La Guerra de
Marruecos
La actitud del
Gobierno en la descabellada acción armada en el Imperio vecino, no
puede ser otra cosa que una nueva sangría para el contribuyente y una
merma de brazos en el pueblo productor.
Si las
aventuras belicosas son aplaudidas por la plutocracia, que ansiosa de
empresas donde hallar ancho campo para aumentar sus fortunas,
no repara en medios, aunque éstos sean dilapidando los intereses
nacionales, en cambio son aborrecidas por el proletariado, cada día
más adversarios a la lucha sangrienta. Opuesta a todo principio de
civilización y progreso.
La clausura de
las Cortes viénele bien al señor
Canalejas ,
para a espaldas del pueblo, seguir el mismo derrotero que su antecesor
en las perfidias maquinaciones del arte de conquistar; más por causa
de todos conocida y en contra de nuestra voluntad, se nos lleva a
territorios extraños so pretexto de las falsas frases románticas de
patriotismo, muletilla que sirve de anzuelo a la reacción para lograr
sus fines financieros.
Ante los oídos
de mercader de nuestros gobernantes a la vibrante voz de grito de paz,
se levantan los espíritus sanos que llaman y atraen al pueblo de
ejercicio supremo de sus derechos.
De la mancilla
sufrida por la última guerra, tardará España en reponerse; pero
inhabilitó a los inquisidores para el manejo de la rienda
gubernamental; más, ahora, no será el cambio de un Gobierno, importa
mucho la tranquilidad, la salud y la economía, y como los gobernantes
monárquicos están demostrando ser incompatibles estas aspiraciones con
la Monarquía, de aquí que los sabios maestros de la Conjunción
republicano – socialista, se afanen en propagar y organizar la cruzada
patriótica que se encargue de impedir las aventuras belicosas, y, como
continuación de dicha empresa cambiar este régimen despótico por otro
que si quiere oleen ráfagas de libertad.
El sueño dorado
de nuestro Gobierno, es ensanchar nuestro territorio; más si nosotros
contáramos con un poder económico como Francia, Alemania e Inglaterra,
aunque esta razón no es lo suficiente para justificar la guerra de
conquista porque en este caso iguales razones le asistiría a otra
nación más potente que la nuestra –económicamente considerada- para
invadir nuestro territorio, sería más tolerable, pero el estado que no
cuenta con poder para suprimir un odioso impuesto, como el de
consumos, a pesar del exagerado Impuesto nacional, no puede
ni debe contar con el éxito en empresas guerreras.
Por otro lado,
al pueblo no quiere la guerra, pues cree, y con fundamento, que ir a
la guerra es buscar la bancarrota de la Nación. :La pérdida de las
Colonias es buena nota para poder apreciar nuestro poder; comparado
con las demás potencias europeas.
Sabido es que
no buscan los Gobiernos otra cosa que el reparto de Marruecos; mas si
ofreciere duda, La Época asegura que es imposible que Marruecos
pueda ya existir como Estado independiente, por ser incompatible con
las necesidades de los tiempos.
Unidos los
datos, aportados por La Época, al desembarco de tropas alemanas
en Algadir, y conociendo las maquinaciones de
Canalejas, el
cual guarda absoluta reserva, negándose a dar noticia alguna a los
periodistas, nos hace ver que los gobernantes están contentos en el
repartimiento del Imperio.
La experiencia
nos demuestra que la guerra es el principal factor del atraso y la
rutina. Ante tan magistrales lecciones, nosotros que carecemos de
escuelas y vemos incultos la mayor parte de los ciudadanos, que
sufrimos tantas cargos, no queremos guerras; no queremos más historias
del arte de matar, que bastantes hemos sufrido sin obtener resultados
positivos.
No queremos que
nuestros hijos mueran; queremos que se vigoricen e instruyan para que
puedan hacer uso de sus derechos.
A.P.
EL OBRERO BALEAR
Núm.
486, 8 de julio de 1911
Veure :
Guerra del
Marroc
fideus/
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