El salario español
Se equivocan los que en una huelga de carácter
general sólo ven un fenómeno aislado, producido
por generación espontánea o creado
artificiosamente por unos místicos profesionales
del desorden y la anarquía. Un terremoto o un
volcán no sobreviene de pronto, sino que es
resultado de un largo proceso causal de siglos.
También las connotaciones sociales responde casi
siempre a causas lejanas, complejas y no siempre
diáfanamente visibles. En este género de
fenómenos amplios y profundos hay que clasificar
la viva inquietud por que pasa la clase obrera
española desde hace unos años. Cada una de las
huelgas de estos últimos tiempos son
manifestaciones, más agudas cada vez, de la
crisis económica y política que sufre España
entera.
Hay un hecho fundamental que explica la
agitación obrera española, y es el escasísimo
valor del salario en España. El valor de un
salario depende de lo que pueda adquirirse con
el, y en nuestro país son muy pocas las cosas
que un obrero puede obtener con su jornal. En
primer término, porque es uno de los más bajos
de Europa. Esto lo saben muy bien los
trabajadores españoles, gracias a las
estadísticas de salarios europeos que se
publican frecuentemente en su prensa.
Pero además de conocer la depreciación del
salario español comparado con el tipo medio
europeo, saben también que en España, por lo
general, la desproporción entre los dividendos y
los salarios es mucho mayor que en el resto de
Europa:
Y he aquí la segunda causa de su malestar: el
obrero español coge su salario, que es el más
bajo de Europa, y al adquirir sus medios de
subsistencia y los de su familia, se encuentra
con que el precio de ellos es, en tiempos
normales, el más alto de Europa, con lo cual su
salario resulta todavía más desvalorizado. Se
resignaría, sin embargo, a que la vida en España
fuese la más cara de Europa, si ello obedeciese
a fatalidades económicas del territorio.
Tercera causa de su descontento:
El obrero español aceptaría más resignadamente
su malestar si a cambio de la mezquindad de su
salario y de la enorme carestía de las
subsistencias recibiese del Estado una excelente
administración de justicia, una sólida enseñanza
y abundantes medios de cultura, plenas garantías
de seguridad territorial y nuevas zonas
nacionales abiertas al trabajo. Como nada de
esto llega a él, y como su salario, que no le
basta para comer, mal puede alcanzarle para
agenciarse buenos abogados o, lo que es mejor,
abogados de influencia política, ni para
adquirir libros ni otros medios de cultura
espiritual, su malestar aumenta con estas
privaciones capitales.
Núm. 810, 17 de agosto de 1917
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