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BIOGRAFIAS Vicente Blasco Ibáñez |
Vicente Blasco Ibáñez (Valencia, 29 de enero de 1867 - Menton (Francia), 28 de enero de 1928) fue un escritor, periodista y político español.
Nació en Valencia el 29 de enero de 1867. Cursó los estudios de Derecho, que terminó, aunque prácticamente no ejerció dicha carrera. Dividió su vida entre la política, la literatura y el amor a las mujeres, de las que era un admirador profundo, tanto de la belleza física como de las características psicológicas de éstas. Se definía como un hombre de acción, antes que como un literato. Escribía con inusitada rapidez. Entusiasta de don Miguel de Cervantes en torno a la historia y la literatura españolas. Años después, cansado de su vida de colonizador en la que cosechó algunos fracasos que no le son atribuibles, Vicente Blasco Ibañez, uno de los novelistas más famosos de aquel cambio de siglo, marchó a París, coincidiendo con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Allí el novelista y republicano valenciano recibió el encargo personal del Presidente Raymond Poincaré de escribir una novela sobre la guerra. Y ésta fue "Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916), que cautivó al público norteamericano, llegando a ser leída más que la propia Biblia en dicho país. El autor valenciano cultivó varios géneros dentro de la narrativa. Así, obras como Arroz y tartana (1894), Cañas y barro (1902) o La barraca (1898), entre otras, se pueden considerar novelas regionales. Al mismo tiempo, destacan sus libros de carácter histórico, entre los cuales se se encuentran: Mare Nostrum, El caballero de la Virgen, Los cuatro jinetes del Apocalípsis (1916), que hemos citado anteriormente, El Papa del Mar, A los pies de Venus o de carácter autobiográfico como La maja desnuda, La voluntad de vivir e incluso Los Argonautas, en la que mezcla algo de su propia biografía con la historia de la colonización española de América. Añádase La catedral, detallado fresco de los entresijos eclesiásticos de la Catedral de Toledo. Murió en Menton (Francia) el 28 de enero 1928, un día antes de que cumpliera 61 años. Aunque por algunos críticos se le ha incluido entre los escritores de la Generación del 98, la verdad es que sus coetáneos no le admitieron entre ellos. Vicente Blasco Ibáñez fue un hombre afortunado en todos los órdenes de la vida y además se enriqueció con la literatura, cosa que ninguno de ellos había logrado. Además, su personalidad arrolladora, impetuosa, vital, le atrajo la antipatía de algunos. Sin embargo, pese a ello, el propio Azorín, uno de sus detractores, ha escrito páginas extraordinarias en las que manifiesta su admiración por el escritor valenciano. Por sus descripciones de la huerta de Valencia y de su esplendoroso mar, semejantes en luminosidad y vigor a los trazos de los pinceles de su gran amigo, el ilustre pintor valenciano Joaquín Sorolla. Conservó una villa en Playa de la Malvarrosa, a pesar de sus correrías por el mundo, en la que debatía con los intelectuales y amigos de su época. Esta villa actualmente restaurada es la Casa Museo Vicente Blasco Ibáñez ObrasLa obra de Vicente Blasco Ibáñez, en la mayoría de las historias de la literatura española en uso, por sus características generales se califica como perteneciente al Naturalismo literario. También se pueden observar, en su primera fase, algunos elementos costumbristas y regionalistas. Títulos(en orden alfabético)
Adaptaciones al cineHollywood fue pionera en llevar a cabo versiones de las novelas del valenciano (según la opinión mayoritaria), pero el cine español de la década de 1900 ya se encargó de realizar alguna adaptación. El propio escritor dirige junto al gran Ricardo de Baños la primera versión de Sangre y arena. Míticas fueron Los cuatro jinetes del apocalipsis, una superproducción de Rex Ingram estrenada en 1921, que convirtió al no menos mítico Rodolfo Valentino en estrella, junto a Nita Naldi, y que permanece como la mejor traslación de la novela al cine (por encima de la adaptación de Vincente Minnelli de 1962); Sangre y arena (1922) de Fred Niblo, que consolida a Valentino como astro cinematográfico en todo el mundo, en una película que fue superada por la esplendorosa cinta del mismo título que Rouben Mamoulian rodase en 1941 con Tyrone Power, Linda Darnell, Rita Hayworth y Anthony Quinn; y Mare nostrum (1923) de Rex Ingram, con Ricardo Cortez y Greta Garbo en uno de sus primeros papeles importantes en EEUU. Menos conocidas pero igualmente valiosas fueron La Tierra de todos que el inmortal Fred Niblo rodase en 1926, y una cinta con versión muda y sonora llamada La bodega (1929) de Benito Perojo, con la mismísima Concha Piquer casi debutando en el cine. Ya en el cine sonoro, sus obras fueron algo olvidadas, aunque sobresale una de sus historias de terror convertida en película: Los muertos andan (1936), donde el célebre realizador Michael Curtiz (Casablanca) dirigía al gran Boris Karloff en una obra no muy aplaudida en su momento pero interesante. En 1941 se remeda Sangre y arena (ya comentado), con todo lujo de medios y rodándose en technicolor para la Metro Goldwyn Mayer. En España, Rafael Gil rueda uno de sus mejores títulos adaptando la obra Mare Nostrum en 1948. En el cine hispanoamericano también se hacen versiones de las novelas más famosas del autor (y también en las TV de Brasil o México) durante los 50 y 60, y en Hollywood se adapta una floja versión de La maja desnuda (1958) con Ava Gardner y Tony Franciosa que pasó sin pena ni gloria, y Los cuatro jinetes del apocalipsis en un sonoro fracaso de taquilla. Los años 70 suponen su redescubrimiento a través de la pequeña pantalla en España: La barraca, Cañas y barro, etc. con actores de primera línea (Victoria Abril, José Bódalo) y guiones y realización de segunda, pero de gran popularidad. En los últimos años, brillaron dos producciones españolas para la TV basadas en obras del autor valenciano: Entre naranjos en 1996 dirigida por Josefina Molina, y Arroz y tartana en 2005, con una premiada interpretación de Carmen Maura; así como una menos brillante biografía sobre su vida titulada Blasco Ibáñez en 1998, con Ramón Langa y Ana Obregón. Enlaces externos
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