els  fideus

 

 polèmica / república

 

          Los valores de la constitucion democrática de 1931 Pep Vílchez Diario de Mallorca / 15 d'abril 2005
          Los fantasmas del pasado Eduardo Jordá Diario de Mallorca / 16 d'abril 2005
          El destino de la II República española. Pep Vílchez Diario de Mallorca / 19 d'abril 2005
          Respuesta a Josep M.ª Vílchez Eduardo Jordá Diario de Mallorca / 22 d'abril 2005
          El PCE y la República Pep Vílchez Diario de Mallorca / 28 d'abril 2005
     
          Refresquemos la memória Antonio Alemany El Mundo / 23 d'abril 2005              
          Recuperar la memòria històrica Josep Moll Marquès Diari de Balears / 1 de maig 2005
          La República Agustín Aguirrebengoa Esnaola Diario de Mallorca / 3 de maig 2005

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los valores de la constitucion democratica de 1931

Pep Vílchez

Diario de Mallorca / 15 d'abril 2005

 

La constitución republicana de 1931 conformó un modelo político y jurídico asentado en el respecto a las libertades individuales i colectivas de los ciudadanos y así se plasmó en el articulo primero de su Título preliminar “ .. España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia.,,”  de la misma manera que la constitución española de 1978 en el mismo orden (art. 1) concibe “España como un Estado social y democrático de Derecho” abriendo un espacio político para el cual propugna como valores superiores la libertad, la justicia, la igualdad i el pluralismo político.

 

No debería extrañar, por tanto, que un demócrata vea reflejado su ideario en la Constitución republicana i en la práctica de una sociedad pluralista i en ningún caso pueda sentir afecto hacia el Fuero de los Españoles y en la práctica de una sociedad jerarquizada, intolerante y autoritaria como fue la franquista No creo que nadie pueda dudar que la Constitución del 78 tiene como único antecedente democrático la constitución republicana. de 1931  Las dos constituciones democráticas del siglo XX español.

 

No hace falta ningún tipo de arqueología política  para considerar que existe un evidente hilo de continuidad i simetría en la voluntad de dar esencia a la democracia i el respecto a los derechos políticos inherentes en ambos textos i en la voluntad política que les dio origen y sustento.

 

El pasado siempre es juzgado por ojos del presente i son las valores de ese presente los que determinan el juicio que se traslada hacia el pasado y guste o no la realidad es que el franquismo se engendró de entre los movimientos autoritarios europeos tomando como modelo la Italia mussoliniana i la Alemania nazi. El general Franco restará en los infiernos mediáticos apareciendo en las retinas de las actuales y de las futuras generaciones acompañado de  otros dos pintorescos personajes: Hitler y Mussolini

 

El compromiso del fascismo español y de los militares rebeldes com el nazi-fascismo  tuvo como precio  una guerra civil i  una vergonzosa y cruel represión, el exilio de cientos de miles de hombres y mujeres, el rechazo y aislamiento internacional y la sustracción a los habitantes de este país del transcurso de las transformaciones culturales, sociales, políticas y económicas  de posguerra.que el resto de los europeos vivieron en libertad y con sus derechos democráticos garantizados

 

La derecha oportunista mallorquina se  sumó al carro franquista y, aún hoy rezuma olores de nostalgia y una azul incomprensión. Sino a qué viene, la irritación manifestada contra el contenido del serial documental que de la contienda civil y de la república ha emitido TV3 (Zona Roja)  actitud que se  se ha evidenciado en diversos comentarios escritos por determinados plumas como son las de  :Román Piña y Miguel Segura los cuales junto a Antonio Alemany conforman la tríada coral del reaccionarismo insular ¿Acaso no fue el de la Generalitat un gobierno legítimo amparado por la legalidad establecida?  El futuro ha sido el de las democracias y Arconovaldo Bonacorsi (Conde Rossi) sus Dragones de la Muerte y todos los que les acompañaron no dejan de ser parte de  una bufonada fascista de tenebrosas consecuencias para cientos de inocentes vilmente asesinados en los caminos y cunetas dejando una estela de sangre y terror cuyo recuerdo aún hoy perdura.

