1920 –  1 de Mayo

A la celebración de este día por los trabajadores, muchos le llaman la Fiesta del 1º de Mayo, e ignorando su génesis, se entregan a la alegría y a las diversiones, y llevan a cabo algunas manifestaciones con música y estandartes, muy aparatosas, pero muy propias del inconsciente y, además, de castrados, puesto que si a un Poncio cualquiera se le antoja el suspender esos desahogos infantiles, esos trabajadores se retiran sin protestar, cabizbajo y temblando.

El 1º de Mayo no es una fiesta; es un día de huelga general para lograr la jornada de ocho horas en todo el mundo, y un día de rebeldía y de luto, por los crímenes, en particular los de Chicago; que en él han cometido las autoridades con los trabajadores.

Ya hace muchísimos años que los trabajadores venían haciendo grandes esfuerzos para reducir las excesivas jornadas de catorce y diez y seis horas; pero la primera huelga para conseguir la jornada de diez horas tuvo lugar en los Estados Unidos, en 1832. En 1856, la jornada de catorce horas fue reducida a once, en tota la República. Más tarde el presidente Johnson, promulgó una ley concediendo las ocho horas.

En 1847, el Parlamento inglés había establecido, ya, la jornada de diez horas 

El 12 de Octubre de 1845 se celebró en New York el primer Congreso obrero, para tratar de mejorar la situación del proletariado. Más tarde, el 20 de Agosto de 1866, en otro Congreso celebrado en Baltimore, los obreros acordaron abandonar los partidos burgueses y crear un partido obrero.

En 1870, empezó a organizarse, entre los alemanes residentes en los Estados Unidos, la Asociación Internacional de trabajadores.

El 13 de Enero de 1872, los obreros sin trabajo de New York, organizaron una gran manifestación para que el público se diera cuenta de su estado de pobreza, y la policía cargó sobre ellos bárbaramente, ametrallando sin piedad a hombres, mujeres y niños.

Por fin, en 1880 quedó organizada la Federación de Trabajadores de los Estados Unidos y Canadá, y en Octubre de 1884 se acordó en Chicago celebrarse en el día 1º de Mayo de 1886 la primera huelga general, para lograr la jornada de ocho horas, como màximum. Y este el origen del paro general que efectuaron los trabajadores en dicho día.

Lo que se titula “Los crímenes de Chicago” y constituye hoy para los obreros conscientes un día de luto y de rebeldía, se desarrolló a raíz de una huelga general, en pro de las ocho horas, que estalló en Chicago el 1º de Mayo de 1887. Los primeros días, si bien se registraron algunos incidentes, estos no fueron muy importantes. En la noche del día 4 se celebró un mitin en la Plaza de Haymarket, en el que hablaron sucesivamente los compañeros Spies, Parsons y Fielden, y cuando este dirigía la palabra al inmenso público que allí se había congregado, unos cientos cincuenta policías bien armados, al mando del primer cuerpo, penetraron en la plaza, y procedieron a disolver el mitin, infringiendo los derechos constitucionales. Aquellos esbirros de la burguesía atacaron enseguida, de la manera más bárbara e inhumana a los nobles y pacíficos ciudadanos que integraban aquella reunión. De pronto cortó el especio un objeto luminoso que, al caer, retumbó de una manera formidable y estruendosa, y tumbó a unos sesenta policías. La policía hizo, luego, una descarga cerrada. El pueblo indefenso se dispersó enseguida, huyendo a la desbandada, perseguido a tiros por aquellos sayones del capital. La plaza y las calles circunvecinas quedaron llenas de heridos y muertos.

La justicia histórica cargó toda la responsabilidad de aquella jornada sangrienta, sobre algunos que se habían distinguido hablando y escribiendo, los cuales fueron acusados de asesinos, por el Gran Jurado que se constituyó el 17 de Mayo. La sentencia fue en extremo rigurosa para estos supuestos criminales.

Parsons, Spies, Lingg, Engel y Fischner, fueron sentenciados a muerte, y Fielden Neebe y Schwab, fueron condenados a cadena perpetua.

Todos ellos apostrofaron rudamente, desde el banquillo, a sus verdugos e hicieron una sublime defensa del Ideal. En todos momentos demostraron una nobleza, una serenidad, una valor y un estoicismo del más alto grado.

