Las subsistencias y los comerciantes
Son bastantes en Palma (y mucho más fuera de
Palma) los comerciantes y tenderos que tan
pronto supieron que la guerra europea podía
envolver un serio peligro para España –aunque no
fuese más que por la escasez de subsistencias
que aquella podía acarrearle- como buenos
españoles y, sobre todo, como buenos
patriotas
que son, sintieronse inflamados sus sentimientos
patrios
y si bien no pidieron un fusil para ir a guardar
la frontera, en cambio tuvieron el magnánimo
patriotismo de subir los precios de la
harina y de otros comestibles de primera
necesidad.
¿Quién no se siente patriota ante un saco de
harina que una calamidad europea y un peligro
patrio permiten ponerle un sello de cinco
pesetas más de su valor? Acaso no es este un
negocio como otro cualquiera? Y ¿acaso la
palabra
patriotismo tiene otro significado real y
verdadero desde el punto de vista burgués y
capitalista que el de negocio, negocio y
negocio?
Muy mal ha hecho el señor Dato en declarar
francos de derechos de aduanas a sus trigos y
harinas extranjeros para así imponer rebaja de
precios a los del país. Muy mal también todas
esas medidas de las autoridades locales y
peninsulares (que solo los miserables y
antipatriotas han de aplaudir) para impedir el
encarecimientos de las subsistencias. Pues eso,
señoras autoridades, constituye un atentado
contra la sagrada, contra la excelsa libertad
individual de los comerciantes y almacenistas y
además nos priva a nosotros los antipatriotas el
gusto de poder contemplar en todo su esplendor
el
patriotismo de esos señores, que seguramente
si les dejaban se desbordaría hasta lo sublime
en estos momentos que la patria necesita de su
concurso. ¡Es tan grande y tan sensible su
sentimiento español!
Y ahora dos palabras para nuestro gobernador y
para nuestro alcalde.
Sus señorías han emprendido una campaña con eso
de las subsistencias que aunque ha herido muy
hondo el
patriotismo de los que venden no deja de ser
hermosa y agradable para los que compran, pero
permitan que les digamos que en la práctica, no
resulta tan eficaz como sus señorías y el pueblo
desean, pues hay muchos tenderos y comerciantes
que a pesar de las medidas adoptadas venden sus
mercancías más caras que no iban antes de
estallar el conflicto europeo. Ello será debido
sin duda a dos motivos a que la policía y
guardia municipal no vigilan debidamente a los
contraventores y a que los compradores, unos por
no saber leer y no enterarse de nada y todos por
no tener el valor cívico necesario para hacer la
debida denuncia a quien corresponda, o por no
saber hasta donde llegan sus derechos, se dejan
engañar comprando a precios irregulares.
Para acabar con estas irregularidades ¿no sería
conveniente que en Palma se limitara la norma
adoptada por el gobernador de Barcelona
exigiendo a las tiendas de comestibles que
expusieran al público un punto visible y letra
clara una lista de los precios a que deben
venderse sus artículos? Creemos que es el medio
más eficaz para evitar abusos.
DENUNCIA
Robando nueve onzas de pan en cada dos
kilógramos
El jueves de esta semana, un panadero ambulante
de
¡Señor Gobernador, señor Alcalde! Esta redacción
responde de la veracidad de la presente
denuncia.
Núm. 653, 15 de agosto de 1914
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