 


 

                                                                 

 

 

 

 

 

 

 

Los fantasmas del pasado    

Eduardo Jordá

Diario de Mallorca / 16 d'abril 2005

 

He visto en la televisión al ex seminarista Javier Madrazo -que dice ser comunista, aunque forma parte de un gobierno nacionalista de la derecha más rancia, etnicista y xenófoba- levantando el puño y gritando “¡Viva La Republica!" durante un mitin de la campaña electoral vasca que tuvo lugar el pasado 14 de abril, un día que casi todos los jóvenes confundirán con et Día de Los Delfines o como el Día Internacional de La Play-Station. Pero todavía hay gente que tiene que sacar a pasear el fantasma de la República y de la Guerra Civil, a falta de otra cosa mejor que hacer. Llevo leídos muchos libros sobre la República y la guerra, y la única conclusión a la que he llegado es que la República -como régimen burgués y parlamentario- tenia los días contados desde 1934. Si no la hubiesen derribado los militares con el golpe de estado de julio de 1936, la habrian derribado muy poco tiempo después -Un año, o quizá menos- Las milicias de los partidos de izquierda más extremista: desde los anarquistas hasta La UGT (que ya se habían sublevado en Asturias cuando formaron La Union de Hermanos Proletarios)

 

De hecho, la resistencia obrera al golpe militar en la zona republicana supuso el desmantelamiento casi total de la legalidad republicana. A Emiti Darder lo fusilaron en Palma los militares franquistas, pero no hubiera corrido mejor suerte si llegan a ganar la guerra las tropas del Ejército Popular de la República. Aunque haya gente que se resista a reconocerlo, Stalin -ahora conocido como Koba el Terrible- se había hecho con el control efectivo del poder en la zona republicana desde abril de 1937. A partir de esa fecha, la lucha contra Franco, salvo honrosas excepciones, no era una lucha a favor de la democracia, sino a favor de una dictadura proletaria. En 1939, España solo tenía dos alternativas, las dos igualmente tenebrosas: o la dictadura fascista o la dictadura soviética. No había lugar para los liberales ni para los socialdemócratas. Aunque duela decirlo, casi nadie creía en el parlamentarismo en aquellos años. Si en la España de 1931 había muy pocos republicanos -es decir, liberates y partidarios de un Estado de Derecho-, en 1936 eran todavía menos, y en 1939 ya no quedaba casi ninguno. Los que quedaban después de la guerra estaban en el exilio o escondidos (si tenían suerte), o pudriéndose en la cárcel o enterrados de mala manera (si no (a habían tenido).

 

Cuando han pasado casi 70 años, la mayoría de historiadores carece de la ecuanimidad suficiente pare juzgar la República y la Guerra Civil. Las cosas no son tan fáciles como nos hacen creer los demagogos. Muchos historiadores todavía juzgan a los protagonistas de la Guerra Civil como si estos personajes supieran lo que si saben los historiadores, es decir, lo que ocurrió al día siguiente -o seis meses después- de los hechos que ellos protagonizaron sin saber las consecuencias que iban a tener. Ni todos los militares golpistas eran fascistas, ni todos los defensores de la República eran demócratas. Incluso estoy convencido de que muchos militares sublevados, si hubieran podido predecir cómo iban a evolucionar los hechos, se hubieran cambiado de bando o hubieran desertado, igual que muchos militares que permanecieron fieles a la República también habrían querido cambiarse de bando o habrían desertado. Pienso en el general Vicente Rojo, que tal vez fue el mejor militar que luchó en la guerra: era católíco, conservador y muy poco amigo de los soviéticos. Su destino tuvo la grandeza de un personaje de Joseph Conrad. Se mantuvo fiel a la República del Frente Popular por su alto concepto del deber, pese a que no creía en ella. Diseñó unas ofensivas magnificas que nunca tuvieron éxito por falta de material y de mandos adecuados. Franco lo odiaba porque sabía que era mucho mejor militar que él, y sobre todo porque admiraba en secreto su sentido de la disciplina y de la lealtad (que él habia traicionado de forma tan ruin).

 

En el último año de la guerra, el general Rojo tuvo que acabar saludando con el puño en alto ante el retrato de Stalin. Y cuando acabó la guerra, se exilió en Méjico y Bolivia, donde acabó dando clases en la Escuela Militar de Cochabamba. Allí fue profesor del abuelo del novelista Edmundo Paz Soldán, con quien siempre que voy a cenar acabo conversardo del general Rojo, un hombre que sin duda se merece una novela

 


 

 

 

 

 

 

 

 

El destino de la II República española.

