Conjunción republicano – socialista

 

En el Congreso

 

Las noticias que desde hacía algún tiempo venían circulando con respecto a la administración municipal de Barcelona, y que nosotros dudábamos de su veracidad, en el Congreso acaba de dárseles su completa canción. En el debate iniciado sobre el particular por los diputados catalanes señores Ventosa y Carner, se ha demostrado cuan lesivos serían para los intereses de Barcelona, los acuerdos tomados por el Ayuntamiento referente a las concesiones de un proyecto de conducción de aguas y del monopolio para explotar el arbitrio de yesos, cales y cementos.

 

Los señores Lerroux y don Emiliano Iglesias, defendieron cuanto pudieron a los radicales de aquel Ayuntamiento, sin lograr convencer a la Cámara a pesar de los argumentos emitidos en pro de sus correligionarios; y es de suponer que no omitirían el menor dato en asunto tan interesante. Sin embargo, la sincera opinión emitida, resultado del debate sostenido, por el señor Azcárate y nuestro compañero Pablo Iglesias, ha sido juzgada muy superficialmente por aquellos que, bastante entusiasmados o en exceso apasionados, no han podido raciocinar cual el asunto requiera.

 

Cuanto a nosotros hemos de manifestar, que atentos siempre a los principios que informan nuestro programa, detestaremos cuantos caos de corrupción se presenten; pues consideramos inmoral al presente régimen social y por tanto luchamos para lograr su transformación; y aún en el curso de la lucha, procuraremos proceder con la nobleza de miras que nos impone el fin por nosotros perseguido.

 

Si por el hecho de haberse aliado el Partido Socialista con los Partidos Republicanos, se cree que aquel cesará con su fiscalización en los organismos que pueda realizarla, o dejan de conocer la misión de nuestros representantes o bien no han  interpretado el compromiso contraído al verificarse la Conjunción de dichas fuerzas.

 

Presentes tenemos la causas que lograron la alianza de los socialistas con los republicanos, y para obtener la seguridad de nuestros propósitos, hay aún que andar bastante camino a la vez que limpiarlo de muchos obstáculos que imposibilitan e interrumpen nuestro avance; y en tan noble tarea, estamos obligados absolutamente todos si queremos cumplir como buenos y ser fieles a los principios que sustentamos.

 

Por tanto, nuestra labor debe diferenciarse en todo, a lo que viene realizando los partidos turnantes, por ser nuestro credo político diametralmente opuesto al suyo. Y para conseguirlo, debemos dar de lado a todos los convencionalismos y marchar directamente al fin propuesto, sin detenernos ante aquellos que, ateniéndose únicamente a sus medros personales, solo nuestro desprecio debe inspirarnos.

  

EL OBRERO BALEAR

Núm. 460, 7 de enero de 1911

 

fideus/