Las Subsistencias
Hemos de confesar que nos hemos engañado.
Nosotros creíamos que la Junta Provincial de
Subsistencias que tan
dignamente ¿? Preside D. Dionisio Alonso
Martínez gobernador de esta provincia y que por
desgracia nuestra hemos de sufrir forzosamente,
hubiera, al menos, procurado acallar desvanecer
nuestros temores evitando que los artículos que
se exportan no lo fueran antes de que nuestro
mercado no estuviera surtido, pero nada ha
hecho.
El lunes por la mañana en la plaza de abastos no
encontraron los vecinos carne, que los huevos a
media mañana no había ni uno y que el pescado
era muy poco el que se había puesto en venta.
La impresión que ello causó fue grande, pero
mayor fue la indignación que causó al mismo
vecindario, o al menos, a los que por la tarde y
a la salida del vapor correo de Barcelona,
vieron como se embarcaban un centenar de
corderos, sesenta canastos de huevos y catorce
cajas de pescado.
La carne, los huevos y el pescado era lo que por
la mañana había escaseado u por la tarde lo
exportaban.
¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede
nuestro
Gobernador, al ver la escasez de dichos
artículos consentir que se exporten a Barcelona?
¿Cómo puede la Junta de Subsistencias dejar que
se exporte lo que escasea?
Nos causa pena tener que decirlo, pero creíamos
que la dignidad del argo que desempeñan hubiese
sido suficiente para evitarlo, pero no ha sido
así.
Desde la formación de dicha Junta, ni uno solo
de los individuos que la integran ha tenido ni
un ápice de actitud suficiente para evitar que
se exportasen dichos artículos.
Han demostrado su ineptitud, han demostrado lo
que son: ineptos para el desempeño del cargo que
ocupan.
Y más censuras merece la actitud del Gobernador,
pues parece que se ha propuesto hacer las cosas
a su gusto y capricho, cuando a él es a quien
pertenece corregir los abusos y el
incumplimiento de lo que la ley prescribe.
Y sepa el Sr. Gobernador, que la Real orden
circular del 12 de diciembre, párrafo 4º dice:
Y como no
siempre, ni en todos los casos, por falta de
elementos de vigilancia o por su alejamiento de
los centros de consumo, podrían los Gobernadores
practicar tales funciones, sobre el terreno, con
la instantánea diligencia que las circunstancias
exigen, resulta natural complemento de la medida
antes señalada lo de facultarles a su vez, para
que, bajo su peculiar responsabilidad y
confianza, allí donde lo consideren preciso
deleguen a las Autoridades locales las
atribuciones que se les otorgan.
Ahora al Gobernador es a quien toca hablar y
obrar. Sepa que lo que está haciendo ya pasa de
lo aguantable. Que el pueblo sufre su ineptitud
y que le quedan dos caminos: o dimitir o aplicar
la ley con mano dura, aunque se la haya puesto
por montera.
Si el ha delegado a otros la vigilancia y éstos
no saben cumplir el mandato, al Gobernador le
toca castigar las faltas cometidas.
Núm. 786, 24 de febrero de 191 |