Pep Vílchez

Diario de Mallorca / 19 d'abril 2005

 

Desde una frivolidad llamativa y sólo excusable en un contexto más literario que riguroso, Eduardo Jordá en un artículo titulado “Los fantasmas del pasado” (DM 16.04.05) realiza una serie de ejercicios de “historieta factual” que partiendo desde un punto de ficción, – ¿ que hubiera ocurrido sí .... ?– adelanta acontecimientos y realiza una serie de afirmaciones falaces y, sobre todo, injustas. No fue la República quien mandó asesinar a Emili Darder  y cualquier otra consideración no es más que una malévola fantasía ajena al rigor histórico y un sarcasmo vejatorio para su memoria. Sucedió lo que sucedió y no otra cosa. 

 

Ha existido y existe una visión determinista que afecta al período republicano español cuyo objetivo es negar la posibilidad de un juego de alternancia democrática a la sociedad española de los años treinta del siglo pasado: la  II Republica estaba destinada inexorablemente al fracaso y a una dramática descomposición. Jordá, Pio Moa y el mismo general Franco coinciden en señalar que desde 1934 la República estaba condenada. Franco al hacer retrotraer en la Ley de Responsabilidades Políticas hasta 1934 los procesos judiciales y el exterrorista del GRAPO Pio Moa  al situar el inicio de la guerra en 1934 responsabilizando a los socialistas del inicio de la contienda. Efectivamente las cosas no son tan fáciles como nos hacen creer los demagogos.

 

Según Jordá o se caía en manos de Franco o de Koba el Terrible mucho más conocido como Stalín y sitúa la disyuntiva histórica en un infantil dualismo : o dictadura fascista o dictadura soviética. Atrapados en un trágico destino sin marco para la esperanza. ¿No había otros destinos? Muchas opiniones coinciden en señalar que la suerte de la República quedó sentenciada tras los acuerdos de Munich de septiembre de 1938 que significaron una terrible cesión de las potencias democráticas – especialmente Inglaterra - ante la política expansionista del nazismo germano. ¿Y si, Eduardo, Inglaterra no hubiera cedido? ¿Por qué el destino de las fuerzas democráticas españolas – incluidos los comunistas – tenía que ser distinto en España que en Francia o Italia dónde el partido comunista jugó un papel destacado en la resistencia antifascista y fueron y son partidos intachablemente respetuosos con el sistema de libertades democráticas? ¿Acaso en su visión no aparece la II Guerra Mundial y la victoria aliada?

 

Por otra parte decir que durante toda la contienda civil en ningún caso el Partido Comunista defendió la instauración de la dictadura del proletariado. Otras cosas se lo podrán reprochar al comunismo de la época y desde luego algunas de ellas ignominiosas pero no el de defender otra cosa que no fuera el orden burgués y republicano

 

En una sociedad plural como la nuestra nadie se debería extrañar que exista una opción republicana con un contenido cívico y una legitimidad democrática incuestionables. Motivos hay para ello aunque sólo sea el de que el republicano es el sistema político más universalizado de nuestra época.

 

Conmemorar es recordar colectivamente y, tras largos años de silencio y manipulación, sobre todo en Mallorca., reflexionar sobre unos hechos lejanos pero de indudables consecuencias que aún perduran no tiene porqué significar  sacar de paseo a ningún fantasma del pasado.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respuesta a Josep M.ª Vílchez

Eduardo Jordá

Diario de Mallorca / 22 d'abril 2005



Siento haber molestado a Pep Vílchez, a quien conozco desde hace muchos años, con mi artículo "Los fantasmas del pasado". Le agradezco que me compare con Pío Moa y el general Franco, ya que desde que tenía cinco años mi mayor sueño fue formar parte, en calidad de caballo blanco, de la guardia mora del general Franco. En cuanto a Pío Moa, desde que leí "La isla del tesoro" soñé con hacerme pirata, con lo cual no hubiera estado mal militar unos años en el Grapo, que fue lo más parecido a la banda de Long John Silver que hubo en España (por desgracia, los muertos que ocasionó no fueron ficticios). Pero el problema de la izquierda es que se resiste a reconocer unos hechos incuestionables. En 1934, las milicias obreras se sublevaron en Asturias contra el gobierno legítimo de la República, a la vez que un político tan imprudente -y soy demasiado prudente al escribir esto- como fue Lluís Companys le hacía el gran favor a la República de proclamar el Estat Català, saltándose la legalidad a la torera. En junio de 1936, en pleno gobierno del Frente Popular -y no quisiera dar ideas-, la policía al servicio del ministerio de la Gobernación mató al jefe de la oposición Calvo Sotelo. ¿Se imagina Vílchez que Zapatero o Aznar hubieran permitido, o al menos excusado, que su policía asesinara a Rajoy o a Zapatero? Y más aún, durante todo el año 1936, las milicias de extrema derecha y de extrema izquierda, incluidas las del PSOE, estaban recibiendo entrenamiento militar (y se supone que no era para jugar a los soldaditos de plomo). Estos son los hechos. Yo soy partidario de la II República, pero de la República de Azaña y Prieto, no de la de Largo Caballero, Negrín y el general Líster.


