Vicente Lacambra Serena   INAUGURACIÓN DE LA CASA DEL PUEBLO 

Según informa vuestro semanario vais a inaugurar en breve la magnífica Casa del Pueblo de la calle María Cristina, donación del potentado mallorquín, don Juan March, quien merece, por este acto generoso, la gratitud de los trabajadores palmesanos.

No es común en España este género de desprendimientos por parte del elemento burgués. Fuera para redimir su alma de las terribles penas del infierno, merecidas justamente por haber hecho infierno de otras vidas proletarias, y no faltarían burgueses y burguesas, no faltan, mejor dicho, que ligan fortunas cuantiosas para fines de espiritual salvación.

Tal costumbre tienen de comprarlo todo, que llegan, en su desvarío, a querer comprar trozos de cielo. Con ello prueban su egoísmo desmedido. Es posible que en su vida hayan oído aquella sentencia del Mártir del Cólgota, que asevera “ser más fácil que un camello pase por el calso de una aguja, que un rico entre en el reino de loa cielos”, y comerciantes sobre todo, cuando ya no pueden usar y abusar de las riquezas (este es el derecho de propiedad) hacen donación de ellas para quedarse pobres y, por tales, entrar en la corte celestial. ¡Son muy listos! Pero tengo para mí, que no logran sus propósitos. Sobre la ridiculez de su pretensión es posible que caiga la sonrisa sarcástica de los “iniciados” y que, si hay justicia en alguna parte, se encargue Barrabás de darles su merecido.

Pero dejemos estas vulgares disquisiciones metafísicas y vayamos al grano. Es lo cierto que por la munificencia de don Juan March, a quien, por generoso en un recto sentido, saludo cordialmente, se ha levantado en Palma de Mallorca una soberbia Casa del Pueblo.

De la cas del pueblo se dice –ya lo he dichos muchas veces- que es el Templo del Trabajo.

Pero así como en las religiones positivas es el templo lugar contemplativo y de masculles de sesos sin íntima emotividad, es decir, es todo pasivo, es todo inercia, el Templo del Trabajo debe ser todo lo contrario; debe ser acción, acción íntima en el amor fraterno, acción decidida y constante para umbrar y extender la justicia entre los hombres.

 Y merece el nombre augusto de Templo porque ninguna religión es más sublime que la que se ejercita a esos altísimos y humanos fines; dignos, si se quiere, en fuerza de ser humanos.

Vuestro Templo del Trabajo es digno del alto fin, sed vosotros, compañeros dignos del fastuosos Templo. Rezad en él esas maravillosas oraciones que pronuncia el corazón con el entusiasmo por toda empresa noble, con el esfuerzo por toda obra justa. Amad, amad mucho al compañero y sed indulgencia para el extravío sin poner jamás odio contra el hombre y si solamente contra lo inocuo. Orad en vuestro templo ejerciendo todas las actividades; que el ruido sagrado del esfuerzo, ese murmullo augusto de la vida, es la única oración fecunda. E id a él con la frente levantada y con el recogimiento, que se debe al Templo. Meditad cuáles son los caminos que conducen a la vida, cuáles las sendas que llevan a la redención. Es posible que las más prácticas sean también las más espinosas; que no se obtiene el bien sino después de haber sabido conquistarlo y merecerlo. La prudencia tanto como la constancia deben guiar vuestros pasos. Estos dos adjetivos, estas dos fecundas y revolucionarias cualidades radican en la gloriosa Unión General de Trabajadores y en el no menos glorioso Partido Socialista Español. Orientados sindicalmente por aquélla, políticamente por éste, engrosando cada día mas las filas del Ejér5cito del trabajo, levantad en vuestro magnífico cuarte general palmesano el baluarte inexpugnable desde donde señaléis a vuestros compañeros los rumbos que conducen a la tierra prometida.

¡Orad con todos los amores por esa religión santa; amad con todas las actividades por este fin, que es vida, porque es esperanza lógica y legítima.

Y a vuestros ¡vivas! a la Casa del Pueblo de Palma quiero unir el mío, muy cordial y muy entusiasta.

¡Vivaaaaa!

Vicente Lacambra Serena

Valencia Enero 1924

EL OBRERO BALEAR nº 1136

18 de enero de 1924