Hugo H. Pentecost, pastor de una iglesia de New York, cuyo cargo abandonó a causa de la viva impresión que este asesinato legal produjo en su ánimo, a pesar de los cinco mil duros anuales que cobraba por su misión, dice de estos heroicos y abnegados compañeros lo que sigue:

“Hay quienes dicen que esos hombres eran rufianes, asesinos, bestias y no sé cuantas cosas más; pero esto es un disparate …

“Si Luis Lingg hubiera muerto en el campo de batalla bajo la influencia que inspiró a Bayron en honor a los griegos … él hubiera sido cantado por los poetas e idealizado por las mujeres …

“No creyó que jamás haya existido un hombre más noble que Alberto Parsons. Estaba en libertad y se presentó voluntariamente; condenado ya, se le ofrecía la libertad … y preguntó: ¿Hay alguna esperanza de que se salven mis compañeros? Y al contestarle que no, dijo: “Pues entonces moriré con ellos”. Solo los hombres cuyos nombres están escritos en los más altos códigos del honor humano saben comportarse de ese modo en presencia de la muerte.

“Augusto Spies, era asimismo superior a lo que comúnmente se juzga un hombre inteligente y bien educado.

“Fielden era el tipo refinado del trabajador inglés, lo que en general se llamaba la mejor clase.

“Esos hombres eran moralmente superiores; porque cada uno de ellos era capaz de sentir un gran amor por la Humanidad.

“Los cuerpos de esos cuatro heroicos hombres reposan bajo la tierra convirtiéndose en polvo; pero ellos viven en las vidas de otros que no cesarán en su labor hasta que la trompeta de la Redención haya despertado al mundo para el comienzo de una nueva vida”.

Todos ellos eran hombres revestidos de la mayor entereza de carácter. Luis Lingg dijo al Tribunal y a sus acusadores: “Os desprecio; desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra fuerza, vuestra autoridad. ¡Ahorcadme!” Todos terminaban sus declaraciones diciendo: “Dadme la libertad, o dadme la muerte”,

De cuatro de los ahorcados son las palabras siguientes:

“Salud, tiempo en que nuestro silencio será más poderoso que nuestras voces, que hoy sofocan con la muerte!- Spies”.

“¡Viva la Anarquía!- Fischer

“¡Hurra por la Anarquía!- Engel

“Dejad que se oiga la voz del pueblo!- Parsons.”

Pocos segundos después, los cuerpos de cinco de esos paladines de la libertad se estremecían en convulsiones agónicas, haciendo germinar con su muerte las ideas de rebeldía y avivando la llama revolucionaria en los pechos de todos los oprimidos del mundo.

No habían transcurrido aún seis años cuando un nuevo gobernador revisó la causa y declaró ante el mundo lo siguiente:

1.- Que los condenados fueron víctimas de una odiosa maquinación judicial, preparada y desarrollada sistemáticamente con el objeto exclusivo de llevarlos al patíbulo.

2.- Fueron juzgados y condenados por un tribunal ilegal e ilegalmente constituido.

3.- Que a despecho de las indignas maquinaciones del juez, el tribunal no pudo demostrar la culpabilidad de los condenados.

“Tal ferocidad no tiene precedentes en la historia …

“Considero un deber ineludible, en estas circunstancias, y por las razones antes expuestas, proceder conforme a estas conclusiones, y ordeno hoy, 25 de junio de 1893, se pongan en libertad sin condiciones, a Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michael Schwab.- El Gobernador del Estado de Yllinois. M. Alf. Angelet.

De ahí pueden deducir nuestros lectores la parcialidad del tribunal que sentenció a las víctimas de Chicago.

Razón tuvo Fischer al afirmar: “Grande es la verdad, y la verdad prevalecerá”

Hoy los trabajadores del mundo hacen una ostentación de fuerzas ante la burguesía, mediante un paro general, para lograr reducción en las horas de trabajo, y, al propio tiempo, para dedicar un recuerdo a las víctimas de Chicago cuyo recuerdo, por nuestra parte, hacemos extenso a todas las víctimas del capital.

No hagamos manifestaciones pueriles, sino, en todo caso, actos dignos de hombres que están prontos a jugarse el todo por el todo.

No basta ser conscientes. A la consciencia deber acompañar la rebeldía.

Que retumbe el cañón, si ha de ser para derrumbar los antros de la ignorancia, de la corrupción y del error.

Que estalle la bomba, si ha de ser para reducir a polvo las arcaicas guaridas de los tiranos.

Que corten los espacios las afiladas y puntiagudas hojas de acero, si ha de ser para acribillar a todas las fieras homicidas.

Que flamee por doquiera, la antorcha revolucionaria, si ha de ser para que arda pronto todo lo corrupto de esta maldita sociedad.

Hagamos que triunfe cuanto antes la Gran Revolución, ya que solamente esta puede traernos el bienestar general, implantando el comunismo anárquico en el mundo.

El más bello homenaje que podemos tributar a las víctimas que nos procedieron, es el llevar a cabo un acto justiciero con los victimarios.

El mejor medio de reivindicar nuestros derechos es luchar por la Anarquía.

¡Salve 1º de Mayo, yo te saludo!

¡Salve, mártires de Chicago, salve víctimas del capital, yo os saludo!

Antonio J. Torres

CULTURA OBRERA nº 38

1 de mayo de 1920