Ninguno de nosotros, por fortuna, sabe lo que es una guerra, y menos una guerra civil, ni a qué extremos de locura y odio y cobardía puede llevarnos (en el País Vasco, por cierto, saben bastante de esto, aunque Izquierda Unida siga actuando allí con una venda en los ojos y un tapón en los oídos). En 1938, nos guste o no, la zona republicana estaba en manos de Stalin, igual que una parte importante del Ejército Popular. El Campesino, que fue un militar mediocre pero comunista, huyó como un conejo de Teruel, pero los mandos del Ejército Popular mandaron fusilar por cobardía a un centenar de soldados de un batallón formado por socialistas y anarquistas que habían luchado con gran valor. Y yo no creo que Stalin hubiera soltado una pieza tan jugosa como España si hubiera ganado la guerra. Es una opinión, pero creo que fácilmente comprobable por lo que sucedió en los años posteriores. Y en cuanto a lo que escribí acerca de Emili Darder, le vendría bien recordar a Pep Vílchez que Jan Masaryk, un liberal humanista muy semejante a Darder en ideas y carácter, se suicidó en 1947 cuando vio cómo la policía y el ejército checo, controlados por los soviéticos, estaban actuando en la desdichada Checoslovaquia posterior a la II Guerra Mundial. Si Vílchez quiere más información sobre el caso español, le recomiendo que lea "Homenaje a Cataluña", el mejor libro sobre la guerra civil, escrito por alguien -George Orwell- que luchó en las milicias republicanas contra Franco (y fue herido en el cuello por ello). Y le repito que a mí no me molesta la República, sino todo lo contrario. Pero mi República es la liberal y humanista y burguesa a la que ni la izquierda revolucionaria ni la derecha paleolítica permitieron sobrevivir.

 


 

 

 

El PCE y la República

Pep Vílchez

Diario de Mallorca / 28 d'abril 2005

 

En 1979 el PCE celebró el IX Congreso en Madrid – primer congreso celebrado de manera legal en España desde la finalización de la contienda civil -. Entre los asistentes invitados extranjeros se encontraba Arthur London antiguo miembro de las Brigadas Internacionales. Le recuerdo de entre los asistentes con su corpórea figura apuntalada por dos largas varas a modo de muletas que ayudaban a dar verticalidad a su figura. Ignasi Ribas se acercó a él y le saludó de forma efusiva. A continuación ambos, él y yo, comentamos con cierto orgullo la importancia de la presencia de  London en un congreso comunista. En 1970 Costa-Gavras había dirigido la película “La confesión” – L’aveu – cuyo guión se basó en el testimonio de London víctima de las feroces purgas del régimen estalinista checoslovaco . La censura franquista había permitido la proyección de ésta película – aunque no autorizó “Z ” dirigida por el mismo director y que trataba de la dictadura de los coroneles griegos –

 

 Precisamente una de las señas de identidad del PCE  en los años 70, fue su rotunda oposición a la invasión soviética que puso fin a la Primavera de Praga y a la experiencia de socialismo democrático del gobierno de Alexander Dubcek. El eurocomunismo llevaba implícito un rotunda condena al estalinismo y la convicción – que luego resulto no ser tan general como parecía – de que democracia y socialismo debían formar un binomio inseparable. El estalinismo ha sido y, por desgracia, en muchos lugares todavía es, una de las lacras de nuestro tiempo y esta afirmación no tiene paliativos.

 

Desde ésta convicción quería realizar una serie puntualizaciones al escrito de Eduardo Jordá publicadas en Cartas al Director (DM 22.04.2005).

 

a) El hecho de que Jordá coincida con determinadas apreciaciones sobre el origen de la Guerra Civil con las interpretaciones sostenidas por Moa y otros “historiadores” de querencia franquista no incluye ningún tipo de correspondencia entre estos y Jordá al cual manifiesto mi respeto y mi indudable convicción de que es un hombre de bien y demócrata de toda la vida.

