Un hecho (Antonio Maura)

El hecho acaecido el día ocho de agosto en el teatro “Lírico”, es digno de mención para dar un mentís a aquellos que por la fuerza nos quieren hacer tragar al hombre funesto como un bienhechor del pueblo. A un altanero como Maura, no es posible que nadie pueda quererle bien. Demostrado quedó en el teatro el odio que el pueblo palmesano profesa al representante del embuste electoral.

¡Si!; en onde quiera que el pueblo tiene ocasión, demuestra sus antipatías al político corrompido: El causante de las víctimas del “Barranco del Lobo”; no es admirado, por nadie que tenga amor a la humanidad.

 

Estampado quedó en el “Lirico” el horro que se siente en Palma por tener como representante al que nos rebajó ante el mundo civilizado.

 

En el Lírico se acogió con agrado los trabajos de un Artista, menos el que representaba al diputado por Mallorca. Los palmesanos no quieren el déspota ni aún de broma. Buena lección recibieron sus secuaces, que trataron de quitar importancia al acto pero la solidez de aquella protesta, demuestra que Maura no es seguido por otros que no sean sus paniaguados, los que siquiera –por dignidad- debieran abandonar al político vituperado.

 

Si quieren ver los conservadores de Mallorca la realidad, que prueben en la primera legislación que haya, dejando al pueblo en libertad para emitir su sufragio; no les amenacen con el secuestro del hambre, y los obreros votarán a candidatos demócratas, el pueblo mallorquín quiere ser libre, pero los farsantes reaccionarios lo tienen sumiso en la ignorancia para supeditarlo económica y políticamente; el pueblo tiene “hambre y sed de justicia”, ya no cree en las doctrinas rancias de los conserva-religiones o privilegios, estos no podrán resistir el choque de las invasiones socialistas, debidas a la admirable armonía de bondad en las ideas que sustentan.

 

Los silbidos y mueras que se sucedieron en el teatro “Lírico”, son testimonio fiel que comprueban el poco valor del maurismo. El maurismo es difunto; hay que hacerle el novenario y sepultarle en los fosos del olvido para bien de él y del prójimo; es preciso acabar con la política de ambición personal de los mauristas; es de pura necesidad arrojarlo del poder; hay que sustraerles los puestos que conquistaron a “forzori” o posamanos; hay qie exterminar a los enemigos del orden para que el pueblo que se ve amarrado por las viejas cadenas del catolicismo, se incorpore al árbol de la civilización.

 

EL OBRERO BALEAR

Núm. 440, 13 de agosto de 1910

 

fideus/