1922 – UN MANIFIESTO DE … ELLOS

Si, de ellos es, de los comunistas y sindicalistas, de los que hasta ahora han mangoneado y vivido en la Casa del Pueblo a costa del alquiler pagado por D. Juan March, abandonándola ahora –dicen ellos- porque no quieren agradecer regalitos de un millonario, ¿Hasta ahora no os ha venido el escrúpulo?

De ellos es el papelucho que se repartió profusamente por esta capital el sábado y domingo últimos, dirigido a la opinión pública en general y a los trabajadores en particular, engañando a esa opinión y a esos trabajadores como si fueran unos chinos.

De ellos es, no lo confundan, porque los trabajadores de la Casa del Pueblo no quieren la paternidad de tanta chabacanería.

¿ Y que dicen ellos en el flamante manifiesto? Pues dicen lo siguiente: que para ellos “constituía una inmoralidad el continuar conviviendo en la Casa del Pueblo”.

Y nosotros decimos que tienen razón; y la prueba está en que los Sindicatos que firman el manifiesto se han ido con más de 1000 pesetas, más de mil, entiéndalo bien, MAS DE MIL pesetas de débito por cuotas atrasadas. ¿Queréis más moralidad que esa?

Y vosotros direis : ¿cómo se comprende tanto atraso de cuotas si en el mismo manifiesto se afirma que los aludidos Sindicatos eran los más importantes? ¿Los más importantes y no podían pagar? No, no es eso; es que como los sindicalistas y comunistas tienen mucha moralidad y además llevaban la dirección y administración de la Casa, creyeron que el mejor tributo a la moral consistía en que todos los Sindicatos  de su devoción no pagasen y que sólo llevasen la carga de los gastos los … otros, los “inmorales” que no eran de su partido. Ni más ni menos que lo que hacia un tiempo el bajo caciquismo rural con el reparto de consumo: “Eres de los míos, pues no pagas consumo”. Así, son ellos tambien.

Y lo que se hacía con los Sindicatos se hacía con la prensa. La Casa del Pueblo estaba suscrita a los órganos centrales de los partidos comunista y socialista y al entrar el nuevo Comité se ha encontrado sin una mensualidad pagada de El Socialista y todas las de La Antorcha satisfechas.

Y por si esto no basta, Ignacio Ferratjans, presidente que era del Comité Central, debía entregar una copia que tiene en su poder de la escritura de la Casa del Pueblo, pagada de los fondos de la Federación, y su moralidad no le ha permitido entregarla aún.

¿Queréis más pruebas de la moral de ellos? Pues allá va otra más gorda aún.

Ellos, los de la moralidad, se han ido de la Casa del Pueblo llevándose, muy moralmente, los fondos de la Federación de dicha Casa, que suman la friolera de sietecientas y pico de pesetas (sic), según la liquidación de sus cuentas que acaba de hacer el nuevo Comité valiéndose de datos y un libro que se olvidaron de robar los … ladrones, liquidación que en breve se publicará para poner la honra y la moralidad de ellos en el dito lugar que corresponde.

¿Comprendéis ahora, trabajadores y opinión pública en general, porque, ello, no podían continuar conviviendo en la Casa del Pueblo? ¿Cómo van a poder convivir con los “inmorales” socialistas hombres de  tanta moralidad?

¡Oh, purísimas e inmaculadas vírgenes del sindicalismo y del comunismo palmesano! ¡Publicad manifiestos que ponga a reguardo de los “inmorales” socialistas vuestra “santa virginidad”, vuestra santa honorabilidad y vuestra santísima moralidad. Pero ‘por favor! entregad los fondos de la Federación Local y procurad, en adelante, que unos malditos ladrones no os vuelvan a robar los libros de contabilidad en el momento de tener que rendir las cuentas.

Porque ante todo, eso: la moralidad.

EL OBRERO BALEAR nº 1060

23 de junio de 1922