1924 – ¿QUÉ DIRÁN AHORA?

A raíz de hacerse el ofrecimiento de construir un edificio que sirviera de mansión a las sociedades obreras, por el señor March, fueron no pocos los “listos” –y entre ellos no pocos trabajadores- que profetizaron que no pasarÍa de proyecto tal oferta.

A tal efecto los ingenuos que creíamos de buena fe en la dádiva tuvimos que soportar chanzas y burlas de la gente que se pasa de lista y que fácilmente penetra en la interioridad de los espíritus y aún de las conciencias ajenas para saber de la rectitud de las intenciones que desde luego suponen deformes como su propia alma de cántaro. Por eso el 20 de Enero de 1924 marca una nueva etapa en la historia de la organización Palmesana y aún mallorquina. Lástima grande que esa inauguración oficial no sirviese para aproximar a todos los núcleos obreros aún de diferente idealidad hoy dispersos e indisciplinados.

Pero vamos a lo nuestro, que es, poner de manifiesto el fiasco que se ha llevado toda la gente al parece interesada en que los obreros palmesanos tuviesen casa propia. ¡Que lejos nos parecen aquellos tiempos en que los obreros tenían que soportar toda suerte de humillaciones para encontrar un local adecuado para dar una reunión pública de importancia! Aquellos tiempos en que se nos negaban todos los teatros y locales para obstaculizar el normal desarrollo de la organización han pasado definitivamente a la historia.

El Heber el señor March condicionado su oferta de construir el edificio Casa del Pueblo, a la concesión por parte del Ayuntamiento del correspondiente solar, dio motivo a muchos, - insinceramente - para dar a entender que no estaba en el ánimo de dicho señor el cumplimiento de lo ofrecido, sino que buscaba únicamente una postura popular para congraciarse con los obreros.

Pues bien, el Ayuntamiento negó el solar como se esperaba y no obstante hubo Casa del Pueblo y como se estimase insuficiente lo consignado de momento, se dio doble y aún lo que hizo falta para que resultase el soberbio edificio que hoy se puede admirar.

¿Qué dirán ahora los que nos motejaban de ingenuos porque creíamos en un principio la hermosa realidad de hoy? Lo malo es que la Casa del Pueblo sea regalada por un millonario, precisamente, los que pueden hacer tales regalos. Como que son regalos de príncipe. ¿No lo comprenden así los escrupulosos?

Juan G. C.

EL OBRERO BALEAR nº 1136

18 de enero de 1924