1922 – NO DEBEMOS CALLAR

No, no es posible que callemos ante el burdo manifiesto que han lanzado a la publicidad tres Sociedades que se han separado de la Casa del Pueblo influidas por los elementos comunistas y sindicalistas, por el motivo de haberles quitado el mando de la Federación Local.

Nos tenía indignados el proceder innoble y descabellado de los citados elementos con respecto a la organización obrera y a hombres honradísimos que en ella han consagrado su vida por amor a la causa, pero esta indignación ha subido de punto al leer el citado manifiesto y ver el poco escrúpulo de querer justificar ante la opinión pública su separación de dicha Casa del Pueblo en el fracaso de una porción de huelgas, entre ellas las de zapateros y metalúrgicos, acusando del desastre a los citados hombres por no ser de ideas socialistas.

No hay derecho, compañeros a cargar sobre el prójimo los defectos y culpas propias. Los pueblerino nos enteramos de todo lo que ocurre en la capital a pesar de que nos separe de ella la distancia de unas leguas. Y con lo que respecta a vuestras luchas no solo nos enteramos, sino que muchas veces somos las víctimas. Así sucedió con la última huelga de zapateros que al ser decapitada a la sexta semana por el entonces Comité Central negándose el apoyo obligatorio para favorecer, a la de metalúrgicos –que si bien era muy digna de amparo no lo era más que la de zapateros- tuvimos los pueblerino, avergonzados de la indecencia societaria cometida por los que ahora acusan de cargar con casi todo el apoyo material de dicha huelga ya que en la propia Palma no lo encontró llegando nuestras cotizaciones a 5 pesetas por socio semanales y siendo motivo de muchos disgustos y quebrantos en nuestras organizaciones puesto que los socios más inconscientes pagaban de mal gusto viendo lo que sucedía en la capital.

No, compañeros comunistas y sindicalistas, la huelga de zapateros fracasó porque vosotros tuvisteis interés en que fracasara. En su fracaso veiais también el de los hombres que la dirigían y esta pasión mezquina y ruin la colocasteis por encima de la sagrada causa común a todos. ¿Y que sucedió? Que entonces se entabló una lucha de intrigas y dualismos entre zapateros y metalúrgicos repercutiendo en los demás trabajadores, fracasando también el hermoso movimiento metalúrgico y dividiendo a la clase obrera en dos bandos. ¿Habría sucedido esto si el Comité Central, al declararse la huelga de los metalúrgicos hubiese procedido con más tiento considerando hermanos iguales en la causa a metalúrgicos y zapateros?

Fracasada la huelga de zapateros una representación del citado Comité Central vino a Alaró a recaudar fondos para la de metalúrgicos y aunque nuestra Sociedad le dio todas las facilidades para celebrar una reunión nadie más que unos pocos convencidos acudió al llamamiento al enterarse de su objeto y de quienes eran que lo hacían. ¡Como iban acudir ni dar un céntimo los zapateros para los metalúrgicos al Comité Central si en él veían la causa de la derrota de sus compañeros de Palma para los que habían hecho tantos esfuerzos inútiles.

Lamentable, muy lamentable es todo lo que ha sucedido, pero es una ruindad y una vileza achacar la culpa a los hombres y organizaciones que han quedado en la Casa del Pueblo cuando los hechos demuestran claramente que los únicos y verdaderos culpables son los que formaban el pasado Comité Central y los que sancionaron su incalificable proceder, que son los mismos que ahora arrojan bilis contra el compañero Bisbal y Casa del Pueblo.

Podéis tirar manifiestos y engañar con vuestras mentiras a cuatro incautos palmesanos, pero a los pueblerinos no nos engañareis por muchas habilidades que pongáis en práctica. Os conocemos y ojala no os hubiésemos conocido. Con vosotros no iríamos ni a la gloria.

Y conste que no estoy afiliado al partido socialista y en principio más bien me inclinaba hacia el comunismo. Pero el citado manifiesto me ha indignado y he creído que no debía callar ante la osadía de unos fracasados sin escrúpulos ni decencia obrera.

Pedro Rosselló

Alaró 28 de Junio de 1922

EL OBRERO BALEAR nº 1061

30 de junio de 1922