 

b) El primer atentado contra la República lo realizó en 1932 el general Sanjurjo con un intento de sublevación militar que fracasó y le costó el exilio. El mismo sería la cabeza jerárquica de la sublevación de julio de 1936 que sólo un accidente aéreo que le costó la vida le impidió capitanear.

 

c) La sublevación asturiana, así como la rebelión institucional de la Generalitat catalana presidida por Lluis Companys, de octubre de 1934 fueron una reacción a la entrada en el gobierno radical de Alejandro Lerroux de tres ministros de la CEDA. En la época  Gil Robles encarnaba la imagen política del totalitarismo europeo. En 1933 Hindenburg había nombrado canciller a Hitler el cual a reglón seguido disolvió el Reichstag y fulminó las libertades del pueblo alemán y a través de esa “revolución legal” accedió a instaurar el sistema nacional-socialista que puso fin a la República de Weimar. En febrero de 1934 el canciller austriaco Dollfus   - católico conservador – puso fuera de la ley al partido comunista, aniquiló la socialdemocracia y se aproximó cada vez más al totalitarismo fascista. En Italia, desde 1923 Mussolini había acabado con el estado de derecho e instaurado la dictadura del fascio. Si a la revolución asturiana la despojamos de su contexto no seríamos capaces de entender nada de nada.

 

d) El asesinato de Calvo Sotelo aunque ciertamente fue realizado por elementos de la guardia de asalto fue precedido por el asesinato del teniente José Castillo oficial de este cuerpo y sólo tiene explicación que no justificación en este contexto. El gobierno de la República en ningún caso ni permitió ni excuso el asesinado del ex ministro de Hacienda del dictador general Miguel Primo de Rivera.

 

e) Me parece una injusticia la actitud despreciativa hacia el que fue presidente del gobierno de la República española desde mayo 1937 don Juan Negrin. Sobre el particular es muy recomendable la lectura de un excelente trabajo biográfico realizado por el catedrático de Historia Contemporánea Ricardo Miralles titulado Juan Negrin. La República en guerra (Madrid, 2003).

 

 

f) Conozco la obra de Jorge Orwell así como la visión cinematográfica del director Ken Loach basada en la obra “Homenaje a Cataluña” y titulada “Tierra y Libertad”. Los denominados “hechos de mayo” de 1937 en Barcelona suponen uno de los capítulos más negros y reprochables del período de guerra de la República que, a su vez, provocaron la caída de Largo Caballero y su gobierno sindical y la formación del primer gobierno del doctor Negrin.

 

La época histórica con la que tuvo que bregar la República española no fue un camino de rosas pero fue el sistema republicano, como hoy es la monarquía democrática, el que sostuvo un entramado jurídico y político basado en un marco constitucional formalmente respetuoso con los derechos colectivos e individuales  y fueron las fuerzas reaccionarias beneficiarias de la anterior dictadura primoriverista las que provocaron la liquidación de las libertades, la guerra civil, la represión y una dictadura personal de un general que no dejó de mandar hasta que su dios lo reclamó para mandarlo a los infiernos.

 


 

 

 

 

 

 

Recuperar la memòria històrica

Josep Moll Marquès

Diari de Balears / 1 de maig 2005


 

 

