1922 – UN ROBO MISTERIOSOS EN LA CASA DEL PUEBLO 

El viernes de la semana última apareció forzado un armario de una vitrina de la Casa del Pueblo donde el Comité Central de la Federación guardaba los libros de contabilidad, los cueles fueron robados.

Es este un robo misterioso que se presta a muy sabrosos comentarios. ¿Quién pudo llevarse estos libros? ¿Qué interés podía haber en ello? ¿Con qué fin los robarían?

Estos interrogatorios sugiere a cualquiera el extraño hecho. Los libros robados no son vendibles como mercancía ni pueden ser útiles a nadie más que a los que de ellos se servían para llevar la administración general de la Casa del Pueblo. Nadie, por consiguiente, pudo realizar el robo con la idea de sacar dinero del mismo. Solamente los que llevan la administración, en el caso de que esta fuera mala, podrían, lógicamente pensando, haber simulado la comedia de tal robo para evadir responsabilidades al rendir cuenta de su actuación. Pero nosotros tenemos noticias de que el Comité Central, a pesar de la desaparición de los libros tiene en su poder todos los justificantes de los pagos y cobros y si es así los libros pueden reconstruirse en cualquier momento y aparecer muy claras las cuentas. Si es verdad que estos justificantes existen y que el Comité está dispuesto a exhibirlos no cabe poner sospechas sobre él ni tiene el robo ninguna importancia a los efectos de una liquidación de cuentas. ¿ Por qué, pues, tanta algarabía como la que ha promovido el Comité Central llevando incluso el asunto al Juzgado, por un hecho que si bien es delictivo bajo el legalismo burgués apenas si tiene importancia para la Federación puesto que no empaña la honra de nadie?

Si el que sustrajo los libros lo hizo con la intención de que el Comité no pudiera justificar su obra administrativa y su conducta quedara en entredicho cometió una imbecilidad puesto que sobran medios, cuando se está limpio, para justificarse. Y lo mismo decimos en el caso contrario, o sea que la sustracción se hubiese hecho para levantar la atmósfera maligna contra los adversarios del Comité actual suponiéndole autores de tal vileza.

Por cualquier lado se mire el asunto el hecho reviste todos los caracteres de una tontería, pues sólo tendría gravedad en el caso improbable de que el Comité Central quisiera ampararse en este robo para no rendir cuenta debidamente de su administración y en tal supuesto habrían tenido que desaparecer también, además de los libros la contabilidad, los justificantes de la misma, y eso, afortunadamente, no se lo han llevado los “ladrones”.

EL OBRERO BALEAR nº 1050

14 de abril de 1922