La Guerra de
Marruecos
Estos días han
sido atacados soldados españoles por moros, pero, según declaraciones
del Jefe de Gobierno, el hecho no tiene importancia, -como que para él
las vidas de soldados no valen la pena … ¡como llegaran a su cabeza
las balas, ya contaría de otro modo el verbo de la democracia!
La guerra, hoy
planteada, es aquella misma que vimos sucumbir y que fueron asesinados
nuestros hermanos en el “Barranco
del Lobo”; es la misma que vimos a nuestro ejército rendirse a los
americanos, es la misma lucha que se remueva bajo el aspecto de
patriotismo, es otra sangría para el pueblo que, lejos de mejorar al
obrero, le corta toda idea de libertad y le lleva a territorios
extraños sin deponer las armas al hallarse en ajeno país. Lejos de
esto, quiere destruir el despotismo imperial para reemplazarlo por el
despotismo constitucional sin perder los esclavos la humillación.
África perdería entonces su nombre, pero, por fortuna, la burguesía
tropieza en España –como en las demás naciones- con las murallas del
Socialismo y demás organismos obreros.
Sin embargo,
las pretensiones belicosas contribuyen a la civilización realizando
nuevos progresos en medio de los errores de un pueblo inculto y
desarrollando las ciencias y las artes escudriñan el gran Maestro
–el Socialismo- el camino a seguir para enseñar a las masas la
sociología, la química, la física, las matemáticas y demás ciencias.
Los burgueses dispersos y hostiles se reúnen también, forman grupos a
favor de las religiones, reyes e imperios y, estableciéndose en
África, se apoderan de las ricas minas e imponen su explotación sin
otro precio que aquellas lagunas rojas, cuyo líquido manan las fuentes
inagotables, que sepultadas en las entrañas de su madre,
arráncale las mismas para engordar a lobos que en figura humana –bien
pudieran llamarse antropófagos- se nutren con su misma especie.
Al poder
explotador que está concentrado en el Riff se opone el del
proletariado, personificado en los amantes de la paz. Los tiranos
ejerciendo el doble poder del la religión y de la justicia,
administran ésta con saña sancionando sus aventuras por medio
de ofertas invisibles y obligando a la fuerza bruta, funda una
autoridad apoyada en las armas. Cuando un gobierno despótico quiere
poner trabas a la libertad de creencias, los pacifistas salvaron a
España del yugo inquisitorial.. De sus encuentros con los enemigos de
la guerra, salió aquella caída moral, y entonces para el pueblo la
unidad de pensamiento que restablece las fuerzas progresivas a favor
de un cambio de régimen que, siendo elegidos sus representantes
libremente, garanticen las libertades de la nación.
Con el fin de
apaciguar los ánimos se nos presentó el mesías que tantas
promesas propusiera si la monarquía le encargaba de formar gobierno.
Ya pasó tiempo suficiente para conocer al deseado en su forma de
gobernar; no hemos podido vislumbrar otra cosa que tiranía adornada de
bellas frases, eso sí; pero siguen los encarcelamientos por no faltar
en nada a la Constitución, se denuncian periódicos por tratar el
aceite, ¡falsedad de falsedades! Si será falso, si será hipócrita el
famoso anticlerical que, a espaldas del pueblo, nos ha metido en el
Riff solo por complacer a los mismos, precisamente, que él combatió y
anatomizó en la oposición.
Conocido el
fruto que puede dar de si la monarquía, no cabe otra cosa que
derribarla antes y con antes, con lo que, sino del todo, mermaremos
algo la serie de injusticias por que atravesamos.
EL OBRERO BALEAR
Núm.
494, 2 de septiembre de 1911
Veure :
Guerra del
Marroc
fideus/
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