1923 –  JUGANDO A PETICIONES Y HUELGAS

Desde que se fe de la Casa del Pueblo el llamado “Sindicato Único” de obreros albañiles, los que le dirigen no han tenido más que una sola preocupación; desacreditar y destruir la Sociedad del mismo ramo denominada “El Trabajo”, que está domiciliada en el citado local, la cual cuenta con las simpatías y adhesión de la gran mayoría del citado gremio y están afiliados a ella casi todas las sucursales de los suburbios de esta capital.

Esto tenia irritados a los sindicalista de doublé, que diría Ignacio Ferratjans, hoy convertido en adulador y esclavo suyo hasta el extremo de prestarse a hacer los más ridículos papeles con tal de que le toleren hablar en los mitines y ser socio de segunda categoría dentro de la Federación Regional. Decimos de segunda categoría porque no es elegible para el desempaño de cargos en dicha Federación, pues los sindicalistas le tienen puesto el veto; es decir; Ignacio Ferratjans, al igual que los esclavos romanos, no tiene ciudadanía dentro del régimen sindicalero de la Plaza del Mercadal, y claro está, ya que no tiene gallardía para rechazar este bochorno les ayuda a derramar bilis contra la Casa del Pueblo. De ahí que el domingo dijera en el mitin del Balear que ésta era un nido de esquiroles, pues sabia que esta bobada había de valerle una ovación en aquellos momentos en que loas dos docenas de cascarrabias sindicaleros acaban de salir de dicho local social mordiendo el polvo de un gran fracaso.

Pero dejemos al lider comunista y vayamos al objeto de este artículo, que consiste en demostrar que los sindicalistas de la Regional juegan a peticiones y a huelgas a sabiendas de que estas han de fracasar y con el sólo objeto de atribuir luego el fracaso a la Casa del Pueblo por no haber secundado sus planes inspirados en el despecho y la menecatez.

Desde hacia muchos años –más de veinte- la Asociación de albañiles había sido el baluarte fuerte de los anarquistas y sindicalistas de esta capital, dirigiéndola y mangoneándola a su manera. Nadie que no fuese de su tendencia o que no se sometiera a sus normas establecidas había podido nunca entrar a formar parte de la Directiva, lo cual hacia que pudiesen manejar el gremio a su antojo y que fuesen sus dueños absolutos. El primer gallo que se atrevió a cantar contra ellos fue Ignacio Ferratjans, entonces socialista y hombre joven con cierta facilidad de palabra, condición que le fue favorable para captarse las simpatías del gremio. Muy pronto Ferratjans logró destronarles y hacerse el dueño de la dirección, lo que le valió una campaña terrible de difamaciones y calumnias y no pudiendo los sindicalistas lograr por este medio reconquistar el dominio perdido, pues el gremio no les hacía caso y seguía bajo la férula de la nueva dirección, acabaron por aburrirse y formar una nueva Sociedad de albañiles compuesta de tres expulsados de la Casa del Pueblo y cuatro incautos que les seguían.

Al poco tiempo empezaron a hacer llamamientos al gremio con el pretexto de hacer una petición a los patronos, para ver si de esta manera acudían los albañiles y se hacían fuertes; pero casi nadie les hacía caso. Las peticiones que proyectaban, como las de ahora, no tenían por objeto mejorar las condiciones de los albañiles, sino jugar con la sentimentalidad y candidez de éstos para satisfacer sus oídos  y ganar la partida a la Sociedad de la Casa del Pueblo, cuya pujanza, como ahora también, les tenía obsesionados. Cuando vieron que ni aún así podían lograr su fin cambiaron de postura y empezaron a explotar la candidez obrera diciendo que convendría hacer la fusión de las dos entidades. Esto, claro está, para los que no se daban cuenta de la maniobra era muy hermoso y los albañiles con facilidad cayeron en la red.

El que más contribuyó a ello fue Ferratjans, porque, habiendo ocurrido por aquel entonces la escisión comunista, en la fusión de las dos sociedades se hacia guapo a los sindicalistas, con quines les unía un odio mortal contra los socialistas. La fusión se hizo, pues, no por interés social del gremio de albañiles, sino por el odio que unía a sindicalistas y comunistas contra socialistas. De ahí que esta fusión se hiciera a base de aceptarse todas las imposiciones que hicieron los sindicalistas a pesar de que la Sociedad de la Casa del Pueblo tuviera el triple de asociados y pudiendo ser ella, por tanto, la que impusiera condiciones.

Desde este momento la Sociedad de albañiles volvió a tener su antiguo matiz sindicalista, de lo cual muy pronto se dio cuenta el gremio, que se revolvió contra sus directores y muy principalmente contra el mismo Ferratjans, que desde entonces perdió todo el prestigio que tenia entre dichos trabajadores. Esto dio por resultado la huída de sindicalistas y comunistas de la Casa del Pueblo y la formación de la Sociedad de albañiles “El Trabajo”, que muy pronto tuvo en su seno la mayoría de albañiles, que aún conserva, en tanto que el “Sindicato Único” quedó desmantelado y sin ambiente de ninguna clase en su favor.

Esto, como decimos al principio, tenía irritados a los sindicalistas, los cuales volvieron a sus antiguas jugarretas haciendo llamamientos al gremio sopretexto de hacer peticiones de aumento de jornal sin que el gremio les escuchara. Al fin, sin ambiente de ninguna clase, hace tres semanas presentaron unas bases a los patronos, las que fueron denegadas en absoluto. Entonces pensaron que existía “El Trabajo” y si para hacer la petición a los patronos no se creyeron en el deber de consultar su voluntad siquiera, en cambio se consideraron con derecho a pedirle su apoyo para la huelga. Pero “El Trabajo”, con alto sentido de su dignidad y en interés de los albañiles, contestó que para prestar apoyo a una huelga ésta tenia que provenir de una petición que ambas entidades hubiesen hecho mancomunadamente, a la cual contestación no hicieron caso los sindicalistas y contra la voluntad y asentimiento de la mayoría del oficio acordaron la huelga para el lunes de esta semana. El día siguiente los sindicalistas acordaban volver al trabajo en vista del fracaso absoluto del movimiento.

El juego de esta petición y de esta huelga era el de siempre: si por milagro (sólo por milagro podía ser) los patronos aceptaban la petición los sindicalistas solos tenían la gloria del triunfo y eclipsaban la Sociedad “El Trabajo”; que no la aceptaban y fracasa la huelga, como acaba de acontecer, “El Trabajo” tendría la culpa porque no ha prestado apoyo al movimiento. La petición y la huelga, en el fondo iban contra “El Trabajo” no contra los patronos. Este era el juego,  y sino ya leerán los obreros a “Cultura Obrera” de esta semana y verán como la huelga de albañiles se ha perdido por culpa de la Casa del Pueblo donde, todos somos unos esquiroles, como lo dijo ya Ferretjans en el mitin del Balear antes de principiar el movimiento.

¡Pero bobazos –podremos decirles nosotros- si sabíais que había de haber tantos esquiroles ¿por qué declaráis la huelga? ¿Para daros el gusto de llamarnos esquiroles nada más? Pues ya podéis pregonarlo en alta voz que no por eso vamos a perder el sueño.

¡No faltaba más, que por un grupito de biliosos que a cualquier hora se les antoja jugar a peticiones y a huelgas cual niños traviesos e irresponsables los que ya somos adultos y tenemos solvencia colectiva tuviéramos que participar de sus niñadas!

Un “esquirol”

EL OBRERO BALEAR nº 1113

6 de julio de 1923