Necesidades urgentes
De momento se ha solucionado la crisis de
trabajo en Palma; ya no cruzan por las calles de
esta ciudad los grupos de obreros parados en
busca de trabajo: ya están ocupados. ¿Debemos
desistir de la campaña emprendida para el
mejoramiento de la clase proletaria en general?
yo creo que no.
Todos los que anhelábamos la ocupación de los
sin trabajo, hemos respirado al ver los acuerdos
del Ayuntamiento dándoles trabajo. Todos sin
excepción, nos hemos alegrado al saber que la
crisis por ahora estaba solucionada, pero es
triste tener que decir que los que trabajan
tampoco podemos vivir ante el encarecimiento de
las subsistencias.
Sabido es que el pueblo español muy antes de las
actuales circunstancias ya vivía en un estado
miserable, cualquier estado de Europa podía
competir sobre nosotros en concepto de
alimentarse bien; nosotros ya no comíamos lo
necesario para soportar la robustez propia para
poder trabajar, vivir y aguantar las energías de
un pueblo pensador y libre.
La fisiología del pueblo hispano está bien
demostrada que decae ante la falta de una
nutrición buena y abundante. Y ahora entre la
miseria estupenda que nos roe, las primeras
materias para la vida suben y suben y los
jornales en la misma forma que antes. ¿Es
posible vivir? No: urge que el gobierno tome
medidas enérgicas y concretas para aliviar las
tristes consecuencias del hambre, porque de lo
contrario, estamos condenados a una muerte lenta
y penosa, impropia de una nación que podría ser
rica si en la dirección de ella hubiera hombres
que comprendieran o interpretaran las
necesidades de sus conciudadanos.
A los directores del
trust del
obrerismo palmesano cabe el seguir la
campaña emprendida para que las subsistencias se
abaraten y la vida se haga más propia de seres
racionales; las sociedades puramente obreras son
las encargadas de velar y seguir hasta lograrlo
apelando a todos los medios, porque siguiendo
por estos senderos, tristes serán las
consecuencias, no tan sólo por los obreros, sino
para la generalidad del pueblo
Fisiócrata
Núm. 737, 18 de marzo de 1916
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