Alejandro Jaume   INAUGURACIÓN DE LA CASA DEL PUEBLO – LA CASA DE LA LIBERTAD

Juan Jacoby, celebre parlamentario alemán, uno de los fundadores de la democracia alemana, decía, en uno de sus famosos discursos, -tomo la cita a Guillermo Liebknecht,- que la fundación del mas modesto círculo obrero tendría, para la historia futura, más importancia que la batalla de Sadowa. La visión de Jacoby no pudo ser más certera.

No ha transcurrido aún una centuria y las organizaciones obreras plantean en todo el mundo sus justas reivindicaciones, son la preocupación constante de todos los gobiernos y aportan ya materiales imprescindibles para la formación de la historia.

Organizaciones obreras plasman en Rusia una nueva concepción social; organizaciones obreras acaban de llevar al Parlamento Británico cerca de 200 Diputados y están en vísperas de asumir la responsabilidad del Poder y organizaciones obreras constituirán en España la única fuerza que habrá quedado viva después del vendaval del 13 de Septiembre.

Cada círculo obrero es una escuela liberadora; la cura donde nacen las inquietudes que despiertan el alma de los oprimidos.

Para Mallorca la inauguración de la Casa del Pueblo formará época en la historia del proletariado mallorquín. La violenta campaña de difamación que ha seguido a la construcción de dicho edificio demuestra bien claramente, que la burguesía se ha percatado perfectamente de la importancia que el hecho revestía, de la trascendencia que para la historia de Mallorca tendría en lo sucesivo.

La causa obrera ha entrado ya en una nueva fase de su vida. Han pasado aquellos tiempos en que Pablo Iglesias, a la luz de una candileja, explicaba a un pequeño grupo de discípulos el nuevo evangelio y sembraba la semilla de las primeras organizaciones obreras. Debido, en buena parte, a la labor heroica y abnegada de aquel apóstol los trabajadores se hallan ya organizados en todas las provincias y resultan hoy estériles, cuando no contraproducentes, las persecuciones de la burguesía y de sus nuevos gobiernos contra las nuevas ideas.

Aquí en Palma, en uno de sus mejores edificios, levantado en la parte alta del ensanche, abierto a toda luz, encontrarán tribuna abierta todos los que quieran propagar nuevas idea,  exponer sus injusticias y formular ensueños. La libertad tendrá su templo en Palma. Los perseguidos, los sedientos de libertad, los soñadores en nuevas estructuras sociales, tendrán desde hoy una tribuna desde la cual podrán verter sus ansias y las tempestades que agiten su alma.

Contra la Casa del Pueblo se desatarán nuevas campañas, la reacción intentará asaltar esa fortaleza, pero sus tentativas serán infructuosas porque la libertad es inexpugnable

Para hacer frente a esas futuras campañas, para defender la libertad que es condición esencial de nuestra vida, yo suplico fervorosamente, a todos los trabajadores, de todas las tendencias; anarquistas, sindicalistas, comunistas y socialistas, que vivan precavidos ante aquellos probables asaltos, que olviden sus diferencias cada vez que el enemigo común asome a sus puertas.

En las amplias salas de vuestro edifico, defended, todos, vuestra tendencia, discutid todos con pasión, con violencia, con odio, si queréis, que eso es vida. Procurad cada uno de vosotros atraer a vuestra causa al mayor número posible de prosélitos, que es obligación sagrada, cuando se tiene el convencimiento firme de la bondad de una idea, difundirla todo lo posible. Olvidad la prudencia, la moderación, en vuestras discusiones. Discutid con viveza, con pasión, con todo el fuego que brote de vuestra alma. Que al pasar por delante de vuestra Casa el pacífico paseante se detenga, espantado ante vuestros gritos y vuestras discusiones acaloradas, que es mil veces preferible ese griterío al silencio sepulcral de la indiferencia o de la orfandad de ideas. Pero el mismo calor, el mismo entusiasmo, el mismo odio, que empleéis en vuestras discusiones empleadlo también, todos juntos, en defensa de vuestra Casa, en defensa de vuestro común patrimonio;  la libertad.

El acto generoso de don Juan March cediendo a la clase trabajadora, sin condición alguna, el edifico que hoy se inaugura, uno de los mejores de Europa, en su clase, ha trocado en realidad lo que era un ensueño. La religión del Trabajo tiene ya su Templo en Palma. Formulo todos mis votos para que en breve resulte insuficiente ese palacio para albergar las sociedades obreras y sobretodo, para que nunca deje de ondear en sus torres la bandera de la libertad.

Alejandro Jaume

EL OBRERO BALEAR nº 1136

18 de enero de 1924