pueblo, y, además porque, como somos antipolíticos, no queremos que unos individuos acérrimos defensores de un Partido político lleven la dirección de los asuntos puramente obreros. Y por la influencia que algún Partido político pudiera ejercer sobre los obreros conviviendo con las sociedades domiciliadas en la Casa del Pueblo, nosotros, antipolíticos y anarquistas, no queremos que ningún partido político tenga su domicilio social en la misma.

 

Los sindicalistas anarquistas queremos hacer de los obreros hombres felices, libres y sabios, y los socialistas quieren convertirlos en eternos desdichados, esclavos e ignorantes, pues no a otra cosa conduce su política. Y como todo esto conviene mucho a los burgueses, de ahí el maridaje de los socialistas con la burguesía.

 

D. Juan March creyó que regalando una Casa del Pueblo a los socialistas hacía un buen negocio para sí y para su clase, la burguesía.

 

¡Cómo se frotaría las manos de contento el Sr. march después de que su portentoso cacumen dio a luz tan sublime proyecto, y con aquel toda la burguesía mallorquina, pues dicho donativo era un insuperable dique, según éstos, para contener las justas aspiraciones de la clase obrera!

 

¡Bah! –se diría para sus adentros- con el regalito de esa Casa me meto al Partido Socialista en el bolsillo y con dicho Partido a todos los obreros de Mallorca. Nombraré un Patronato de individuos socialistas, cuyo Patronato será el ÚNICO que entenderá en todos los asuntos de la Casa del Pueblo, y al cual manejaré yo a mi capricho tirando del hilito.

 

D. Juan March es hombre competentísimo en negocios y en política, no se le puede negar, y el regalo que hizo a los trabajadores de dicha Casa fue para el un gran negocio. El se diría –Regalo cien mil y pico de pesetas; pero los adquirientes de ese regalo harán ganar varios millones a mi personalidad política con sus votos, y, además, con los mangoneos que proporcionaré a los socialistas éstos ya se cuidarán de hacer que los obreros no se atrevan a ponerse frente a mí en ninguna huelga, con lo que les podré explotar muy fácilmente a mi gusto, y por este concepto mi caja de caudales también aumentará en otros tantos millones. ¡Casi nada! ¡Un redondo y colosal negocio!

 

Pero D. Juan March no contó con la huéspeda o sea, en este caso, con los sindicalistas todos ellos antipolíticos, rebeldes, casi todos anarquistas, y que a pesar se les tilde de analfabetos por los socialistas, saben muy bien leer y escribir, al contrario de los sumisos y analfabetos políticos que se pusieron a las incondicionales órdenes del Sr. March.

 

No queremos ser más extensos. En el Congreso que celebraremos todo se dilucidará y compondrá.

 

    CULTURA OBRERA nº 136

    25 de marzo de 1922