Sebastià Crespí Boscana                Sigamos la ruta

Un nuevo 1º de Mayo viene hoy a sumarse a los que desde el memorable año de 1890 se vienen conmemorando por los trabajadores de todos los países, reclamando la implantación de la jornada legal de ocho horas.

Esta décima séptima movilización anual del Proletariado que se agrupa bajo la roja bandera del Socialismo Internacional, vendrá a ser una nueva demostración de que la clase obrera organizada posee la virtud de la gota de agua, esto es, de lograr mediante la persistencia, aquello que se propone, al par que consagrase de nuevo con ella, su decidida voluntad de que esta fecha llegue a constituir la fiesta universal del fecundo Trabajo.

Ciertamente que si a juzgar fuéramos por lo que anhela nuestro deseo, los resultados obtenidos durante estos diez y seis años de continuada labor nos parecerían mezquinos, y daría margen para que se apoderara de nosotros el desaliento, al contemplar cuan lentamente se desarrolla la conciencia de clase entre los trabajadores.

Pero entonces dejaríamos de ser socialistas. Preciase nuestro Partido de saberse inspirar en las crudezas de la realidad, y mal podemos, los que a el estamos afiliados, desconocer que el avance del Proletariado en el camino de su emancipación, ha de tropezar con grandes obstáculos que han de dificultar forzosamente su marcha.

Entre los que más contribuyen a ello, aparte las formidables trabas que opone el Capitalismo, son los que provienen de la abulia cerebral o falta de voluntad para pensar que padecen la mayoría de los trabajadores, a causa de ese sedimento de resignación e indiferencia ante lo que se figuran obra de la fatalidad, que se han cuidado de incrustar en el cerebro individual y colectivo de las muchedumbres, los sacerdotes de todas las religiones, ya sean éstas de origen indico o chino, hayan nacido en Persia o, como la católica, en el seno de la Arabia.

Ese predicamento continuo a las masas trabajadoras de que es preciso despreciar los bienes de la Tierra, por ser esto vehículo seguro para gozar de la vida ultraterrenal, ha embotado sus sentidos y enervado las energías que se requieren para elevarse por encima de la estoicidad musulmana y emprender resueltamente la senda que las ha de conducir a la conquista de sus derechos, como individuos que son, y los más numerosos, de la gran familia humana. 

Y si los escribas y rabinos de las Iglesias, se han cuidado siempre de infiltrar entre los desheredados el espíritu de suicida resignación, no han hecho, hasta hace poco, mucho mas por su elevación mental los intelectuales que han tenido en sus manos los medios de enseñarles la verdad y el deber de procurarles una instrucción que les permitiera conocerse a si propios y poder discernir con conocimiento de causa, sobre los problemas de la vida.

La gran blasfemia, que el que pasa por príncipe de los ingenios españoles, Lope de Vega, lanzó al decir:

“El vulgo es necio

Y pues lo paga es justo,

Hablarle en necio

Para darle gusto”

ha sido la norma de conducta ha que se han sujetado la casi totalidad de los hombres de letras, por faltarles altruismo para saber sentir el inefable placer que proporciona el enseñar al que no sabe, aquello que necesita para elevar su cultura.

Además; muchísimo ha entorpecido y entorpece aún la elevación intelectual del obrero y por consiguiente sus ansias de manumitirse de la esclavitud moderna que pesa sobre él a causa de la sujeción económica que sufre por carencia de medios de vida; la pésima enseñanza que recibe en las escuelas primarias, únicas que le es dado frecuentar, y aún eso con muchas penas y trabajo.

En las mas de estas, los maestros, unos por falta de saber, otros por no tomarse molestia de seguir otros rumbos de los marcados por la rutina, y la inmensa mayoría por carecer de valor para rebelarse contra esa monstruosidad pedagógica que consiste en enseñar por una parte a los niños elementos de Física, Química y Astronomía que les pone en conocimiento de lo que es el Universo, y de otra imbuirles en el cerebro las ridiculeces del catecismo del padre Astete o las absurdas lecciones de historia sagrada, no obstante estar convencidos de su absoluta carencia de verosimilitud, contribuyen, en no escaso grado, al atrofiamiento del cerebro infantil, que a la larga, cuando adultos, da por resultado esa abulia de que antes hablábamos, y que tan difícil les es desechar cuando hombres.

Todas esas concausas, unidas a la cobardía que engendra miseria en quien la padece, (y esa es común al Proletariado) hacen que el Socialismo no acelere su paso en la medida que quisiéramos los ya convencidos.

Pero aún así y todo, su marcha no es tan lenta como parece, por cuanto el proceso económico determinado por el desarrollo de la producción capitalista, hace que el Socialismo avance por necesidad, a medida que el Capitalismo llega a la cúspide de su poder, y por eso, a pesar del desfavorable ambiente creado por las causas antedichas entre la clase obrera, las mismas de que esta se compone se ven impelidas, cada día con más conciencia, a tomar puesto entre las filas de los que luchamos por la emancipación del moderno paria y para instaurar en la Tierra una era de paz y armonía social, donde el Trabajo sea fuente de bienestar para todos, y no como ahora carga pesadísima para las muchedumbres que todo los producen, y materia de goces para unos pocos que no realizan nada de provecho.

Compárese lo ocurrido durante esos 16 años que venimos celebrando la fecha de hoy y se verá cuanta verdad encierra lo que decimos. En aquel entonces, si bien los trabajadores conocían ya la organización sindical, el Partido Socialista contaba con pequeño número de adeptos, debido a que, inmenso número de proletarios, no se preocupaban de los derechos que como miembros de la familia humana les pertenecen, y los pocos que lo hacían habían errado el camino y se prestaban dócilmente a servir de lastre a los partidos de la burguesía; hoy el Socialismo se ha convertido ya en una potencia con la cual tienen que contar los Gobiernos burgueses mal de su grado, sino quieren que sus cálculos les salgan fallidos. La conciencia obrera se ha despertado en grado tal en este corto lapso de tiempo, y vase orientando tan certeramente para llegar a la meta de sus aspiraciones, que no es aventurado predecir el próximo triunfo de las doctrinas socialistas, sobre la mayor parte de la clase asalariada de los países civilizados, de seguir la ruta emprendida.

El día que eso suceda, la era del Capitalismo habrá llegado a su fin. Continuemos trabajando para acelerar esta fecha, todos los que nos honramos con el dictado de socialistas.

Sebastià Crespí

EL OBRERO BALEAR

Nº 283, 1 de Mayo de 1906