1922 – SOBRE EL CONGRESO DE LA CASA DEL PUEBLO – EL COLMO DE LA BARRA

El Comité Central de la Casa del Pueblo ha llegado a eso, al colmo de la barra. Su conducta cínicamente dictatorial y desprovista del más elemental sentido de dignidad y de respeto par con las Sociedades federadas no tiene anales en la historia del obrerismo. Es triste y vergonzoso tener que hablar así entre trabajadores, pero no hay más remedio es un mal necesario para hacer frente a otro mal peor. El buen nombre, la seriedad y el interés de la clase obrera son objeto de escarnio y befa por parte de dicho Comité Central y es preciso acabar con tanto vilipendio si no queremos que todo perezca en el cenegal de un proceder rufianesco, sin precedentes.

El Congreso extraordinario que el mencionado Comité Central convocó para el día 2 del corriente mes y que tanta polvareda había levantado, precisamente porque dicho Comité y los anarquistas y comunistas querían que a todo trance se celebrase y nosotros sosteníamos que era improcedente, por lo ineficaces que habían de resultar sus acuerdos, dada la índole de los asuntos a tratar; después de tanta discusión y de haber el Comité confeccionado, impreso y repartido el orden del día a las Sociedades y éstas haber tenido que convocar sus generales para acordar el mandato que al Congreso debían llevar sus delegados; después de tanto lío y de tanto gasto inútil, dos días antes del señalado para celebrar el Congreso el Comité, que era el que lo había convocado y organizado, envió un úkase a las Sociedades federadas diciéndolas: “El Comité Central ha suspendido el Congreso por una causa grave”. Ni más palabras ni más explicaciones. Una orden a lo Kaiser.

¿Qué causa grave motivó la suspensión? Pues el haber creído el Comité que tenía mayoría a su favor (de no haberlo pensado no hubiera convocado el Congreso) y haber visto a última hora que ni una Sociedad estaba de su parte ya que todas habían acordado en sus respectivas Juntas generales rechazar el orden del día por él confeccionado. ¿Qué papel iba a hacer entonces el Comité Central en el Congreso? ¿Cómo podía hacerse aprobar su funesta conducta sin un voto colectivo a su favor? Esto, que en otro Comité con dignidad y conciencia le hubiera inducido a dimitir irrevocablemente, puesto que no tenía ni tiene la confianza de sus representados, fue la causa de que optara por suspender el Congreso, continuando con el mayor desparpajo al frente de la dirección de la Casa del Pueblo sin más norma reglamentaria que su cinismo y mala fé.

Pero no para aquí todo. Cuando las Sociedades hubieron recibido oficialmente la noticia de la suspensión, algunas de ellas pidieron una reunión de Directivas para juzgar la conducta del Comité Central, y éste hizo caso omiso de la demanda y convocó arbitrariamente y contraviniendo el reglamento una Asamblea de federados para el jueves de esta semana, precisamente para tratar la gestión del Comité, que por iniciativa propia de éste debía discutirse en el Congreso que el mismo suspendió, pues?

 El artículo 34 del reglamento dice que la conducta del Comité Central deberá discutirse en los congresos ordinarios, aunque es de sentido común que ésta pueda ser discutida en un Congreso extraordinario y en una reunión de Directivas, pero en manera laguna en una reunión de federados, ya que los individuos no tienen personalidad reglamentaria ante la Federación puesto que ésta lo es de Sindicatos y no de individualidades, debiendo, por lo tanto ser las representaciones colectivas las que nombren, destituyan y (ilegible) al Comité Central.

Como este periódico entra en prensa los jueves por la noche, dia en que tuvo lugar la reunión de federados, no sabemos cual será su resultado, pero sea el que fuere no deja de ser arbitraria la nueva postura adoptada por el Comité Central, máxime habiendo entregado a las Sociedades la convocatoria con un solo día de anticipación sin que puedan ser avisados todos los socios por falta de tiempo material y además por no ser posible en una reunión de ese carácter examinar debidamente toda la actuación del Comité Central y fallar con verdadero conocimiento de causa. Pero lo que quiere el Comité es precisamente eso, que no haya conocimiento de causa y que se apruebe o desapruebe su conducta entre el barullo y la confusión. La luz y los taquígrafos es lo que teme el Comité Central..

De todos modos conviene dejar bien sentada una cosa que el actual Comité no tiene la confianza de los Sindicatos que componen la Federación y que a pesar de ello y con unos procedimientos que llegan al colmo de la barra quier dirigir y administrar la Casa del Pueblo.

Ni los partidarios del integrismo en el régimen de la burguesía procedieron tan reaccionariamente como esos (ilegible) comunismo libertario. ¡Que asco!

EL OBRERO BALEAR nº 1049

7 de abril de 1922