Jaume Rebassa         1º de Mayo, fiesta de la Humanidad

Las golondrinas han anunciado la llegada del gloriosos 1º de Mayo, y los campos se han engalanado con sus alfombras de flores; los árboles remozados, vistes sus mejores galas; el aire se torna suave y perfumado; los pájaros con sus dulces melodías rasgan el hermoso cielo primaveral; el hombre siente renacer la alegría de vivir. No parece, sino, que la Naturaleza quiere rendir su homenaje a la gloriosa fiesta del trabajo, en cuyo día la gran familia obrera del mundo entero, fraternizando, toma nuevos alientos para continuar la lucha hasta conseguir su redención total.

El 1º de Mayo es, para la clase trabajadora, fuente inagotable de esperanzas. En este gran día se acentúa la comunión espiritual de todos los proletarios cuyas almas se funden en una sola, cuyos anhelos de justicia y emancipación se multiplican.

Nosotros los trabajadores de España, menos afortunados que la Naturaleza, por causas harto conocidas, no podemos recibir ni celebrar, con el júbilo que deseamos, la llegada de tan fausto día. No importa: este recogimiento forzado puede ser tan fructífero como las expansiones de otros años, si le empleados en meditar y ajustarnos nuestra conducta futura a las consecuencias sacadas de esta meditación. Por otra parte, el ideal de redención que anima a la clase trabajadora, marcha tan decididamente hacia su realización, acelerando el paso en cada 1º de Mayo, que no hay fuerza humana capaz de detenerle.

Los enemigos del proletariado pueden hacer que demore la emancipación de éste, pero no podrán impedirla.

Las causas justas siempre triunfan.

La clase obrera debe laborar para anular los esfuerzos de su enemigo común conducentes a perpetuar sus inicuos privilegios, y hacer que brille cuanto antes la justicia social. Y ningún día más apropósito que el 1º de Mayo para orientarse y alentarse para este fin.

Y cuando con el triunfo del proletariado, la sociedad hoy desnaturalizada, se haya humanizado, y el tiempo haya echado un velo sobre el pasado vergonzoso y la ciencia haya sepultado para siempre a la superstición, la Fiesta del Trabajo se convertirá en fiesta de la Humanidad, porque su contenido ideal de amor, de paz y de igualdad, la habrá redimido de la barbarie que hoy la deshonra.

J. R

Palma abril de 1926

EL OBRERO BALEAR nº 1255

1 de mayo de 1926