1920 – LA RUPTURA CON LOS SINDICALISTAS 

No hemos querido hablar de esta cuestión hasta que se hubiera celebrado la Asamblea de la Federación Local de Sociedades Obreras y hubiera fallado el asunto.

Hoy sin ninguna clase de responsabilidad en que nuestra actitud pueda influir en uno u otro sentido, hablaremos para aclarar bien el asunto y fijar nuestro criterio.

Y hablaremos no para entablar polémica; sino como indicamos y repetimos para aclarar bien el asunto y fijar criterios y una vez hecho esto no tenemos el propósito de seguir discutiendo y emplear especio en el periódico que dedicado a artículos de carácter social, científico, literario o de lucha contra la burguesía estará mejor empleado que no a enconar los ánimos entre hermanos.

La Asamblea

Para el lunes 12 del corriente estaba convocada una Asamblea de directivas de todas las Sociedades que integran la Casa del Pueblo para tratar entre otros puntos de:

Dar cuenta de la expulsión de tres individuos de la Casa del Pueblo.

Tratar sobre Cultura Obrera

La Asamblea como era de esperar estuvo muy concurrida, con lo que se demostró el interés que habían despertado los asuntos que había de tratarse.

Y entablada discusión sobre la expulsión de los tres individuos, primero y Cultura Obrera, después, se puso en evidencia la falta de razón que asistía a los sindicalistas al adoptar la actitud que habían adoptado.

El caso de la expulsión de los tres individuos era claro, diáfano. Se trataba de tres hombres que perteneciendo al Sindicato de albañiles a espaldas de ese mismo Sindicato, traidoramente trataron de formar otro. Sabido el caso por la Sociedad de albañiles les expulsó por unanimidad. Puesto el asunto en conocimiento del Comité de la Federación Local como también trataban de formarlo fuera de la Federación de la Casa del Pueblo y el Congreso celebrado últimamente lo prohibía también los expulsó.

¿Y qué actitud correspondía adoptar a las Directivas? A nuestro entender no había más que aprobar llana y sencillamente lo resuelto por el Comité y así lo hizo por gran mayoría: 62 votos contra 9.

Y una vez fallado el asunto de los tres individuos el de Cultura Obrera, implícitamente estaba resuelto. Así que puesto a discusión por la misma mayoría se desaprobó la conducta observada por el citado periódico.

Y la cosa más diáfana no puede ser.

Cultura Obrera, viviendo en la Casa del Pueblo no había tenido inconveniente en hacerse porta-estandarte de la desmembración de esta Casa del Pueblo que tácitamente estaba obligada a defender. Por tanto, la repulsa de las Directivas era justificada, lógica, irrebatible.

Actitud de los sindicalistas

Pero los sindicalistas ya se habían dado cuenta de su falsa posición. Habían observado que se habían colocado en un terreno falso y a tal efecto todas las Sociedades o la inmensa mayoría veía que votaría contra ellos y antes de que llegara el caso se hicieron justicia así mismos, por tanto comunicaron al Comité de la Federación Local el traslado a otro local de Cultura Obrera y el “Ateneo Sindicalista”

En este aspecto de la cuestión los sindicalistas han obrado bien, con corrección, sin que se tuviera que ofrecer ningún espectáculo.

La organización obrera de Palma

Pero llegamos al punto en que la Cultura Obrera de la semana pasada en su artículo de fondo trata de este importantísimo asunto y como dicho artículo está plagado de errores e inexactitudes, tenemos el propósito de aclarar, despejar bien la cuestión y a ello vamos.

Y diremos que en Palma las Sociedades de resistencia han tenido una porción de épocas de auge, tantas como la Sociedad capitalista en su períodos de expansión ha presentado períodos de inusitado trabajo.

Luego cuando se presentaban las épocas de crisis esa misma organización que se había mostrado pujante se debilitaba, languidecía y por fin moría.

Motivos: ya los hemos dicho, la crisis de trabajo, por una parte y las discordias interiores por otra, debido a las campañas sistemáticas de los sindicalistas, concluían su obra destructora.

Luego no es exacto que debemos empezar la historia de las Sociedades obreras un poco antes en que don Juan March regaló 100 mil pesetas para la Casa del Pueblo.

