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Acabo de regresar del campo. Dos meses de vida deliciosa, lejos de los chismorreos y de los rumores inquietantes que diariamente atacan, en la ciudad, nuestros nervios casi ya galvanizados. Allí no llegaba hasta mi otro rumor que el tonificante de las olas. Absorto por la naturaleza he vivido dos meses en encantadora indiferencia, hojeando indolentemente, de tarde en tarde, la prensa para soltarla asqueado la mayor parte de veces, sobretodo, en éstos últimos tiempos. Al regresar a Palma mis nervios han vibrado nuevamente. He conocido un incidente que ignoraba, y que seguramente deben conocer los lectores de EL OBRERO, provocado por la posible participación de la Unión General de Trabajadores en la Asamblea que piensa convocar el Gobierno. No pertenezco a la U.G. de T. y carezco, por lo tanto, del derecho de inmiscuirme en sus actitudes y deliberaciones. Sin embargo; en la hipótesis de que la U.G. de T. decida tomar parte en la referida Asamblea se pudiera dar muy bien el caso de que el representante que designara perteneciera, a la vez, al Partido Socialista. Ante ese supuesto yo quiero anticipar mi voto y salvar así mis responsabilidad de afiliado. Yo no puedo fundamentar aquí mi voto. Los lectores de EL OBRERO comprenderán fácilmente las razones sin necesidad de mentarlas. Yo comparto, en absoluto, la opinión de un ilustre y elocuente correligionario. La cuestión de la participación de quien se titule “socialista” en esa llamada Asamblea debe resolverse, en las actuales circunstancias, rotunda y rápidamente con un no ha lugar a deliberar. En estos momentos tan críticos y de tan tremenda responsabilidad ante la historia, quebrados todos los antiguos partidos, a flote las bajas pasiones y la estulticia, sólo el Partido Socialista ha podido salvar su responsabilidad. Los que tenemos puestos en él nuestros amores y nuestras esperanzas deploraríamos, de todas veras, que una equivocada actitud comprometiera seriamente su prestigio.- [Alexandre] J[aume] EL OBRERO BALEAR nº 1276 24 de septiembre de 1926
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