1924 – Una fecha memorable

LA CASA DEL PUEBLO 

 

Con piedra blanca quedará señalada en los anales de la organización obrera de Mallorca la fecha del 20 de Enero de 1924.

 

En este día fue inaugurada, con aquella cordialidad y efusión propia de las obras plenas de sentido humano y fraterno, la nueva Casa del Pueblo, el magno edificio que a los obreros donara nuestro primer hombre de acción y en el cual ha dejado un tratado vivo de belleza arquitectónica don Guillermo Forteza.

 

La inauguración de la Casa del Pueblo hubiera tenido en todo momento un elevado valor sintomático, porque representa para la organización obrera la seguridad de la posesión de su sede social, sin ingerencia alguna; pero, en los actuales momentos, y precisamente por la virtualidad de los contrastes, adquiere el acto del domingo un valor mayor aún.

 

Es en las organizaciones obreras de todo el mundo un principio ineludible el de sujetar todos sus actos a los dictados de la más pura democracia, pudiendo decirse que son hoy las agrupaciones proletarias las únicas en que se atiende estrictamente aquel criterio.

 

Importa también destacar algunas notas del magnífico discurso que el generoso donante del nuevo palacio societario pronuncio en aquel acto.

 

Don Juan March proclamó, en primer lugar, solemnemente, y retó valientemente a cualquiera a demostrar lo contrario, que la donación de la Casa del Pueblo no representa lazo alguno de dependencia de los obreros para con él, extremo éste que burdamente ha sido explotado por los enemigos del donante y donatarios y que ahora, después de las manifestaciones del señor March, queda falso de base.

 

Esta obra es únicamente mía, dijo también el señor March, y no tengo que compartir con nadie el orgullo y la satisfacción de haber dado residencia definitiva a las organizaciones obreras. Palabras que a su exactitud unen la circunstancia de ser justo término de comparación con otras obras de las llamadas sociales o simplemente de auxilio a los desvalidos a los desvalidos que han servido para aureolear el nombre de alguien, que no puede pronunciar palabras como las transcritas del señor March.

 

Este tuvo, al final ya, unas palabras que son el reconocimiento justo y exacto del valor del trabajo, que él puede hacer porque es hijo del trabajo, aunque hoy su posición económica –noblemente lo confesó- no le permite compartir totalmente las teorías de los propietarios del palacio por el construido.

 

Desde el domingo cuentan las sociedades obreras con una nueva Casa, a la cual han de ligar en adelante su vida colectiva. Que esta Casa del Pueblo, además de su fin social, cumpla otro de elevada política: el de ser baluarte de la Libertad y también centro desde  el cual se opone la evolución que ha de llevar a la sociedad a una más justa y humana modalidad social.

   EL DIA

  22 de Enero de 1924