Después de la batalla

 

Las izquierdas de Palma pueden estar orgullosísimas del resultado de la votación del domingo, luchando como luchaban y teniendo enfrente a un poderoso enemigo, a cuyo derredor se habían agrupado todas las escorias de los partidos ultramontanos y retrógrados por esencia, haciendo una poderosa presión al pueblo, es decir, a sus explotados que como mansos corderos obedecieron ciegamente a sus amos, no recordando estos infelices que obrando como borregos traicionaban a sus hermanos, no recordando que se ponían nuevamente el dogal que les quitaba toda esperanza de una próxima libertad, amargando de esta manera la vida de sus conciudadanos que querían una vez más que la libertad del obrero, ¡no del esclavo! No fuera ficticia como hasta ahora, querían que el trabajador tanto manual como intelectual no pasase hambre y miseria, no fuera perseguido ni encarcelado por los modernos inquisidores de hoy, que abandonando a su Dios persiguen con inicua saña a los nuevos redentores del pueblo. ¡Pero! su fin esta próximo trabajadores.

 

Y a pesar de los pesares, la gente reaccionaria se ha llevado el gran mico, saliendo derrotados tres de sus candidatos, los más seguros según decían, porque representaban dos de ellos a la alta aristocracia de Palma y al otro, por ser el candidato de los cogullas de sacristía rufianesca, del cual se han encargado los honrados y valientes electores del 7º distrito de aplastarle por medio de una gran mayoría de votos, aunque pese a los conservadores, neos y demás cargas, que decían tener las actas de concejal en sus bolsillos.

 

No le han bastado a la reacción más de dos meses de haber ejercido innumerables coacciones, contando con la influencia de empresas, compañías y una infinidad de comunidades religiosas, que trabajando sin darse punto de reposo, estrujando los unos la conciencia a sus subordinados, a sus obreros (ora en el taller, ora en la oficina) que le habían enriquecido a fuerza de sudores, al mismo tiempo que ellos se morían de hambre; llegando los otros a ejercer una fuerte presión a las esposas, a las madres de los trabajadores, para ver si de algún modo podían hacer mella en sus conciencias; acudiendo en los últimos días antes de la votación, al último esfuerzo que podían hacer, a la compra descarada y a plena luz del día del voto del honrado ciudadano, en cuyos lazos por desgracia suya cayeron muchos trabajadores, yendo cual carne vendida, cual apaches, asesinos e incendiarios a depositar su voto por la infamante reacción, cuya arna poderosa se revolvía contra tamaña villanía clavándose cual dardo venenoso a su mismo corazón, a su misma conciencia, si es que estos desgraciados tienen corazón y conciencia de sus actos.

 

Con todo esto, la reacción fue vencida en casi toda la línea, y de tener el pueblo palmesano una fuerte ida propia de los que es la libertad y lo que vale poseerla, la escoria conservadora-ultramundana hubiera sido derrotada completamente.

 

A.R.O

    

EL OBRERO BALEAR

Núm. 406, 18 de diciembre de 1909

 

fideus/