Els esforços per mantenir viva la memòria de les barbaritats comeses durant la guerra civil, provocada farà aviat setanta anys per un grapat de generals traïdors al poble, a la legalitat democràtica vigent en el país i al seu propi jurament de defensar-la, no són nous. Però fins fa poc eren esforços individuals, i per això mateix no preocupaven les estranyes consciències de la gent de dretes, mentre que des de fa uns mesos comencen a esser col·lectius i fins i tot institucionals. Això ja preocupa més els hereus ideològics dels vencedors d'aquella confrontació, i després de passar-se cinquanta anys repicant unilateralment i sense treva les campanes de la memòria, donant la culpa de tot als «rojos» i contant i exagerant les malifetes que aquests varen cometre, i vint anys intentant condormir les mateixes ferides que ells havien deixat obertes tot aquest temps, ara s'escandalitzen quan veuen que el poble no ha oblidat i que són cada vegada més els que volen recuperar la memòria històrica i que es conegui la veritat. No es tracta només del perill de repetir la història que no es coneix, sinó de fer justícia als centenars de milers d'espanyols, i als milers de mallorquins, que varen esser vilment assassinats, empresonats, perseguits i insultats durant els anys més vergonyosos de la història del país anomenat Espanya. No es tracta de «tornar a obrir ferides», que és evident que mai no s'havien tancat, sinó de retre homenatge als qui varen patir persecució i mort perquè volgueren defensar la llibertat i la democràcia, o perquè un mala ànima va aprofitar l'ocasió per a una miserable venjança personal. Benvinguda sigui, idò, la recuperació de la memòria històrica, però alerta als que intenten desfigurar-la reinventant la història. La tragèdia mallorquina no és que la immensa majoria estigués a favor de la República i fossin subjugats per la minoria partidària del «Movimiento». La tragèdia és que aquesta minoria no sols va estar disposada i decidida a exterminar l'altra minoria compromesa en la defensa activa de la República, davant la inhibició de la immensa majoria que es va mantenir darrere la roca, sinó que ho va fer amb autèntica fruïció. Fa calfreds pensar que aquesta gent que algú encara anomena «d'ordre», aquelles senyores de missa i comunió diària, anaven a presenciar les execucions com qui va a veure una funció de circ, amb el suport «espiritual» d'alguns capellans que anaven pels pobles pistola en mà, i que no varen moure un dit per salvar el seu germà de ministeri Jeroni Alomar Poquet, condemnat a mort i afusellat perquè ajudava a fugir de Mallorca els perseguits pels falangistes. A Mallorca, els que tenien una posició social més elevada, i per això mateix una formació que els feia més responsables dels seus actes, varen esser els botxins més acarnissats, provocant una atmosfera de por que va arribar fins al moll dels ossos dels mallorquins. Mon pare, que no es va aficar mai en política ni va encapçalar res de res, en el segon volum de les seves memòries, publicat a principis de 1975, quan encara no era mort el dictador, denuncia sòbriament, i per això mateix amb més eficàcia, la barbàrie dels falangistes i altra «gent d'ordre» afecta al «Movimiento» i descriu aquesta por, de la qual ell mateix va esser víctima i que va durar encara molts d'anys, com bé recordam els qui vàrem fer les campanyes electorals de 1977 i de 1979 i sabem quanta gent no s'atrevia a venir als nostres mítings per por de quedar «fitxats» per la policia i tornar a sofrir persecució. No deixem, per tant, que els ideòlegs més reaccionaris de l'extrema dreta facin combregar les noves generacions amb rodes de molí, i retem homenatge als qui moriren per defensar les llibertats que avui disfrutam. Només així el seu sacrifici no serà del tot inútil.

 


 

 

 

La República

Agustín Aguirrebengoa Esnaola

Diario de Mallorca / 3 de maig 2005

Escribo esta carta tras leer el articulo de opinión "Los fantasmas del pasado escrito por Eduardo Jordá", ya que me he sentido aludido y dolido al mismo tiempo.

 Mi abuelo fue gudari en la guerra del 36 y murió en ella. Mi abuelo era un industrial vasco, tenía una empresa de cuchillos, una familia con cinco hijas y era un militante del PNV. En respuesta al alzamiento militar se alistó voluntario y luchó en defensa de la República. Como consecuencia, perdió la vida y tras la derrota su familia fue condenada al ostracismo y a las más graves penurias. Posiblemente si no se hubiera dado el alzamiento contra la República la historia de mi familia hubiera sido muy diferente, pero la realidad es la que fue.


Sin embargo, mi historia es diferente, yo me eduqué en la lucha antifranquista y luché en los movimientos comunistas. Ese período me devolvió la dignidad y el valor de la resistencia, pero también sufrí la represión, la tortura y la cárcel franquista. Y mi historia se encuadra y alinea con la de miles de personas que lucharon y resistieron a la dictadura militar.


Por ello no deja de sorprenderme un artículo que realiza cábalas de lo que pudo ser y subliminalmente intenta defender a los alzados en armas, cuando en realidad supuso un alzamiento cruento contra el poder democrático y legalmente establecido.


¿No creen ustedes que si la República se hubiera mantenido, más bien, se hubiera alineado con los aliados y su posición no hubiera sido neutral ante la agresión nazi? ¿Y el orgullo que tendríamos ahora tras haber derrotado al nazismo, al igual que lo tienen los pueblos que lo lograron? ¿No creen que nuestro pueblo estaría mucho mejor tras haber vencido unidos al nazismo, en vez de las heridas que nos crearon los militares golpistas con la guerra civil? Pero, Señor Jordá, la realidad fue la que fue y sus consecuencias aún perduran.