1922 – I CONGRESO DE LA F. R. DEL TRABAJO DE MALLORCA

 

Acaba de celebrarse el primer Congreso Regional de las Baleares; es decir, acaba de manifestarse solemnemente la voluntad del proletariado de las islas Baleares, en solemnísima Asamblea, plasmando en un realidad tangible uno de los deseos más vehementes manifestados por los trabajadores: la constitución de la Confederación Regional del Trabajo de las Baleares.

 

Glosar en estos momentos cuantos acuerdos fueron adoptados por el Congreso; poner apostillas a las manifestaciones de los delegados, alguna de ellas interesantísimas, nos lo veda el tiempo y el especio de que disponemos. Quédese esa labor de comentario; de critica serena y razonada; de estímulo y de consejo, para números sucesivos, limitándonos hoy a hacer resaltar el conjunto de la obra llevada a feliz término.

 

Cuando en la mayoría de las provincias españolas se deja sentir el peso de una represión feroz, no tanto por el daño o perjuicio que puedan ocasionar a las personas, como porque limita la manifestación de un estado de conciencia ciudadana; cuando las organizaciones obreras afectas a la Confederación Nacional del Trabajo, no pueden desenvolverse ni actuar con aquella libertad de acción, tan necesaria para llegar a satisfacer necesidades y deseos; cuando contra la organización sindicalista revolucionaria de España, única fuerza positiva que es garantía, para todos los trabajadores, de respeto y consideraciones personales y colectivas, se lanzan toda clase de infamias y se pretende llenarla de oprobio; cuando se nos cree muertos, rendidos, fatigados, desengañados, se alzan en manifestación ardiente de vida, organizaciones como la de Palma de Mallorca y apartando, con la paciencia de que está seguro en sí mismo, los obstáculos que se le pudieran poner a su paso, no entreteniéndose tampoco en lanzar piedras a los perros que salen a ladrar en el camino, sino que deja que los perros ladren, y ofrecen dichas organizaciones y sus hombres, el espectáculo sorprendente de su vitalidad y su conciencia.

 

Ayer Zaragoza; hoy las Baleares; mañana Valencia, Cataluña incluso, más tarde, van abriendo nuevos horizontes a la organización y dan la sensación de su solvencia y de su capacidad.

 

Pero observad bien, que las islas Baleares han vivido hasta ahora un vida que no era vida.

 

Salvo raras excepciones, los trabajadores no habían manifestado muchos deseos de una evolución sindical en cuanto, claro, a sus organizaciones se refiere. No parecía sino que aquí no hubieran problemas a resolver, cuando la verdad es, que los hay de tanta importancia que al no fijar la atención en ellos, se agravan por momentos llegando los hombres a un estado de inconsciencia tal que nos ha obligado a pensar muchas veces si es que a nosotros no nos unía con los trabajadores de la Península un mismo anhelo.

 

Que el problema social ofrece sus características especiales, es evidente. Precisamente por tener en cuenta esa característica es por lo que no llegamos a comprender como hasta ahora se permaneció y vivió en la mayor indiferencia.

 

La Federación Regional, nuestra organización sindicalista revolucionaria, fue un revulsivo, tan eficaz, que ha bastado un sencillo llamamiento para que el Congreso celebrado, si queréis, con las imperfecciones propias de quienes por primera vez organizan actos de tal naturaleza, constituyera una formidable éxito.

 

Pero la eficacia de la labor realizada es innegable, tanto que dentro de breve tiempo se verán sus resultados.

 

Estamos satisfechos de la obra realizada. La realidad ha sobrepujado nuestras propias esperanzas.

 

Alteza de miras en las discusiones y llevadas las discusiones por cauces de serenidad; vehementes deseos de llegar a un acuerdo, tal fue la nota del Congreso.

 

Ahora a trabajar; a llevar a la práctica los acuerdos adoptados; a dar nuevas pruebas de nuestra conciencia como trabajadores y como hombres.

 

Los sindicalistas hemos realizado una obra trascendental.

 

Ofrezcamos esa obra modesta, si, pero firme a la Confederación Nacional del Trabajo, como testimonio de nuestro espíritu revolucionario y de nuestro espíritu de solidaridad. Que la naciente Confederación Regional del Trabajo de las Baleares sea una garantía para el proletariado isleño y que ella sea el punto de convergencia de nuestras aspiraciones y de nuestras voluntades.

 

Velemos porque los principios libertarios cuya reafirmación se hiciera en el Congreso no sean maculados.

 

Sigamos adelante

 

                                                                        

 

  

    CULTURA OBRERA nº 167

   28 de Octubre de 1922