Dado el ambiente social actual y las circunstancias por que atraviesan la mayoría de las industrias el auge de las Sociedades habría venido y presentado un período de pujanza como la actual, sin el donativo y con él no se ha conseguido más que ciertas facilidades en cuanto a local.

Sobre el Congreso

En el Congreso celebrado últimamente por la Federación Local se deslindaron con precisión las dos tendencias: la sindicalista y la socialista.

Se trabajó por la unión creo que por una parte y otra parte. Pero los socialistas fueron adquiriendo el convencimiento de que había quien traducía unión en sometimiento y a ello no se prestaron y trabajaron dentro de la unidad de acción de la Federación Local para influenciar  a esta, logrando triunfar y desde entonces viene la enemiga de los sindicalistas contra la Casa del Pueblo.

Medios de acción socialista

Por otra parte, cuestión de procedimiento entre una y otra tendencia, diferencias de táctica en la práctica son imperceptibles.

Los sindicalistas han acudido a las autoridades siempre que las circunstancias han obligado a ello y los socialistas han practicado la acción directa cuando las circunstancias han sido favorables para ello 

Los socialistas han apelado a las huelgas generales cuando han creído que había motivos poderosos para ello.

Respecto de nuestra acción política, como dentro de los sindicatos no trasciende podríamos poner punto al llegar aquí: pero como en dicho artículo se desvirtúan  nuestros medios de acción voy a ponerlos de relieve.

La concepción que tenemos de la evolución social nos lleva a afirmar que el cambio de régimen la implantación del comunismo no se hará sin apelar a la revolución y a esta concepción atemperamos nuestra acción.

También ha demostrado la experiencia la suma complejidad del movimiento social y el gran esfuerzo que hay que emplear para la preparación de este medio social para poder llegar a efectuar la transformación con probabilidades de éxito. Y a ello dedicamos todas nuestras energías, desde el municipio, desde la diputación, desde el parlamento, desde el campo cooperativo, desde el campo sindical; pero entiéndase bien, a las masas tan solo les decimos que esto son medios para llegar al fin: que el medio supremo y final será la revolución a que tendremos que apelar para el cambio de sociedad.

Los sindicalistas se tienen estereotipado una fórmula teórica: la acción directa para aplicar a todos los males. Nuestra acción es múltiple y según las circunstancias. ¿Cuál es la acción más revolucionaria?

Un supuesto atropello

Y llegamos al supuesto atropello que el periódico sindicalista atribuye a la Casa del Pueblo.

Los tres individuos expulsados pertenecían al Ateneo Sindicalista y aunque estuvieran expulsados de su sindicato y de la Casa del Pueblo el indicado Ateneo sienta la peregrina teoría de que siendo socios tienen patente de corso y, por tanto, que se les debe respetar.

No compañeros sindicalistas, el Ateneo y la Agrupación Socialista son entidades de segunda mano. La entidad primaria es el sindicato; la expulsión de esto supone la expulsión de la otra.

Quien tiene la soberanía en la Casa del Pueblo son los sindicatos, el Comité de la Federación Local y se les permita la estancia a las otras entidades porque son concurrentes al mismo fin.

Por otra parte al Ateneo se le comunicó la expulsión antes de obrar, primero, y una vez comunicada obrar, indicándole los motivos que inducían a ello.

La escisión

Llevado por todos los motivos apuntados concluye el indicado periódico haciendo un llamamiento para que salgan todos los sindicalistas de la Casa del Pueblo recomendándoles la acción franca y decidida contra la Federación Local.

No sabemos si los sindicalistas atenderán el llamamiento; pero diremos que preferimos la acción franca y hostil a la encubierta, puesto que de esta manera sabremos bien a que atenernos.

No quiere esto decir que no deseemos la unión, la fusión: la deseamos, pero no la hemos confundido con el acatamiento a procedimientos y tácticas determinadas cuando los consideremos erróneos.

Y por último diremos que fuimos al Congreso y contrajimos el compromiso de defender los Sindicatos, la Federación Local. Lo hemos cumplido.

Fuero al Congreso los sindicalistas y contrajeron igual compromiso, ¿han cumplido con él?

A.M.A

 

EL OBRERO BALEAR nº 946

16 de abril de 1920