Mitin en Santa María

 

La sociedad de agricultores celebró una reunión pública para propaganda societaria y socialista; ésta tuvo efecto a las cuatro de la tarde en el teatro de “can Mitx”. Abrió la sesión el compañero Ordinas, presidente de la sociedad, y expuso el objeto de la reunión, y acto seguido concedió la palabra por orden a Jaime Vicens y a Francisco Roca.

 

Estos compañeros expusieron la táctica societaria que sigue el partido Socialista en las sociedades de resistencia.

 

Al terminar la peroración el compañero Roca censuró duramente al representante del Alcalde por haber faltado durante su peroración, a las reglas de urbanidad, orden y compostura, como en tales casos deben guardar las Autoridades.

 

Resultado que el monterilla suspendió la reunión.

 

Los compañeros Roca, Vicens y Pérez protestaron de la suspensión del acto y se personaron en el domicilio del Sr. Alcalde y protestaron del atropello que habían sido víctimas; al regreso se dirigieron al Gobierno Civil y formularon la protesta ante el Sr. Gobernador de la provincia. Esto les prometió enterarse de lo ocurrido y obrar en justicia. Veremos si así lo hace …

 

No creemos que el Gobernador cumpla su palabra; pues de obrar como debiera, a estas horas no debería figurar ya como empleado de un Municipio un imbécil como lo es, y dispénsenos la frase, que aún lo hacemos favor, el monterilla que representó a la Autoridad en la citada reunión.

 

Para que tomen idea nuestros lectores de quien es este sujeto y puedan apreciar su grado de cultura; he aquí las notas más salientes de su modo de proceder.

 

Al presentarse en el lugar donde se celebró el mitín de una manera incorrecta y provocativa principió a molestar por si pasaban o no pasaban de ocho o diez minutos de la hora señalada para dar comienzo el acto.

 

Zanjado el conflicto y restablecida la calma el Presidente abrió la sesión.

 

El delegado de la Autoridad toma asiento, no a orilla de la presidencia, sino entre el público y al lado de un mozalbete de unos 16 años con el que entabla conversación, no así por lo bajo, al contrario, como si estuviera en una taberna; por supuesto, no tendría nada de extraño que antes de ira a la reunión se pasara a tomar cuatro limpias, por lo menos su compostura y sus modales no aparentaban otras trazas que las de un beodo. Y como la polémica que sostuviera con su compañero de asiento pasaba de límites, alterando el orden, el compañero Roca, en medio de su peroración, hubo de manifestarle que la presencia de la autoridad en esta clase de actos era para velar por el orden y no para alterarlo. Esto bastó para que se levantase como una fiera y tomase parte en la discusión.

 

El compañero Pérez al ver el rumbo que tomaba la cosa, le manifestó que de ninguna manera podían consentir que se mezclara en nuestros asuntos; siendo así que su misión no era otra que hacer cumplir la ley. ¡Aquí te quiero, escopeta! Aquel hombre, o lo que sea, principia a disparatar en tonos descorteses, insultando y sin dejar hacer uso de la palabra al compañero Pérez suspendió el mitin.

 

Esta breve exposición, en la cual nos quedamos cortos, caracteriza al mencionado Poncio; más como nuestras modestas plumas no alcanzan a describirle tal cual es, desearíamos poder presentar su fotografía para que el lector pudiera apreciar mejor a tan célebre personaje.

 

Es seguro que en el centro de África, allá en cabrería no se encuentran de su talla.

 

No exageramos la nota, de todo lo expuesto, el público asistente al acto puede dar razón.

 

Ahora, a quien corresponda encargamos el asunto para que retire a este sujeto del Concejo y lo mande a guardar caneros, si es que estos le admiten en su presencia; porque hay casos en que los animalitos no quieren rebajarse.

 

Con que … ¡hasta otra! Monterilla, que nos vuelvas a dar la lata …

 

EL OBRERO BALEAR

Núm. 497, 23 de septiembre de 1911