¡¡Ni ídolo, ni pedestal!!

 

Después del gran fracaso experimentado por los conservadores en toda España el domingo día 12 por medio de las elecciones municipales, en que fueron arrollados, vencidos y maltrechos en la mayoría de capitales y pueblos de alguna importancia, se habrán convencido una vez más, que el sufrido pueblo español está cansado de soportar por más tiempo las ignominias y calumnias con que le pagaba su silencio el partido ultramontano-conservador de unos años acá, dirigido a falta de buenos por el nunca bien ponderado D. Antonio Maura, bajo cuya dirección los conservadores perdieron toda su dignidad y su decoro, llevándoles a ser los causantes de hechos sumamente inhumanos realizados en Cataluña, por los cuales el pueblo español fuertemente unido y apoyado por el incesante clamoreo de sus compatriotas de allende los Pirineos, derribaron del pedestal al verdadero causante de tanto crimen y tanta ignominia.

 

Pero desde aquel día a nosotros, a los buenos, a los honrados ciudadanos de una y otra nación nos tildaron de apaches, anarquistas, incendiarios etc., trabajando solapadamente, rastreramente para reivindicar a su ídolo, al nefasto D. Antonio, aprovechando la primer ocasión para colocarlo nuevamente en el mismo pedestal, desde el cual envió al matadero rifeño, a aquellos centenares de bravos muchachos que dejaron sus vidas en aquel célebre Barranco del Lobo); mientras él, el hombre funesto se recreaba admirablemente en su casa veraniega, al mismo tiempo que amordazada a la prensa, encarcelaba a los más significados socialistas y republicanos, fusilaba a seres infelices en Barcelona, dando órdenes a sus tiranuelos de provincias de reconcentrar todas sus fuerzas para disparar a mansalva contra todo ciudadano que protestase de conducta tan villana.

 

Llegaba la hora de recoger el fruto de sus trabajos, fraguados en la sombra, al contrario de lo que habían soñado, han sido batidos en toda la línea, llegando al extremo de tener solo en Madrid las ideas liberales una potente votación de más de 130.000 votos contra la ridícula suma de 9.553 que llegó a reunir gastando el último cartucho el partido conservador con toda su gran influencia que no es poca en Madrid, y con el apoyo incondicional de curas, frailes y demás vividores de sacristía, que en la Villa del Oso suman unos cuantos millares.

 

Su derrota más que aplastante fue colosal como nunca la experimentó partido monárquico en España, contribuyendo ha arrasar no sólo el pedestal del ídolo mauritano sino hasta sus cimientos, la poderosa falange liberal republicana-socialista de Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, San Sebastián, Coruña, Cartagena, Pamplona, etc., etc., por no sernos suficiente el espacio para publicar la interminable lista de las ciudades, pueblos y aldeas, que han contestado tan bravamente a los insultos y amenazas que fulminó al Sr. Maura en aquella célebre reunión del Senado.

 

¿Y dígase luego que España no es liberal?

 

A.R.C

  

EL OBRERO BALEAR

Núm. 407, 25 de diciembre de 1909

 

fideus/