1924 – LOS AMIGOS DE LA CASA DEL PUEBLO

Cada vez que vamos a la Casa del Pueblo nos quedamos extasiados contemplando el magnífico edificio de los trabajadores palmesanos. A nuestra mente acuden recuerdos del pasado y visiones del porvenir.

Pensamos en los locales –alquilados con gran empeño y dificultad- que en el pasado fueron albergue de las Sociedades obreras, casi todos ellos bochinches sucios y sin condiciones para nada, enclavados en callejuelas estrechas y sucias también. ¡Que diferencia de aquellos caserones desproporcionados y sin capacidad a la actual Casa del Pueblo, todo holgura, todo suntuosidad, todo belleza!

Y pensamos también en su porvenir, en lo que será este gran edificio al correr de los años.

A juzgar por el entusiasmo que despertó su inauguración, nada había que temer: los trabajadores le salvarían de todos los peligros que pudieran presentarse, con su calor, con su cariño a lo suyo, con su cooperación moral y material, con su esfuerzo constante y pertinaz en darle vida, con su savia estimulante y vivificadora. Aquel día todo el mundo se sentía inseparablemente pegado a la Casa del Pueblo. A todos los actos que celebramos asistió un hormiguero de gente, toda adicta, toda dispuesta, al parecer, a consagrar sus amores y su defensa al nuevo palacio del Trabajo, a la catedral de nuestra fe, al templo de la libertad y de la cultura obrera.

Per en aquel momento de embriagadse por el fausto acontecimiento no pensábamos que la vida de la Casa del Pueblo había de ser por muchos años y por muchos años también nuestro entusiasmo, nuestro sacrificio y nuestro amor hacia ella. No pensábamos que nuestro primer deber moral había de ser concurrirla asiduamente, diariamente, para animarla con nuestra presencia y nuestras tertulias de compañerismo fraterno.

Y pasó aquel día de fiebre obrera, y los concurrentes asiduos de la Casa del Pueblo y los que diariamente le prestamos calor y estamos pegados a ella somos un puñadito de hombres que hemos creído que nuestro Café había de ser el de la Casa del Pueblo, nuestro Teatro el de la Casa del Pueblo, nuestra escuela la Casa del Pueblo y nuestro todo la Casa del Pueblo.

Claro que los que hacemos estos no somos los amigos de la Casa del pueblo. ¡Que vamos a ser! Si lo que buscamos es arruinarla o convertirla en chalet de la familia. No, los verdaderos amigos de la Casa del Pueblo son los que por un quita allá ese conserje y pon el mío favorito tienen de hecho boicoteado el Café, los que no se cuidan de saber si existe una Escuela, los que les importa un comino la administración de la Casa, los que conspiran continuamente contra el Patronato, los que brillan por su ausencia en todas las funciones que se dan en el teatro, para animar el local y obtener fondos de carácter común.

¡Esos, esos son los amigos de la Casa del Pueblo! Los demás, los que en invierno y verano y a todas horas concurrimos el local y trabajamos por su prosperidad somos sus sepultureros, convertimos el edificio, como dijo “El Adalid”, en sepulcro blanqueado. Los que dan alma, movimiento y vida, son los otros, los que moralmente le boicotean en todo lo que pueden. B

NOTAS SIN IMPORTANCIA (parte)

¿POR QUÉ SERA?

La Federación Local de Sociedades Obreras de la Casa del Puebo, o más bien los elementos que la dirigen … hacia la tumba, sostienen en conversaciones particulares que dicho organismo sigue las normas de la Unión General de Trabajadores.

Pues bien; hace unos dos meses que la Sociedad “Profesiones y Oficios Varios”, que pertenece al citad organismo nacional, envió al Comité de la Federación un comunicado manifestándole sus deseos de ingresar en sus filas y pidiéndolo un ejemplar de su reglamento para estudiarlo. Hasta la hora presente el mencionado Comité no se ha dignado a contestar.

¿Por qué sera?

oooOooo

Pertenecen a la citada Federación las Sociedades de zapateros, carniceros, panaderos, cerillerosy … ninguna más. Sin embargo, el que actúa de presidente es un obrero albañil y el secretario, un gacetillero de “El Día”

¿Por qué será?

La citada Federación no convoca juntas de delegados, ni da cuenta de su administración, ni sus Sociedades adheridas cotizan no saben nada de nada.

¿Por qué será?

EL OBRERO BALEAR nº 1154

23 de mayo de 1924